Crecimiento personal
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El Holocausto y la reencarnación: cuando las almas del Holocausto retornan en nuestra generación.
La Sociedad Secreta es tan recóndita que la mayoría de sus miembros no saben que pertenecen a ella. Los requisitos para ser miembro es tener sueños recurrentes relativos al Holocausto, ataques de pánico, flashbacks atemorizantes, o fobias a los trenes, las duchas o los hombres uniformados. La mayoría de los miembros de esta sociedad nacieron entre 1945 y 1961 en Norteamérica, Sudamérica, Europa o Israel.
Aunque las experiencias individuales de los miembros son el común denominador, la señal secreta de esta sociedad es una obsesión con el Holocausto en jóvenes que no tienen ninguna relación con sobrevivientes del Holocausto, que nunca escucharon hablar del tema y que no vieron ninguna película del Holocausto antes de que sus sueños, flashbacks y fobias alteraran sus vidas.
En el año 2013 al final de mi artículo llamado "La reencarnación y el Holocausto", hice una convocatoria: "Los lectores que tengan historias de reencarnación del Holocausto están invitados a enviar sus historias a la autora". Entre los cientos de emails que llegaron a mi sitio web, leí una y otra vez la misma expresión: "Después de leer tu artículo sobre la reencarnación y el Holocausto, me sentí 'normal' por primera vez en mi vida".
Los armarios están repletos de personas que temen exponer sus inquietantes experiencias por miedo a la burla y el desdén. Uno de los propósitos de este libro es abrir las puertas de esos armarios y permitir que miles de personas salgan a la luz de forma respetable y sean aceptadas.
Una vida pasada en el Holocausto aparece en los sueños como una visita inesperada e inoportuna. Al despertarse, si el que sueña es un adulto, o más tarde en la vida si el que sueña es un niño, uno puede desear descifrar la identidad del visitante. Aunque el que soñó entiende completamente que "ese era yo", es posible que desee saber más respecto a quién era entonces o tratar de corroborar su sueño con datos históricos.
Una mujer no judía de Wisconsin que nació en 1960, me escribió:
Nunca pensé que hubiera otras personas como yo en el mundo. Nunca conocí a nadie que hubiera tenido las mismas experiencias que yo. Para mi alivio, ¡aquí estás! Esta es mi historia:
A los cuatro años comencé a tener pesadillas. Pero en ellas yo era una mujer adulta. En las pesadillas siempre estaba corriendo por una ciudad desconocida, muy diferente de la ciudad en la cual vivía. Las calles eran empedradas, las casas mucho más pequeñas y más alejadas unas de otras de las que yo conocía cuando estaba despierta…
Veía una corriente de personas que cruzaban por un caballete de hierro, una especie de puente, que iba por encima de un camino por el que se podía caminar o conducir. Me paraba allí y observaba horrorizada cómo conducían masas de personas desnudas y ensangrentadas a través de ese puente, la sangre goteaba hacia el pavimento debajo del puente. En el momento siguiente me detenían los soldados y exigían mis joyas, mi anillo de bodas. Luego me perseguían por un campo, me sujetaban y me cortaban la garganta. Incluso podía sentir que, literalmente, mi alma abandonaba mi cuerpo a través de la herida. Entonces me despertaba. Estas pesadillas persistieron hasta que llegué a ser adulta.
Desde entonces, he leído tantas historias de sobrevivientes como pude encontrar, y las pesadillas terminaron por completo. Estudié con cuidado todas las fotos, preguntándome si algún día encontraría la foto de ese puente y el tren. Leí un relato de una sobreviviente del Holocausto, Livia Bitton-Jackson (I have live a thousand years), donde cuenta que a las personas de su pueblo les ordenaron marchar por un puente hacia una estación de trenes, tras quitarles sus ropas y sus pertenencias. Al leer, sentí que me embargaba una sensación de familiaridad, de "sí, exactamente eso fue lo que ocurrió". Esa fue la única instancia que experimenté de un reconocimiento abrumador.
