La historia de los judíos de Turquía

31/01/2024

16 min de lectura

Un completo resumen abarcando 2000 años de historia.

Los judíos que escapaban de España debido a la Expulsión tenían pocas puertas abiertas. Aunque las leyendas cuentan que algunos judíos escaparon a las Américas, la verdad es que la gran mayoría escogió ir a un país que abrió sus puertas y cuyo mandato de gobierno era recibir a los judíos cordialmente. Allí, los judíos españoles se unieron a otras comunidades y puede decirse que construyeron la comunidad judía más prospera de los siglos XVI y XVII.

¿Qué país fue este? La sorprendente respuesta es: Turquía.

En la hermosa sinagoga de Ahrida, una de las más antiguas en Estambul, la bimá tiene forma de galeón, un barco español, evocando el arca de Noé.

Antigua Anatolia

Turquía es una de las regiones constantemente pobladas más antiguas y fue originalmente conocida como Anatolia o Asia Menor. La capital de Turquía fue conocida con diferentes nombres en diferentes momentos de la historia: Bizancio, Constantinopla y luego Estambul. La capital era una prospera ciudad puerto debido a su excelente ubicación geográfica entre Europa y Asia y sus puertos naturales en las costas del Mar Negro en el norte, el Mar Egeo en el oeste, y el Mar Mediterráneo en el sur.

Los primeros asentamientos judíos son mencionados por el renombrado historiador Flavio Josefo (37-100) cuando él relata que Aristóteles “conoció personas judías con quienes tuvo un intercambio de ideas durante su viaje por Asia Menor”.

Se han encontrado ruinas de antiguas sinagogas en Sardes, cerca de Izmir, que datan del año 200 a.e.c. y rastros de otros asentamientos judíos han sido descubiertos en otras áreas de Turquía.

Antigua sinagoga de Sardes

Una columna de bronce encontrada en Ankara tiene una fascinante inscripción que confirma los derechos que el Emperador Augusto (63 a.e.c.-14 e.c.) les concedió a los judíos de Asia Menor, incluyendo el derecho de enviar donaciones a Jerusalem y no ser llamados al palacio en Shabat.

Imperio bizantino

Irónicamente, una de las primeras fuentes de información que tenemos sobre la comunidad judía de Turquía es en relación con la Expulsión. En el año 1492, los judíos fueron expulsados de Bizancio por Teodosio II. No fue hasta casi 400 años después que se les permitió regresar. Estas nuevas comunidades judías bizantinas que hablaban griego, llamadas romaniotas, escogieron residir en las grandes ciudades costeras del Mar Egeo.

A pesar de numerosas persecuciones, las comunidades judías siguieron residiendo en Turquía durante el periodo Bizantino. Los emperadores bizantinos ejercían poder político al igual que religioso y por ende la discriminación en contra de los judíos fue particularmente severa bajo su mandato. Los judíos estaban restringidos a actividades económicas específicas, confinados a barrios especialmente designados y eran perseguidos por su religión. Bajo el mandato de Justiniano, la persecución contra el judaísmo era insoportable, hasta el punto de que estaba prohibido recitar el Shemá porque la frase “nuestros Dios es el único Dios” era considerada un insulto para el concepto cristiano de la Trinidad.

Por lo tanto, no es sorprendente que cuando los musulmanes comenzaron a conquistar Turquía, fueron bien recibidos por los judíos.

La conquista de los turcos y musulmanes

La presencia islámica en Turquía comenzó en el siglo XIII cuando las tribus turcas lucharon juntos a los árabes musulmanes en contra de las fuerzas chinas en la batalla de Talas. Para el año 751, árabes musulmanes controlaban la península de Anatolia y Asia central. Influenciados por sus creencias, muchas personas se convirtieron al islam durante los siguientes siglos.

