La increíble historia del Dr. Maurice Hilleman, el padre de las vacunas modernas

21/12/2023

5 min de lectura

El Dr. Hilleman salvó a millones de personas, sin embargo, pocos conocen su nombre.

Buscador de microbios, virólogo vanguardista e inmunólogo destacado del siglo XX, el Dr. Hilleman es considerado el padre de las vacunas modernas. Su misión era salvar niños, lo cual hizo por millones al erradicar enfermedades infantiles comunes. Él fue responsable de desarrollar más de 40 vacunas, incluyendo la de sarampión, paperas, hepatitis B, meningitis, neumonía, bacteria Haemophilus influenzae y rubeola. Solamente la vacuna de paperas ha prevenido aproximadamente un millón de muertes.

Hacia el final de su carrera, el Dr. Hilleman había prevenido la gripe pandémica, combinado la vacuna de sarampión-paperas-rubeola (SPR) y desarrollado la primera vacuna contra un tipo de cáncer humano. Entre otros logros, él fue exitoso en aislar muchos virus, incluyendo la vacuna de la hepatitis A. El Dr. Hilleman trabajó con muchos colaboradores en centros académicos, en gestión industrial, y condujo su grupo de investigación y desarrollo para producir logros que cambiaron el mundo. A través de su trabajo él quizás ha salvado más vidas que cualquier otro científico en la historia.

Pero a diferencia de Jonas Salk, Hilleman es en gran medida un nombre desconocido para el público. Anthony Fauci, anterior director del Instituto nacional de alergias y enfermedades infecciosas de Estados Unidos (NAID por sus siglas en inglés) dijo que a Hilleman “le servía poco el crédito personal” y sus contribuciones fueron “el secreto mejor guardado entre el público no especializado. Si nos fijamos en todo el campo de la inmunología, nadie fue más influyente”.

Infancia difícil

El interés de Hilleman por la microbiología y la ciencia tuvo sus raíces en su infancia. Nació en 1919 y creció durante la Gran Depresión en una granja en Miles City, Montana. Trágicamente, su madre falleció dos días después de su nacimiento y Hilleman fue criado por su tío mientras su padre se esforzaba para sacar adelante a sus ocho hijos bajo difíciles circunstancias en la granja familiar.

El joven Hilleman en Montana

Hilleman se graduó de la secundaria en 1937 en medio de la Gran Depresión. Como un niño pobre de granja sin posibilidades o recursos, él tomó trabajos en tiendas locales y, a pesar de trabajar duro desde pequeño, tuvo una pequeña oportunidad de avanzar su educación. Finalmente, Hilleman postuló y consiguió una beca completa para la Universidad estatal de Montana en donde se graduó primero en su clase a los 21 años con un título conjunto de química y microbiología. Le ofrecieron becas en diez universidades y escogió la Universidad de Chicago para sus estudios de postgrado en microbiología, en donde a pesar de las becas, vivía en miserables condiciones. Recibió su doctorado en 1944 con una premiada tesis sobre clamidia.

A pesar de la presión de académicos para que se les uniera, el tenaz e impaciente genio estaba comprometido a crear algo útil y adaptarlo para uso clínico.

Después de graduarse, Hilleman escogió trabajar en la industria farmacéutica. Él tomó un puesto en la compañía E.R. Squibb & Sons e inmediatamente comenzó a investigar el desarrollo de vacunas. Él desarrolló una vacuna contra la encefalitis japonesa B, la cual se necesitaba urgentemente para inmunizar a las tropas en el frente del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.