Si bien para mí fue un hallazgo sorprendente, incluso sin esta aparente evidencia, creo que yo estuve allí en otra vida. Ninguna otra explicación tiene sentido. No hay manera de que una niña de cuatro años en 1964 tuviera la clase de información necesaria para inspirar sueños tan aterradores.
Una mujer que nació en una familia cristiana en Australia en 1966 tuvo un sueño sobre un campo de concentración que ella consideró que era una "estupidez", hasta que accidentalmente lo corroboró muchos años más tarde.
Soñé con un lugar que estaba en construcción. Había mucho lodo, y parecía que estaban cavando una piscina. Yo y Iosef (en el sueño lo conocía, y hablábamos en un idioma que entendía en el sueño, pero no cuando estaba despierta), salimos de un camión cubierto con muchas otras personas. Vi a una mujer y a sus dos hijas salir de un auto de alguien del equipo. Una de las niñas tropezó y yo de inmediato fui a ayudarla y terminé como su tutora/niñera, pero inevitablemente moría gaseada. Pensé que era una estupidez, ¿quién había oído hablar de una piscina en un campo de concentración?
Años más tarde, cuando apareció Internet, estaba en un sitio sobre Auschwitz… ¡y allí había una fotografía de una piscina!
Dado que los niños muy pequeños no leían libros gráficos sobre el Holocausto ni veían películas sobre el Holocausto, sus sueños con imágenes del Holocausto parecerían corroborar que sus sueños provienen de una vida pasada, o lo que yo denomino SOER (sin otra explicación racional). Una de las personas con las que me comuniqué contó que cuando ella era pequeña entró al salón de la casa cuando su madre veía una película sobre el Holocausto y su madre le ordenó salir de la habitación. Por eso, el sueño de una niña judía nacida en Los Ángeles es particularmente escalofriante:
Cuando tenía nueve o diez años, estaba enferma y tenía fiebre. Entonces tuve un sueño en el que me arrojaban en una pila de cadáveres y estaba demasiado débil para moverme. Arriba mío ponían más cuerpos, y después de no haber quedado inmóvil bajo los otros cuerpos, mi alma partía de mi cuerpo.
Que los prisioneros con fiebre fueran arrojados en pilas de cadáveres cuando todavía no habían muerto era algo común en los campos de concentración. SOER.
Lauren Green nació en una familia judía en Illinois en 1991 y le tuvieron que poner seis coronas plateadas en sus dientes cuando tenía sólo tres años. Cuando su madre Karen manejaba de regreso a casa, de repente la pequeña Lauren le dijo: "No me gusta tener dientes de plata. ¿Recuerdas cuando morimos juntas y esos hombres malos nos sacaron nuestros dientes de plata?"
"No me gusta tener dientes de plata. ¿Recuerdas cuando morimos juntas y esos hombres malos nos sacaron nuestros dientes de plata?"
Karen se impresionó tanto que tuvo que detenerse a un costado del camino. Ella le dijo a la escritora Carol Bowman: "Como somos judíos, de inmediato entendí que estaba hablando del Holocausto… Supe que no estaba jugando. Pude sentir la verdad en lo que me estaba diciendo… La posibilidad de que Lauren pudiera saber esos detalles era absolutamente nula". SOER.
A veces, la persona que tiene un sueño se siente quebrada entre la convicción de que el sueño debe ser una experiencia de una vida pasada y el tabú de creer en la reencarnación. Por ejemplo, una devota mujer protestante que nació en Greenville, Alabama, en 1942, me escribió:
Me parece que ninguno de nosotros sabía algo sobre el Holocausto… Estuve revisando viejos diarios íntimos y encontré un sueño que parece estar conectado con el Holocausto. La fecha en que lo escribí es el 3 de julio del 2001.
En el sueño yo trabajaba para una agencia del gobierno. Me decían que era necesario ubicar a los "niños de los hombres de la familia de nombre-cambiado". Yo sabía que esos hombres habían sido arrestados pero sus familias no. Aunque me aseguraban que no les harían daño, yo no les creía.
