Mi abuela judía murió siendo una monja en un convento católico

26/09/2023

6 min de lectura

Hace 15 generaciones, mi abuela judía murió siendo una monja en un convento católico. Mi retorno espiritual al judaísmo comenzó con el sueño de convertirme en monja.

No me dispuse a buscar a Violante Fernández Gómes, mi abuela hace 15 generaciones. El documento con su historia, junto con el árbol genealógico de nuestra familia que conecta a mi abuela con Violante, apareció de repente, de la nada. Me lo envió una prima lejana.

Puede parecer absurdo seguir hacia atrás a quince generaciones de abuelas, pero cuando te conviertes al judaísmo sin saber que tenías antepasados judíos, encontrar un antecedente hace quince generaciones es suficiente.

Su historia también es increíble.

Violante Fernández Gómes fue la hija de Victoria y Pedro Luis, descendientes de judíos convertidos a la fuerza al catolicismo. Violante era increíblemente bella, y el príncipe Luis, hijo del rey Manuel, insistió en casarse con ella, a pesar de saber que era una "cristiana nueva", hija de conversos (judíos de España y Portugal que fueron obligados por la inquisición a convertirse al catolicismo).

Ella tuvo dos hijos, Antonio y Juan, y la vida en el palacio del príncipe fue maravillosa durante muchos años, hasta que ocurrió algo…

Violante Fernández Gómes

Qué fue exactamente lo que ocurrió hace 500 años es un misterio que probablemente nunca podremos develar. Todos los relatos dicen que "se descubrió algo, relativo a su sangre (judía), y provocó que fuera expulsada del palacio".

¿Qué hace una judía oculta derrocada, expulsada del palacio en ignominia? Se fue a vivir a un convento de monjas católicas y se convirtió en una de ellas. Poco después murió allí, rodeada de símbolos y ritos católicos.

Me gusta imaginar que Violante, a pesar de su situación, en su corazón se mantuvo fiel al Dios del pueblo judío, rezando para que sus hijos algún día retornaran a su pueblo, a su fe verdadera.

Finalmente su hijo Juan viajó a México y se casó con una mujer judía, Catalina López de Nava, cuya familia adhería secretamente a las costumbres judías. Sus descendientes también mantuvieron en secreto las tradiciones judías en su nuevo hogar, en lo que hoy es Lagos de Moreno en Jalisco, México.

Juan, el hijo de Violante

Trágicamente, muchos de sus descendientes fueron capturados por la inquisición y quemados en la hoguera, santificando el Nombre de Dios en la ciudad de México.

Violante debe haber llorado muchas lágrimas por su hijo Antonio, porque fue criado en la iglesia para ser un párroco, un miembro del clero. También él logró casarse con una mujer, Ana Barbosa, que descendía de judíos, aunque siguió siendo católico durante toda su vida.

Antonio, que por un breve período fue rey de Portugal, fue depuesto por Felipe II, rey de España, y huyó a Francia para salvar su vida, desde donde mi bisabuela Emilie, su descendiente, emigró a los Estados Unidos en el 1900, y donde luego yo nací.

Descubrir el judaísmo

Y ahora tenemos otro misterio. ¿Por qué mi padre, que no era cristiano, decidió ponerme en una escuela en un convento católico? Mi niñera católica, Marie, quien me cuidó después de que falleciera mi madre, estaba muy satisfecha con el giro que adoptaron los acontecimientos. Durante dos años de mi infancia, estuve rodeada de monjas, estatuas y símbolos de la iglesia católica.

La niñera católica era para mí como una segunda madre, y cuando tenía 12 años decidí seguir sus pasos y convertirme en católica. Incluso tenía la esperanza de llegar a ser una monja como las hermanas de la escuela a la que había asistido.

Pero entonces, de repente todo cambió.

Llegó a nuestro pueblo Leá, una niña judía, y se volvió mi mejor amiga. Ella dijo: "Los judíos no creemos en un 'dios' que es una persona. Nuestro Dios no es físico. No tiene cuerpo, no puedes verlo, y es Todopoderoso. Él está por encima del mundo físico. No es un ser humano y nunca fue un humano. Él está por encima de todo".

Esto me estremeció. ¿En el mundo había personas que no creían en el cristianismo? ¿Qué creían en un Dios puramente espiritual, invisible, que está por encima de todo? Eso me llamó la atención.

