La luz en tiempos de oscuridad

27/10/2022

5 min de lectura

Vaietzé (Génesis 28:10-32:3 )

¿Qué fue lo que hizo que Iaakov, y no Abraham, Itzjak o Moshé, fuera el verdadero padre del pueblo judío? Somos llamados la "congregación de Iaakov", los "hijos de Israel". Llevamos el nombre de Iaakov/Israel. Sin embargo, no fue Iaakov quien comenzó la travesía judía, sino Abraham. Iaakov no enfrentó una prueba como la del sacrificio de Itzjak. Él no condujo al pueblo para sacarlo de Egipto ni le entregó la Torá. Es cierto, todos sus hijos se mantuvieron dentro de la fe, a diferencia de lo que sucedió con Abraham e Itzjak. Pero eso sólo lleva la pregunta un nivel más adelante. ¿Por qué él tuvo éxito donde Abraham e Itzjak fallaron?

Al parecer la respuesta se encuentra en las parashiot Vaietzé y Vaishlaj. Iaakov fue el hombre cuya máxima visión se le presentó cuando estaba solo de noche, lejos de su hogar, huyendo de un peligro a otro. En la parashat Vaietzé, al escapar de Esav, Iaakov se detiene a descansar durante la noche con sólo unas piedras para apoyarse, y tiene un sueño:

Soñó, y he aquí que una escalera estaba apoyada en tierra y su punta llegaba hasta los cielos, y he aquí que ángeles de Dios ascendían y descendían por ella… Iaakov despertó de su sueño y dijo: "Verdaderamente Hashem está en este lugar y yo no lo sabía". Se llenó de temor y dijo: "¡Qué temible es este lugar!" No es sino la Casa de Dios, y esta es la puerta del Cielo". (Génesis 28:12-17)

En la parashat Vaishlaj, al huir de Laván y ante el terrorífico prospecto de volver a encontrarse con Esav, él lucha solo en medio de la noche con un extraño sin nombre.

El hombre le dijo: "Tu nombre ya no será Iaakov sino Israel, pues has luchado con lo Divino y con los hombres y has prevalecido" … Iaakov llamó el nombre de ese lugar Peniel, "pues he visto a lo Divino cara a cara, y se salvó mi alma" (Génesis 32:29-31).

Estos son los encuentros espirituales decisivos de la vida de Iaakov, pero tienen lugar en el espacio liminal (un espacio intermedio, ni un punto de partida ni uno de destino), en un momento en que Iaakov está en riesgo en ambas direcciones (de donde viene y adonde está yendo). Sin embargo, en estos puntos de máxima vulnerabilidad es donde se encuentra con Dios y tiene el coraje de continuar a pesar de todos los peligros del viaje.

Esa es la fuerza que Iaakov legó al pueblo judío. Lo notable no es simplemente que este pequeño pueblo haya sobrevivido a tragedias que habrían significado el fin de cualquier otro pueblo: la destrucción de dos Templos, las conquistas de Babilonia y Roma, las expulsiones, persecuciones y pogromos de la Edad Media, el antisemitismo en la Europa del siglo XIX y el Holocausto. Lo remarcable es que después de cada cataclismo, el judaísmo se renueva, escalando a nuevas alturas en sus logros.

Durante el exilio de Babilonia, el judaísmo profundizó su compromiso con la Torá. Después de que Roma destruyera Jerusalem, se produjeron los grandes monumentos literarios de la Torá Oral: el Midrash, la Mishná y la Guemará. Durante la Edad Media surgieron obras maestras de leyes y comentarios de Torá, poesía y filosofía. Apenas tres años después del Holocausto se declaró el Estado de Israel, el retorno judío después de la oscura noche del exilio.

Al convertirme en Gran Rabino de Gran Bretaña, tuve que someterme a un examen médico. Me hicieron caminar a un ritmo muy rápido en una caminadora. "¿Qué estás probando? ¿Cuán rápido puedo caminar o cuánto tiempo puedo hacerlo?", le pregunté al médico. "Ninguna de las dos cosas. Voy a observar cuánto tiempo lleva para que su pulso vuelva a la normalidad cuando baje de la caminadora", me respondió. Allí fue cuando descubrí que la salud se mide de acuerdo con la capacidad de recuperación. Esto es cierto para todos, pero doblemente para los líderes y para el pueblo judío, una nación de líderes. (En mi opinión, esto es lo que significa la frase "un reino de sacerdotes", Éxodo 19:6).