La escena cambiaba y estaba en una casa con una madre, su hijo pequeño y una hija. Yo sabía que era una familia de un "hombre de nombre cambiado". Mientras trataba de convencer a la mujer para que huyera con sus hijos, llegaron personas al frente de la casa. Le dije a la mujer que debíamos escapar por las ventanas traseras de la casa. El sueño terminaba.
Al tratar de encontrar sentido al sueño, llegué a la conclusión de que el lugar era Alemania, probablemente Múnich durante los años 30. No encontré ninguna referencia a los "hombres de nombre cambiado", pero me pregunto si puede ser una referencia a un grupo que hacía documentos falsos para que los judíos pudieran escapar o conseguir trabajo.
Supongo que hay una razón para mis sueños. No tengo idea qué debo hacer con ellos. Llegué a creer que son fragmentos de una vida pasada como una mujer judía. El veredicto oficial de mi religión, el cristianismo, sería que mi creencia en que viví antes es una herejía. Pero de forma no oficial, muchos cristianos no piensan eso.
Victoria Thompson nació en una familia católica en Adelaide, Australia, en 1979.
Yo tuve sueños sobre el Holocausto desde que tengo memoria, así como una fascinación con la Segunda Guerra Mundial y los judíos/nazis.
Soy cuarta generación de australianos católicos sin ninguna conexión con esos eventos. No era un tema de discusión en nuestro hogar, y no recuerdo haber leído ni escuchado demasiado sobre el tema antes de que comenzaran mis sueños.
Los sueños son siempre similares y una variación sobre el mismo tema. Estoy en una línea de mujeres y somos "clasificadas" y guiadas. A veces todo es muy confuso y frenético… a veces silencioso y prolongado… A veces estamos paradas en silencio en una fila, pero siempre hay una sensación de pavor, miedo e inevitabilidad… como si estuviera esperando morir o ser asesinada.
Por lo general la reencarnación va en contra de las creencias cristianas y científicas, pero estos sueños me hacen cuestionarlo.
Melanie creció en una familia cristiana en Scarborough, Ontario, Canadá, en los años 60, y tuvo lo que ella define como "una infancia feliz hasta los cuatro o cinco años, cuando apareció mi recuerdo". Ella describe de esta manera su traumática experiencia:
Cuando tenía cuatro o cinco años, mi madre me llevó a la escuela para anotarme en el jardín de infantes. Cuando nos acercamos caminando a la escuela y vi la cerca encadenada y el patio pavimentado, empecé a sentirme muy nerviosa. Comencé a preguntarle a mi madre una y otra vez en dónde estaba el tren. Ella me repetía que no había ningún tren, que estábamos en una escuela (no había ninguna estación de trenes cerca de nuestro hogar).
Entramos al patio, y rápidamente la escena "cambió" y vi un edificio de ladrillo. Entonces vi largas filas de personas frente a escritorios de madera y allí había personas con portapapeles y listas. Yo insistí que no quería ir y nuevamente pregunté dónde estaba el tren. Debía estar al otro lado del edificio. Le pregunté a mi madre si ella iba conmigo y me respondió: "No, tienes que ir sola a la escuela".
Comencé a llorar y a tratar de alejarme de mi madre. Sabía que el tren llevaba a la muerte. Sabía que había tenido más o menos la misma edad en mi vida pasada cuando subí sola al tren. Sabía que había estado escondida con otros cuatro o cinco adultos. Ellos a menudo susurraban entre ellos. Un día yo hice un ruido. Ellos susurraron y decidieron entregarme para que no pusiera en peligro al grupo. Una mujer del grupo, o tal vez ella era la que nos ocultaba, me llevó al tren. (Yo la odiaba por llevarme a la estación de trenes). Ella era fría y cortante, desapasionada. Me llevó al escritorio con la mujer que tenía el portapapeles y una lista.
Lo siguiente que recuerdo es ser una niña pequeña en un vagón de carga en un nivel donde podía oler los desperdicios humanos, en un nivel del cual no podía escapar. Recuerdo que tenía cabello y ojos oscuros. (Parece cruel que en esta vida sea rubia y tenga ojos azules y que los vecinos alemanes elogien mi apariencia).