Antonio Gómes Avis, el hijo de Violante que fue por un breve período rey de Portugal.

Me tomó algo de tiempo entenderlo, pero cuando Leá me llevó a su sinagoga, de alguna manera pude sentir a su "Dios invisible". Y este fue el comienzo de un nuevo camino en mi vida.

Mientras tanto, Leá notó que yo me sentía atraída hacia su pueblo y su forma de vida, y sin pensarlo demasiado comenzó a enseñarme todo lo que sabía por haber crecido en una sinagoga tradicional. Ella vio mi interés en aprender hebreo, y me prestó todos sus libros de texto del programa extraescolar de estudios judíos, y así aprendí a leer en hebreo y algunas palabras básicas.

La familia de Leá era muy cálida. Sus padres, quizás reconociendo las necesidades de una niña huérfana de madre, me brindaron mucho amor y aceptación. Esto, junto a todos los actos de bondad que vi hacer a otros miembros de la sinagoga de Leá, tuvo gran influencia para quebrar mi catolicismo y acercarme al pueblo judío.

Cuando terminé la escuela secundaria, me fui a la universidad en Wisconsin, me hice muchos amigos judíos, algunos de los cuales estaban en un camino de reconexión con su herencia judía. Al ver mi interés en el judaísmo, mis amigas me invitaron a pasar con ellas un Shabat en el hogar de una familia judía ortodoxa.

Mis amigas me dijeron que como huéspedes del Rabino, debíamos tener cuidado de no hacer nada que "quebrara el Shabat". Así que por primera vez en mi vida experimenté qué es cuidar el Shabat. Esta experiencia increíble me transportó a otro mundo, a un oasis espiritual llamado "Shabat". Me sentía conquistada.

No hace falta decir que mis planes de convertirme en monja habían quedado muy lejos.

¿Cómo me vuelvo judía?

¿Pero cómo hacía para ser judía? En este punto, Dios, que me había estado guiando paso a paso por la dirección correcta, hizo que conociera y me hiciera amiga de Sara, quien acababa de convertirse al judaísmo. Ella me contó toda su historia, explicándome exactamente qué implica el proceso de conversión.

Le confesé que yo no era judía y que estaba confundida respecto a cómo debía proceder. Con su increíble apoyo, por el cual le estaré eternamente agradecida, después de un período de estudio llegó el día en el cual debí presentarme ante un Beit Din, un tribunal de Rabinos ortodoxos, y finalmente me volví judía.

Todo esto sucedió sin saber nada sobre mis ancestros judíos.

Sólo muchos años más tarde, después de casarme y de que mis hijos crecieran, con mi hija comenzamos a armar nuestro árbol genealógico, y nos sorprendimos al descubrir ancestros con nombres judíos españoles. ¡De repente éramos españoles! Esto sólo ya era bastante sorprendente, pero al mismo tiempo, comencé a sentir como si mis ancestros estuvieran a mi lado, alentándome a descubrir más sobre mi familia, y a ayudar a otros que tienen descendencia hispánica a acercarse a su herencia judía.

Ella murió en un convento y yo comencé en un convento, soñando convertirme en monja… ¡pero luego cambié de dirección y me volví judía!

Entonces la viuda de un primo lejano de Francia me envió un enlace a un documento con la historia de Violante. Cuando lo leí, su historia me emocionó. Parecía ser parte de una novela. Ella era una conversa que se había casado con el hijo del rey. La expulsaron del palacio y murió en un convento, siendo una monja…

Pero todavía más que eso, lo que me estremeció fue un detalle muy interesante: donde terminó la historia de Violante fue donde comenzó la mía. Ella nunca tuvo la oportunidad de retornar a su pueblo y vivir abiertamente como judía. Ella murió en un convento y yo comencé en un convento, soñando convertirme en monja… ¡pero luego cambié de dirección y me volví judía!

La dirección Divina era demasiado fuerte como para ignorarla.

Mi Rabino me dijo: "Tal vez estás terminando en este mundo la misión de tu antepasada". Sospecho que es cierto. Puedo imaginar a Violante rezando desde lo más profundo de su corazón para que sus descendientes volvieran a casa.

Parece que Dios ha escuchado sus lágrimas y después de 15 generaciones trajo a mi familia de regreso.

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