Los Toronto Maple Leafs y el futuro del pueblo judío

10/05/2023

4 min de lectura

¿A qué equipo alientas? ¿Te has preguntado por qué?

Si bien nací en Toronto, Canadá, hace décadas que ya no vivo allí, y nunca fui un gran fanático de las grandes ligas deportivas, pero realmente me emocioné cuando los Maple Leafs de Toronto rompieron una mala racha de 19 años y ganaron las eliminatorias de la Liga Nacional de Hockey sobre hielo contra los Tampa Bay Lightning con un emocionante gol en el tiempo extra.

Le envié un mensaje de texto diciendo "Mazal Tov" a mi hermano y a mi cuñado que viven en Toronto, ya que ambos son ávidos fanáticos de los Maple Leafs.

La ciudad estalló de felicidad.

Los seguidores de los Maple Leafs celebran en el centro de Toronto.

Y por un momento, desde la lejana Jerusalem, me vi llevado por la emoción. Mi reacción me tomó por sorpresa. ¿Por qué estaba tan emocionado de que un grupo de jugadores de hockey, de quienes ni siquiera conocía el nombre, en la otra punta del mundo, finalmente hubieran ganado? ¿Qué tenía que ver eso conmigo?

Henri Tajfel, un psicólogo social de los años 70, dio forma a la "Teoría de la Identidad Social" que ayuda a explicar este fenómeno. Parte de nuestra autoestima y de nuestra identidad viene de los grandes grupos a los cuales pertenecemos y con quienes nos identificamos. Estos pueden ser tu familia, tu universidad, tu nacionalidad… o el equipo de hockey de tu ciudad.

Usas sus símbolos, miras sus partidos e incluso puedes usar la palabra "nosotros" cuando hablas de ellos. Su victoria es tu victoria. Su éxito mejora tu autoestima. "¡Ganamos!", aunque no hayas jugado ni un segundo y ni siquiera sepas patinar.

Sigue habiendo un hilo que me conecta con Toronto. Pero a mis hijos no podría importarles menos.

Lo que descubrí con el triunfo de los Leafs es que a pesar de haberme ido de Toronto hace tanto tiempo y de haber construído mi vida en Israel, Toronto no me dejó por completo. Sigue habiendo una pequeña y diminuta parte, un hilo que me conecta con mi lugar de nacimiento lo suficiente como para que sienta que su victoria después de 19 años de pérdidas merece un emotivo mazal tov.

Pero a mis hijos, que nacieron y crecieron en Jerusalem, y que nunca escucharon hablar de los Maple Leafs, no podría importarles menos su victoria. Yo no transmití a mis hijos mi tenue conexión con Toronto.

Y esta desconexión implica un peligro para el pueblo judío.

¿Por qué?

Israel versus la Unión Soviética

No fue hace tanto tiempo que los judíos de todo el globo se identificaron con Israel. A pesar de no haber vivido nunca en Israel o de ni siquiera haber estado allí de visita, la victoria de Israel fue su victoria. Su equipo había ganado.

Esta clase de conexión de hecho salvó a los judíos que partieron de Egipto. Los judíos estaban totalmente asimilados, al borde de perder por completo su identidad. El Midrash dice que en mérito a tres cosas nuestros antepasados salieron de Egipto: por no haber cambiado sus prendas, sus nombres ni su idioma. Ya no estaban circuncidados y adoraban ídolos, pero hablaban en hebreo, mantuvieron sus nombres judíos y seguían vistiendo prendas que los identificaban como judíos.

¿Cómo pudieron haberse asimilado a tal grado y sin embargo seguir manteniendo sus nombres, su idioma y sus ropas? ¿Qué hizo que se apegaran a eso? Rav Nóaj Weinberg dio la siguiente respuesta.

En 1977, durante el momento cumbre de la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética boicoteaba a Israel, el equipo de básquet Macabi Tel Aviv jugó en las semifinales de la Copa de Europa contra el CSKA de Moscú, el equipo del Ejército Rojo. Los rusos se negaron a jugar en Tel Aviv y también se negaron a dar visas a los israelíes para jugar en Moscú. Finalmente llegaron a un compromiso y jugaron en un pequeño pueblo de Bélgica. Fue un partido de gran carga emocional, impregnado de significado simbólico.

Los judíos rusos en la Unión Soviética, que nunca habían estado en Israel y que no sabían casi nada sobre judaísmo, de pronto se encontraron alentando al equipo israelí.

Mientras que los israelíes estaban pegados a sus televisores mirando este partido clave, los judíos rusos en la Unión Soviética, que nunca habían estado en Israel y que no sabían casi nada sobre judaísmo, de pronto se encontraron alentando al equipo israelí. No podían leer hebreo, pero se identificaban con el equipo israelí como "nuestro equipo".

Los disidentes soviéticos habían arriesgado sus vidas para aprender Torá y estudiar hebreo. Los judíos rusos se identificaban con orgullo con los israelíes que representaban a su pueblo. Ellos alentaban a su equipo: los israelíes. (Macabi Tel Aviv venció a los favoritos y poderosos soviéticos 91-79).

La mayoría no tenían una educación judía que les permitiera entender qué significaba realmente ser judíos, pero sabían que eran judíos, sabían que los judíos habían retornado a su patria y construían un país en contra de todas las probabilidades, y estaban orgullosos de eso. Aferrarse a ese tenue orgullo llevó a que muchos judíos comenzaran a explorar qué significaba ser judío.

De forma similar, los judíos en Egipto estaban al borde de la extinción. Pero se identificaban como judíos, mantenían sus nombres, sus ropas y su idioma. Luciendo sus kipot, Shmulik e Itzik conversaban en hebreo mientras observaban las olimpiadas egipcias.

Construyendo sobre su débil identidad judía, tanto los judíos en Egipto como los de la Unión Soviética entraron en acción y avivaron las brasas de su conexión encendiendo una pequeña llama.

Una conexión sostenible

Sin ser proactivos, esa pequeña conexión no puede sostenerse. No puede ser transmitida. ¿Acaso alentarías a un equipo de hockey extranjero que jugara en una liga europea y del cual nunca escuchaste hablar? Así ven mis hijos a los Maple Leafs.

Una generación atrás, muchos judíos de todos los orígenes se sentían conectados con Israel, lo suficiente como para identificarse y alentarlos. Para algunos, Israel hizo que su judaísmo cobrara vida. Hoy Israel está en gran medida fuera de la ecuación. Ese frágil nexo está en riesgo; para muchos ni siquiera existe, para otros incluso es cuestionable.

Eso crea un vacío. La única forma en que se lo puede llenar, y de esa forma retrasar el declive hacia la asimilación, es ser proactivo en la creación de una conexión nutritiva y significativa con el judaísmo que pueda resistir la prueba del tiempo.

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