De todos modos, estaba armando tanto alboroto en el patio de la escuela que otra madre se acercó a mi madre y le dijo: "Ya oí esto. Esta niña ya vivió antes".
Mi madre se rió y dijo: "¡No! Lo sacó de la televisión". La otra madre dijo que mi reacción era demasiado severa para estar copiando algo de la televisión y que debía ser real. Yo estaba sentada en el suelo y me negaba a moverme. La otra madre se agachó a mi lado y me preguntó qué era lo que recordaba. Luego me tocó la espalda y me encontré nuevamente en el patio de la escuela, sin poder hablar.
Mi propia madre no me creyó (por lo que esta es una historia que no comparto, ni siquiera mis dos hermanos la oyeron). Me quedé callada y mi madre dijo: "Lo ves, sólo lo sacó de la televisión". Pero no era cierto.
Muchas personas describen sus flashbacks como "visiones" para las cuales no tienen explicaciones lógicas. Una mujer que es una importante ejecutiva en una compañía de alta tecnología en Silicon Valley nació en una familia judía en San Diego en 1966.
Desde que tengo ocho años, tuve visiones de estar en las duchas y ser gaseada con muchas otras mujeres y niños. Incluso cuando entro a mi propia ducha, a veces siento miedo, pero no entiendo por qué. En esas visiones me veo a mi misma como una niña. Siempre comienzan y terminan en la habitación de la cámara de gases. De adulta seguí teniendo esa visión, pero con menos frecuencia.
A veces un flashback puede ser motivado por un sonido. Un hombre que nació en una familia judía de Brooklyn en 1970 tuvo sueños relacionados con el Holocausto que lo persiguieron desde la infancia hasta la actualidad, y a los 18 años experimentó un dramático flashback.
Estaba en un taller de autos con un amigo. El sonido de la llave de impacto para sacar la rueda de un auto desencadenó un recuerdo de mi muerte. Durante muchos años me había sentido muy desconsertado por ese recuerdo y no lo entendía.
En el recuerdo, yo estaba parado al lado de un gran pozo con un grupo de gente. Por detrás había unos soldados con armas. Yo trataba de no mirar alrededor y me sentía muy cansado, pero sabía que mi vida estaba por terminar. Vi en el bosque árboles muy altos con hojas en la parte superior. Esos árboles eran diferentes a todos los que había visto al crecer en Norteamérica.
De repente un oficial dijo tres palabras en un idioma que no podía entender. Supongo que dijo: "Listos. Apunten. Fuego". Los soldados que tenían armas comenzaron a disparar en secuencia desde el extremo derecho del pozo, continuando hacia el lado izquierdo. Yo estaba por el medio, hacia la izquierda. Le disparaban a la gente en la nuca e iban cayendo al pozo, y yo sabía que en unos pocos segundos sería mi turno. Cuando llegaron a mí me sentí muy liviano y mareado, y comencé a caer de cabeza al pozo como todos los demás. Mientras caía todo comenzó a ponerse oscuro, hasta que quedó completamente oscuro.
En ese momento retorné de mi flashback y mi amigo estaba a mi lado. Todo el tiempo estuvo a mi lado y trató de hablarme, pero yo no le respondí. Me preguntó cuál era el problema y le dije que no lo sabía y no se lo podía explicar.
Mirelle Jane Millar creció en un pequeño pueblo en North Queensland, Australia, y no conocía a ningún judío. Ella nació en Whangarei, Nueva Zelanda, en 1980 de padres que eran pastores cristianos pentecostales. Lo único que Mirelle sabía sobre el judaísmo era que Jesús era judío. Ella no había estudiado nada sobre el Holocausto en la escuela.
Cuando tenía cuatro o cinco años, Mirelle decía cosas raras como "Yo no como jamón", "yo no como cerdo", y "el día de descanso es el sábado, no el domingo". La niña tenía sólo una fobia: a los perros ovejeros alemanes.