La batalla de Talas

Los turcos se convirtieron en sirvientes de los gobernantes musulmanes, luego fueron sus soldados y eventualmente, llegaron a ser las tropas favoritas del califato. Para finales del siglo IX, los líderes turcos musulmanes ganaron significativo poder militar y político y comenzaron a formar sus propios imperios. Los turcos seleúcidas fueros los más poderosos y establecieron un imperio para 1037. Ellos capturaron Bagdad en 1055 y en 1071 obtuvieron control de la Península Anatolia.

Cuando los turcos seléucidas aumentaron, ellos trajeron la religión musulmana y la cultura persa a lo que había sido previamente el imperio cristiano bizantino. Entonces comenzó la turbulenta transición de Turquía desde europea a persa en términos de cultura, religión, política e identidad.

El impero seléucida cubrió millones de kilómetros cuadrados en partes del Medio Oriente y Asia central, aunque no gobernó en la parte sur de Turquía, la cual se mantuvo Bizantina. El imperio seléucida duró hasta 1194.

Turcos otomanos

El siglo XIV vio el surgimiento de un nuevo poder en el Medio Oriente. Los turcos otomanos bajo el sultán Osman (1288-1326) avanzaron por Anatolia y se convirtieron en los nuevos gobernantes de las familias romaniotas judías aún bajo mandato bizantino. Al igual como habían hecho sus hermanos judíos con los seléucidas, ellos dieron la bienvenida a los otomanos como sus liberadores e incluso ayudaron a los otomanos a capturar la ciudad. Sus esperanzas por un cambio positivo se hicieron realidad y el hijo del sultán Osman, Sultán Ohran (1323-62), les permitió construir la sinagoga Etz haJaim (Árbol de la vida), la cual operó por más de 600 años.

Sin embargo, desde el comienzo la tolerancia de los otomanos con los judíos estuvo dictada por razones de conveniencia. Los otomanos eran principalmente una sociedad de guerreros y campesinos, mientras que los judíos estaban involucrados en comercio y sus esfuerzos creaban una robusta economía.

Como en otras tierras islámicas, los otomanos siguieron la regla del dhimmi con respecto a los ciudadanos judíos. Esto significaba que los judíos tenían seguridad garantizada pero debían pagar impuestos adicionales y eran tratados como ciudadanos de segunda clase. En general, los sultanes otomanos eran pragmáticos con respecto a los judíos y les permitieron vivir una vida pacífica.

El sultán Mehmet II, también conocido como “el conquistador” expandió el impero turco otomano y sorprendió al mundo cuando conquistó la orgullosa capital bizantina Constantinopla, en 1453. Allí encontró una oprimida comunidad judía romaniota, la cual lo recibió con entusiasmo. El sultán Mehmet II proclamó a todos los judíos “…ascender al sitio del trono imperial, habitar la mejor parte de la tierra, cada uno bajo su vid y su higuera, con plata y con oro, con riqueza y con ganado…”. El sultán cambió el nombre de Constantinopla a Estambul, que es como se la llama hasta hoy en día.

Un refugio para los judíos sefaradim

Rav Itzjak Sarfati escribió una famosa carta a sus hermanos judíos diciendo, “Les aseguro, Turquía es un país de abundancia en donde, si así lo desean, encontrarán respiro”.

Así, desde el siglo XIV en adelante, muchos judíos europeos que fueron expulsados de sus tierras natales emigraron a Turquía. Judíos expulsados de Hungría llegaron en 1360 y desde Francia en 1394, al igual que judíos de Sicilia y Salónica. En 1470, los judíos expulsados de Baviera por Luis X encontraron refugio en el Imperio otomano. Decenas de miles de sefaradim pronto los seguirían después de que fueron expulsados de España.

En 1492, el sultán Bayezid II ordenó a los gobernadores de las provincias del imperio Otomano “no rehúsen la entrada a los judíos o les causen dificultades, sino recíbanlos cordialmente”. Aproximadamente 100.000 judíos escaparon de España bajo el decreto de Alhambra y la mayoría escogió ir al Imperio otomano, con 60.000 judíos llegando solamente en 1492. El sultán dijo que “la monarquía católica de Fernando fue erróneamente considerada sabia ya que empobreció a España al expulsar a los judíos y enriqueció a Turquía”.