La gripe asiática

En 1948, Hilleman se unió al Centro médico militar Walter Reed como jefe del Departamento de enfermedades respiratorias, en donde le fue asignado estudiar enfermedades respiratorias que tenían importancia militar e idear una ciencia y estrategia para lidiar con la influenza. Hilleman lideró el desarrollo de la vacuna contra la Gripe asiática en 1957. La mortal gripe se estaba propagando por todo China con reportes de 20.000 casos en Hong Kong. Siendo aún un microbiólogo en el centro médico militar Walter Reed, Hilleman sospechó que esto podría convertirse en una amenaza pandémica y acuñó el término Gripe asiática. Él determinó que a la mayoría de las personas les faltaba la protección de anticuerpos para este nuevo virus.

Él comenzó la producción de la vacuna al enviar muestras de virus a fabricantes y pidiéndoles desarrollar una vacuna en un plazo de cuatro meses, produciendo 40 millones de dosis de vacuna y por ende reduciendo la pandemia en Estados Unidos, que causó un estimado de 70.000 muertes en Estados Unidos. Mundialmente, desde 1957 a 1958, fallecieron unos dos millones de personas por la Gripe asiática.

Padre de las vacunas modernas

En 1957, teniendo 38 años, Hilleman fue reclutado por la compañía farmacéutica Merck & Company en West Point, Pensilvania, para liderar sus programas de investigación de virus y vacunas y el Instituto Merck de vacunología. Fue allí, entre las décadas de 1950 y 1990, que Hilleman y su equipo crearon más de 40 vacunas humanas y animales experimentales y autorizadas, incluyendo protección en contra de sarampión, paperas, varicela, rubeola, hepatitis A, hepatitis B, neumonía neumocócica, meningitis, influenza pandémica y clamidia.

A pesar y quizás debido a una temprana tragedia personal y pobreza, él desarrolló su pasión y siguió su extraordinario destino: salvar niños.

En 1968, Hilleman estaba activo en el desarrollo de una vacuna para la pandemia de influenza de Hong Kong. Debido a la continua amenaza de epidemias de gripe anuales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrolló nuevos lineamientos de pandemia en el año 2005 para actualizar los planes de preparación pandémica en cooperación con los fabricantes de vacunas y las agencias de salud pública, ocupándose especialmente de la necesidad de un desarrollo y distribución más rápida de vacunas de influenza.

Durante la gran mayoría de su carrera de 60 años, él estuvo involucrado en todas las facetas farmacéuticas desde la investigación al mercado. Hilleman sentía que los científicos tenían una responsabilidad de proveer una devolución por el conocimiento obtenido en el laboratorio. Él era un luchador que se enredó con burocracias de la industria y gubernamentales. Él argumentaba que era la política, no la ciencia, la que determinaba qué avances eran llevados al mercado.

El estilo de trabajo de Hilleman era iconoclasta. En 1963, cuando su hija tuvo los clásicos síntomas de paperas, él sacó una muestra de la garganta de su hija, la llevó al laboratorio para cultivarla y para 1967, había una vacuna. Las regulaciones actuales impedirían que algo así ocurra.

Después de la jubilación del Dr. Hilleman de Merck en 1984, él sirvió como consultor y mentor para aquellos que combaten enfermedades infecciosas por todo el mundo. En 1988, el presidente Ronald Reagan le entregó la Medalla nacional de ciencia, el premio más alto de ciencia entregado en Estados Unidos. Hilleman recibió muchos otros honores, incluyendo un premio especial a la trayectoria de la OSM.

Se estima que el trabajo del Dr. Hilleman salva alrededor de ocho millones de vidas cada año

Sus colegas mencionan que el Dr. Hilleman siempre estaba más preocupado de prevenir enfermedades que de ser reconocido por sus esfuerzos. Muchas personas desconocen el nombre del Dr. Hilleman, a pesar de que su trabajo ha impactado directamente sus vidas. Se estima que su trabajo salva alrededor de ocho millones de vidas cada año.

El Dr. Hilleman falleció de cáncer a los 85 años en el 2005. La próxima vez que tu doctor le dé una vacuna a tu hijo para protegerlo de paperas o sarampión, recuerda el nombre del Dr. Maurice Hilleman.

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