A los nueve años, Mirelle estaba en un video club con su madre y hermanos mayores. Normalmente ella elegía Mary Poppins, pero ese día vio una película llamada "Escape de Sobibor" y quiso sacarla. Sus hermanos le dijeron que no era para niños, pero Mirelle insistió que debía verla. Su madre, que desconocía el espantoso contenido de la película que representa el campo de exterminio donde asesinaron a 250.000 personas, sintió curiosidad y alquiló el video.
Al estar sentada en el living de su casa mirando el video, Mirelle de nueve años declaró: "Yo conozco esta historia". Su madre le aseguró que no la conocía, pero la pequeña Mirelle sostuvo que reconocía todo. En la escena en la que un ovejero alemán ataca a una mujer, Mirelle gritó: "¡Por eso odio a los ovejeros alemanes!". En la última escena de la película, cuando la mayoría de los prisioneros son asesinados durante el intento de escape, Mirelle comenzó a llorar.
Tres décadas más tarde, ella recordó: "Tenía la sensación de que necesitaba encontrar a las personas que habían sobrevivido. Sabía que eran mi pueblo".
Llegué a la conclusión de que tenía un alma judía reencarnada en una familia no judía, y que mi vida pasada probablemente había tenido lugar durante el Holocausto.
Para Mirelle, ver "Escape de Sobibor" fue como abrir una puerta hacia un túnel oscuro. Ella comenzó a tener pesadillas recurrentes sobre el Holocausto que la plagaron durante el resto de su infancia y adolescencia. Se obsesionó con los judíos (aunque seguía sin haber conocido a ninguno) y con Israel. Mientras que ninguno de sus amigos ni siquiera había oído hablar del Holocausto, ella leía con voracidad libros sobre el Holocausto y miraba películas.
A los diecisiete años dejó la escuela y se fue a pasar un año en Israel. Eventualmente se convirtió al judaísmo.
Mi conversión tuvo lugar hace algunos años, después de años de tratar de investigar por qué estaba tan conectada con la cultura judía, el judaísmo, el Holocausto e Israel. Llegué a la conclusión de que tenía un alma judía, que había reencarnado en una familia no judía y que probablemente mi vida previa fue durante el Holocausto. De niña sabía cosas y tenía recuerdos de cosas que nadie me había contado. Durante mi entrevista con los rabinos antes de mi conversión, ellos reconocieron mi creencia respecto a que tenía un alma judía. Después de la conversión, fue como si mi alma estuviera en paz.
La reencarnación asume la existencia de una entidad espiritual, el alma, que continúa existiendo después de la muerte del cuerpo físico, y posteriormente puede entrar a un nuevo cuerpo.
El propósito del descenso del alma al mundo físico, de acuerdo con la Kabalá, es para tikún o rectificación de los errores del pasado. Tal como cada alma es única, también lo es cada tikún.
Para algunos, un defecto en no haber actuado puede ser rectificado con una sola y gloriosa decisión. Para otros, el tikun es una rectificación de un defecto de carácter. El miedo debe ser reemplazado por coraje, el egoísmo por generosidad. Para otros, la disposición al enojo (hacia Dios y los seres humanos) debe ser rectificado con fe y amor.
La reencarnación reemplaza el miedo de la mortalidad con la certeza de la inmortalidad. Esta inmortalidad no tiene nada que ver con la juventud ni un buen estado del cuerpo. El cuerpo y todos sus atavíos obviamente perecerán. Sin embargo, la reencarnación garantiza la longevidad eterna de nuestra identidad básica: el alma. Como un niño que baja de una montaña rusa y corre para volver a ponerse en la fila para subir de nuevo, nuestras almas anhelan "otra vuelta", otra oportunidad de corregir los errores con una consciencia más clara y actos más benevolentes. La muerte viene con un boleto para otra vuelta, aunque por lo general la fila de espera es muy larga.
Reimpreso del libro de Sara Yoheved Rigler: "I've Been Here Before"
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