Entre finales del siglo XV y el XVI, judíos adicionales llegaron a Turquía desde Italia y Portugal y establecieron o se unieron a prosperas comunidades, especialmente en Estambul y Salónica.

El constante flujo de judíos llegando de España duró varias décadas. Algunos llegaron directamente, mientras que otros solamente después de largos viajes, principalmente vía Italia. Debido a la gran afluencia, el grupo original de judíos griegos que hablaban romaniote fue eventualmente absorbido por la comunidad sefaradí.

El aumento de la población judía era aparente en los censos llevados a cabo en la época. En 1477, los hogares judíos en Estambul llegaban a 1.647, un 11% del total. Medio siglo después, ese número se había cuadruplicado. En otro censo, tomado entre 1520-1530, había 2.645 hogares judíos en Salónica, más de la mitad de la población de la ciudad. Esto es increíble porque 30 años antes, no había judíos en esta gran ciudad portuaria balcánica. Desde el siglo XVI en adelante, Salónica se convirtió en la capital del mundo judeo-hispano y se mantuvo hasta el final del Imperio otomano.

Durante los 200 años posteriores a la expulsión de España, la prosperidad y creatividad de los judíos otomanos compitió con la Era de Oro de España. Los judíos tuvieron roles vitales en medicina, innovación, gobierno y finanzas.

La mayoría de los médicos de la corte del sultán eran judíos, incluyendo Hakim Yakoub, Yosef and Moshe Hamon, Daniel Fonseca y Gabriel Buenaventura.

Los judíos inmigrantes llevaron con ellos nuevas técnicas de navegación y producción de armas. La imprenta fue una de las innovaciones más significativas que los judíos llevaron al Imperio otomano. En 1493, tan solo un año después de su expulsión de España, David y Samuel ibn Najmias establecieron la primera imprenta en hebreo en Estambul. Sin embargo, las autoridades turcas les prohibieron utilizar el alfabeto árabe para que los escribas y calígrafos turcos no fueran privados de su trabajo.

En la esfera económica, las contribuciones judías fueron muy significativas. Los judíos tuvieron roles vitales en la administración de impuestos, las finanzas del imperio, la industria textil y bancaria.

Estudio de Torá

En cuanto al estudio de Torá, Turquía tenía estudiosos de gran nivel, algunos que llegaron allí debido a las expulsiones.

El famoso Rav Yosef Caro (1488-1575), considerado la autoridad halájica sefaradí más importante de los últimos 600 años, escapó de España durante la expulsión y se mudó a Constantinopla. Él compiló la mayoría de su monumental obra Beit Yosef en Adrianópolis, antes de mudarse a Safed.

Rav Yosef Caro

Rav Shlomo HaLevi Alkabetz (1500-1576) vivió en Turquía y luego se mudó a Safed y compuso el Leja Dodí, la canción que se canta en todas las comunidades judías del mundo cuando comienza Shabat.

Rav Eliyahu Mizraji (1450-1525) sirvió como Rabino en jefe de Turquía durante 30 años y es famoso por su obra, el Raam, la cual esclarece las explicaciones de Rashi sobre la Torá.

Rav Yehuda Rosnes (1657-1727) fue el Rabino en jefe de Estambul y el autor de un comentario sobre el Rambam conocido como la Mishna LeMelej. Su alumno fue Rav Yaakov Culi, quien comenzó a escribir el ampliamente estudiado comentario en Ladino Meam Loez sobre la Torá (él falleció dos años después de iniciar la obra y fue concluida por otros).

Turquía captura la Tierra Santa

En 1516-1517, Selim I conquistó Siria e Israel. Con eso comenzó una relación especial entre las comunidades turcas y las comunidades de Israel. Los judíos turcos a menudo emigraron a Israel y rabinos de Israel se trasladaron y sirvieron como rabinos en comunidades de Turquía.