Los líderes sufren crisis. Eso forma parte del liderazgo. Cuando le preguntaron a Harold Macmillan, primer ministro de Gran Bretaña entre 1957 y 1963, cuál fue el aspecto más difícil de su tiempo en el cargo, él respondió: "Los eventos, querido muchacho, los eventos". Suceden cosas malas, y cuando eso ocurre, el líder debe esforzarse para que los demás puedan dormir tranquilos en sus camas.

El liderazgo, especialmente en los asuntos espirituales, es profundamente estresante. Cuatro figuras del Tanaj (Moshé, Eliahu, Jeremías y Ioná) rezaron pidiendo morir antes que seguir adelante. Esto no sólo ocurrió en el pasado lejano. Abraham Lincoln sufrió profundos episodios de depresión, al igual que Winston Churchill, quien llamó a estos estados su "perro negro". Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr. intentaron suicidarse en la adolescencia y sufrieron de depresión en la vida adulta. Lo mismo sucedió con muchos grandes artistas muy creativos, entre ellos Miguel Ángel, Beethoven y Van Gogh.

¿Es la grandeza lo que lleva a momentos de desesperación o que los momentos de desesperación llevan a la grandeza? ¿Aquellos que ocupan cargos de liderazgo internalizan el estrés y las tensiones de su tiempo? ¿O acaso aquellos que están acostumbrados al estrés en sus vidas emocionales encuentran alivio llevando vidas excepcionales? Hasta el momento, no hay una respuesta convincente a esto. Pero Iaakov emocionalmente era un individuo más volátil que Abraham, que a menudo se mostraba sereno incluso frente a grandes pruebas, o que Itzjak, que era especialmente retraído. Iaakov temió, Iaakov amó; Iaakov pasó más tiempo en el exilio que los otros patriarcas. Pero Iaakov soportó y persistió. De todas las figuras del Génesis, Iaakov fue el gran sobreviviente.

La capacidad de sobrevivir y recuperarse es parte de lo que hace falta para ser un líder. Lo que diferencia a estos individuos de otros es la disposición a vivir una vida de riesgos. Eso fue lo que dijo Theodore Roosevelt en uno de los mejores discursos pronunciados sobre el tema:

Lo que cuenta no es el crítico, ni el hombre que señala cómo tropieza el hombre fuerte, o dónde el que hace algo podría haberlo hecho mejor. El crédito pertenece a la persona que está en el campo de juego, cuyo rostro está manchado de polvo, sudor y sangre, que se esfuerza valientemente, que se equivoca y erra una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error y sin defecto. Pero quien realmente se esfuerza por hacer las obras, quien tiene gran entusiasmo, gran decisión, que se entrega a una causa digna, quien en el mejor de los casos saborea al final el triunfo de los grandes logros, y en el peor de los casos, si falla, al menos falla al atreverse a grandes cosas, de modo que su lugar nunca estará con las almas frías y tímidas que no llegan a conocer la victoria ni la derrota.(1)

Iaakov soportó la rivalidad de Esav, el resentimiento de Laván, la tensión entre sus esposas e hijos, la muerte prematura de su amada Rajel y la pérdida, durante veintidós años, de su hijo favorito, Iosef. Él le dijo al faraón: "Pocos y malos fueron los años de mi vida" (Génesis 47:9). Sin embargo, en el camino "encontró" ángeles, y ya sea que se enfrentaran con él o subieran la escalera hacia el cielo, ellos iluminaron la noche con el aura de la trascendencia.

Intentar, fracasar, pero seguir adelante. Eso es lo que hace falta para ser un líder. Eso fue Iaakov, el hombre que en los momentos más bajos de su vida tuvo su mayor visión celestial.

Shabat Shalom


  1. Theodore Roosvelt, "Citizenship in a Republic", discurso dado en la Sorbona de París el 23 de abril de 1910.
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