Solimán el magnifico

Con la conquista de Israel, el interés de Turquía en Israel aumentó. Solimán el magnífico, uno de los más grandes sultanes, dejó una marca perdurable en la historia cuando reconstruyó las murallas alrededor de la ciudad vieja de Jerusalem que están en pie hasta hoy en día.

En 1588, el sultán Solimán le concedió a una mujer judía, Doña Gracia Mendes Nasi, un alquiler de largo plazo sobre la región de Tiberias en Israel. Esta área estaba ampliamente desolada y Doña Gracia se comprometió a darle una gran suma de las ganancias anuales de impuesto en esta área al sultán.

Murallas de la Ciudad vieja de Jerusalem construidas por Solimán el magnífico.

Doña Gracia Mendes Nasí fue una de las mujeres judías más adineradas e influyentes de la Europa renacentista. Se casó con un miembro de la eminente familia de banqueros internacionales conocida como la Casa de Mendes. Ella fue la tía, suegra y socia de negocios de Don Yosef Nasí, quien se convirtió en una prominente figura en el Imperio otomano como el Duque de Naxos. Don Yosef fue responsable de gran parte de la delicada maniobra de la declaración de guerra de Turquía contra Venecia en 1571 y la resultante conquista de Chipre (que aún juega un rol en la política internacional actual). Doña Gracia fue conocida por su preocupación por todos los judíos del mundo y por su sabiduría y valentía para ayudarlos. Ella inclusive desarrolló una red de escape que salvó a cientos de judeoconversos –judíos convertidos a la fuerza– de los terrores de la Inquisición.

Doña Gracia Mendes Nasí

Doña Gracia deseaba hacer de Tiberias un gran centro de asentamiento judío, comercio y estudio. Ella también ayudó a judíos a colonizar la ciudad cercana de Safed y en menos de 100 años, la población de Safed creció de 300 familias a 10.000 personas, convirtiéndola en la ciudad de Israel con más judíos de la época.

Después del fallecimiento de Doña Gracia y Don Yosef Nasí, otros líderes judíos fueron influyentes en la corte turca. Un marrano portugués, Álvaro Méndez, fue nombrado Duque de Mytilene a cambio de sus servicios diplomáticos para el Sultán. Salomón ben Nathan Ashkenazi organizó los primeros lazos diplomáticos con el Imperio británico.

Los judíos turcos del siglo XVI y XVII eran los grupos judíos más prósperos en el mundo y la comunidad judía progresó en esta atmosfera tranquila y relativamente libre.

Shabtai Tzvi destruye a los judíos de Turquía

En el siglo XVII, subió al poder una persona que cambiaría para siempre a las comunidades de Turquía y al mundo de una forma muy dañina. Shabtai Tzvi nació en 1626 en Esmirna, Turquía, el Nueve de Av, un día en el cual, de acuerdo con la sabiduría tradicional, el mesías nacería. La familia Tzvi eran romaniotas.

Brillante y carismático, a Shabtai ya se le había dado el título de jajám “hombre sabio” a los 20 años. Sin embargo, más pronunciada que su escolaridad era su extraña conducta y emociones extremas entre una profunda depresión y desbordado éxtasis.

Shabtai Tzvi

Algunos judíos de Esmirna se sentían fuertemente atraídos hacia él e inspirados por sus declaraciones religiosas. Sin embargo, sus reiteradas declaraciones de ser el mesías y sus expresiones del indecible nombre de Dios, llevó a los rabinos de Esmirna a expulsarlo de Esmirna a principios de la década de 1650.

Él eventualmente viajó a Tierra Santa en donde consultó con Nathan Benjamín Levi, conocido en esa época como Nathan de Gaza. Nathan afirmaba ser un sanador de alma y en una histórica reunión Shabtai Tzvi se reunió con él para “encontrar un tikún (rectificación) y paz para su alma”, como afirma un relato. Nathan estaba convencido de que Shabtai Tzvi era el mesías y ante las ansias de Nathan, Shabtai se reveló a sí mismo como tal. Nathan proclamó ser Eliá el profeta y se convirtió en una figura destacada en su movimiento mesiánico. Aunque los rabinos de Jerusalem lo denunciaron y declararon que ambos eran un fraude, el movimiento continuó tomando impulso.

Shabtai Tzvi regresó a Esmirna en 1665 con una gran comitiva y se le rindió gran homenaje allí. Junto con Nathan de Gaza, él hizo anuncios declarándose a sí mismo el mesías y haciendo locas predicciones y declaraciones sobre los inminentes milagros y redención que iban a ocurrir. A pesar de sus detractores, Tzvi se convirtió en un líder de la comunidad de Esmirna. Él sacó de su cargo al rabino anterior, Rav Aaron Lapapa, y designó a Rav Jaim Benveniste como rabino en su lugar. Su popularidad creció y él usó su poder para aplastar a la oposición.

Su fama se expandió a medida que las personas de todas las creencias repetían historias sobre varios milagros y observaciones. Se dijo: “en el norte de Escocia, un barco había aparecido con sedosas velas y cuerdas, tripulado por marineros que hablaban hebreo. La bandera tenía la inscripción ‘Las doce tribus de Israel’”. Cartas sobre Shabtai Tzvi llegaron a Europa y a África del Norte con adornados reportes sobre el movimiento y el entusiasmo creció por todo el mundo judío.

Italia, Alemania, los Países Bajos, Hamburgo y Ámsterdam, todas escucharon sobre los eventos en Esmirna. La comunidad judía de Aviñón, Francia, incluso se preparó para emigrar al nuevo reino en la primavera de 1666.

Aunque Shabtai Tzvi tenía muchos seguidores en el mundo judío (mucho más de lo que Jesús llegó a tener), la mayoría de los rabinos europeos que vieron cómo Shabtai Tzvi y sus seguidores violaban la ley judía no se dejaron engañar y advirtieron sobre él. El más destacado entre sus oponentes era Rav Yaakov Sasportas de Ámsterdam.

Eventualmente, Shabtai Tzvi fue arrestado por el Sultán del Imperio otomano y encarcelado en Galípoli. Incluso esto no detuvo a sus seguidores y muchos de ellos fueron en multitudes a visitarlo en prisión.

El fiasco llegó a su devastador final el 15 de septiembre de 1666. Shabtai Tzvi fue llevado ante el Sultán y se le dio la elección entre muerte o conversión al islam y él escogió convertirse. Sacudido profundamente por su decisión, la gran mayoría del mundo judío se dio cuenta que era un impostor.

Sin embargo, trágicamente aún quedaron algunos que siguieron creyendo en sus afirmaciones mesiánicas. Aproximadamente 300 familias se convirtieron al islam con él y fueron conocidos como Dönmeh (conversos). Nathan de Gaza continuó apoyando a Shabtai Tzvi, explicando que su conversión era un profundo misterio y parte de un proceso cabalista hacia la redención final. Él y otros seguidores de Shabtai Tzvi siguieron adhiriendo a una paradójica teología que combinaba aspectos de judaísmo con una constante creencia en Shabtai Tzvi.

Luego de la saga de Shabtai Tzvi, las autoridades otomanas comenzaron a observar a la minoría judía, la que hasta entonces no había atraído ninguna preocupación particular, con creciente sospecha. Viajeros occidentales que pasaban por las zonas judías de Estambul describían una nueva realidad en agudo contraste con lo que se describía dos siglos antes. Estos judíos turcos se mantuvieron retraídos en sus comunidades, en su mayoría ganándose la vida como dueños de tiendas, artesanos o empleados de bajo nivel.

Los seguidores Dönmeh de Shabtai Tzvi

Los Dönmeh siguieron existiendo como minoría, apartados de la comunidad judía por su conversión al islam y su creencia en Shabtai Tzvi. Para 1680, muchos de los Dönmeh residían en Salónica y siguieron practicando ciertos rituales judíos.

La cantidad exacta de Dönmeh no está clara. De acuerdo al viajero danés Karsten Niebuhr, alrededor de 600 familias Dönmeh vivían en Salónica en 1774 y se casaban solamente entre ellas. Antes de la Primera Guerra Mundial, su población era estimada entre 10.000 y 15.000.

En un inesperado giro, los Dönmeh tuvieron un rol crucial en el movimiento Jóvenes Turcos, el grupo de revolucionarios modernistas que destruyeron al Imperio otomano. Después de la fundación de la República Turca, los Dönmeh apoyaron fuertemente las reformas prooccidentales Atatürk de la República, las cuales querían restringir el poder del establecimiento religioso y modernizar Turquía.

Sinagoga Etz Hajaim antes de ser incendiada en 1941. Visita del fallecido Rabino en jefe Jaim Bedjerano.

La primera administración que subió al poder después de la revolución de los Jóvenes Turcos en 1909 incluía varios ministros de origen Dönmeh, incluyendo el ministro de finanzas, Javid Bey. Una aserción que muchos judíos hicieron (aunque esto fue negado por el gobierno turco) fue que Kemal Atatürk (1881-1938), el fundador de Estado Turco Moderno era de origen Dönmeh. Esta visión fue acogida con entusiasmo por muchos de los oponentes religiosos de Atatürk en Anatolia como una forma de desacreditarlo.

Sin embargo, como sociedad, los Dönmeh solamente pudieron retener su integridad y marco institucional cuando estuvieron concentrados en Salónica. Cuando fueron obligados a dejar Salónica en 1924 debido a la guerra greco-turca, muchos se asentaron en Estambul o en ciudades turcas como Esmirna y Angora. Al cabo de poco tiempo, la asimilación se extendió. Para finales del siglo XX, los Dönmeh estaban completamente asimilados con la sociedad turca musulmana.

Mayor igualdad y una nueva república

La posición de los judíos en Turquía comenzó a mejorar bajo las reformas Tanzimat a finales del siglo XVIII. Estas reformas fueron parte de un proceso para transformar el Imperio basado en modelos europeos y estaban destinadas a significar que el Imperio otomano pertenecía entre las naciones europeas. Como parte de las reformas, había ahora reconocimiento oficial de los judíos como comunidades separadas y un rabino en jefe designado por el estado.

La proclamación del Hatti Humayun en 1856 hizo a todos los ciudadanos otomanos, musulmanes o no musulmanes, iguales bajo la ley y concedía que todos los gobernados pudieran cumplir su religión libremente. A cada religión se le asignó también su propio líder designado por el gobierno. Aunque los griegos y armenios estaban dispuestos a esto, la diversa población judía resintió esta intrusión del estado en sus asuntos comunales internos. Con la reorganización del estado vinieron nuevas oportunidades profesionales y los judíos florecieron en actividades bancarias, comercio y manufactura, y comenzaron a entrar como empleados al gobierno.

Como parte del impacto de las reformas por toda Turquía, el liderazgo cambió de lideres religiosos a seculares, lo que también afectó a la comunidad judía.

Turquía secular

La Primera Guerra Mundial terminó con la gloria del Imperio otomano y en su lugar se levantó la Joven República Turca. Mustafa Kemal Ataturk fue elegido presidente, el califato fue abolido y se adoptó una constitución secular. Sin embargo, en realidad el islam permaneció inextricablemente entrelazado con la cultura turca.

De acuerdo con un censo hecho en 1927, 81.872 judíos vivían dentro de los límites de la República Turca bajo el mando de Mustafa Kemal y la mayoría estaban concentrados en las ciudades de Estambul y Esmirna.

Devastada por el derrumbe del imperio, la República Turca intentó forjar una nueva identidad nacional que veía a las minorías con sospecha. Esto afectó significativamente las condiciones de vida de la comunidad judía ya que el gobierno insistió que todos los residentes de la república se identificaran como turcos. Las extensas escuelas de la Alianza Israelita Universal que servían a la comunidad judía fueron obligadas a romper sus relaciones con sus patrocinadores franceses y turco fue el idioma de instrucción en todas las escuelas. Aunque se hicieron las demandas a los judíos de integrarse, ellos eran simultáneamente identificados como extranjeros y se aplicaba un doble estándar a su comunidad.

Esto era más aparente con el “impuesto excepcional” instituido en 1942. En promedio, este impuesto demandaba un 5% de los musulmanes y 150-200% de griegos, armenios y judíos. La mayoría no tenía como pagar tan exorbitantes impuestos y se vieron obligados a vender sus pertenencias o ser enviados a campos de trabajo. Aunque el impuesto fue abolido en marzo de 1944, su efecto en los judíos de Turquía fue traumático y comenzó a abrir camino para la masiva emigración de los judíos de Turquía hacia Israel que comenzaría en 1948.

Sinagoga Ashkenazí de Estambul

Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, Turquía fue un camino seguro para muchos judíos escapando de los Nazis. Aprovechando la oportunidad en 1933, Ataturk invitó a prominentes catedráticos judíos alemanes a escapar de la Alemania Nazi y asentarse en Turquía. Antes y durante la guerra, estos académicos contribuyeron muchísimo al desarrollo del sistema universitario turco.

Durante el Holocausto, los judíos de Turquía estuvieron seguros, aunque las comunidades judías de la vecina Grecia fueron casi aniquiladas. Varios diplomáticos turcos perseveraron en sus esfuerzos para salvar a los judíos turcos del Holocausto (creo que este es el link correcto…) y fueron exitosos. El Sr. Salahattin Ulkumen, Cónsul General de Rodas desde 1943-1944, fue reconocido por Yad Vashem como Justo entre las naciones en junio de 1990.

El judío turco desaparecido

El actual tamaño de la comunidad judía es estimado en 14.500 de una población total de 85 millones. La mayoría de los judíos viven en Estambul y los sefaradim son un 96% de la población.

Los judíos turcos son liderados y representados legalmente por el Jajám Bashi, el rabino en jefe. Queda un pequeño grupo de unos cien Caraítas quienes no son parte de la comunidad judía normativa y no aceptan la autoridad del Rabino en jefe.

Los judíos en Turquía han sido víctimas de violento antisemitismo en múltiples ocasiones. El 6 de septiembre de 1986, un miembro del grupo terrorista palestino Abu Nidal abrió fuego en la sinagoga Neve Shalom en Estambul, asesinando a 22 personas judías. La sinagoga Neve Shalom fue también blanco de un ataque terrorista en noviembre del 2003, cuando múltiples camiones bomba estallaron por todo Estambul. Uno explotó frente a Neve Shalom y otro explotó frente a la congregación Bet Israel, asesinando e hiriendo a muchas personas.

Turquía ha experimentado antisemitismo latente por gran parte de su historia, pero el antisemitismo ha sido especialmente aparente desde que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan subió al poder. Turquía bajo Erdogan es aterrador para los judíos turcos. El líder turco y sus altos asesores hacen comentarios antisemitas y bajo su mandato, el antisemitismo está en alza. Por ejemplo, en el 2014, en respuesta a la Operación Acantilado Poderoso, se publicaron más de 30,000 tweets en turco, incluyendo comentarios que decían cosas positivas sobre Hitler y el Holocausto. Entre otros incómodos signos de antisemitismo, los libros Mein Kampf y Los Protocolos de los Sabios de Sion de Hitler, fueron récord de ventas en Turquía en los últimos años. De acuerdo con encuestas de la ADL (Liga Antidifamación), 69% de los turcos tiene alguna creencia antisemita. Este número es más alto que el de otros países europeos y ligeramente menor que el promedio del Medio Oriente.

En este contexto, la pequeña comunidad judía con siglos de antigüedad ha tenido un considerable salto en la emigración, especialmente hacia Israel. Turquía, un país que alguna vez recibió a los judíos de todo el mundo, está perdiendo a sus judíos a manos de la emigración y asimilación. En un giro irónico, hay judíos turcos que incluso emigran a la relativa seguridad de España y Portugal, revirtiendo el camino histórico transitado siglos atrás.

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