Por qué mueren las civilizaciones

26/03/2024

4 min de lectura

Tzav (Levítico 6-8 )

En su libro "The Watchman Rattle – Thinking our way out of extinction", Rebecca Costa plantea un relato fascinante respecto a cómo mueren las civilizaciones. Sus problemas se vuelven demasiado complejos. Las sociedades llegan a lo que ella llama un umbral cognitivo. Simplemente no pueden trazar un camino desde el presente hacia el futuro.

El ejemplo que ella da son los mayas. Durante un período de 3.500 años, desde el 2.600 AEC hasta el 900 EC, los mayas desarrollaron una civilización extraordinaria, difundida por todo lo que hoy es México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice, con una población estimada en 15 millones de personas.

No sólo eran maestros alfareros, tejedores, arquitectos y agricultores. También desarrollaron un intrincado sistema de calendario cilíndrico, con cartas celestes para seguir los movimientos de las estrellas y predecir patrones meteorológicos. Ellos tenían su propia forma de escritura y un avanzado sistema matemático. Y, lo más impresionante, desarrollaron una infraestructura de abastecimiento de agua que incluía una compleja red de embalses, canales, presas y diques.

De repente, por razones que todavía no podemos llegar a comprender por completo, todo el sistema colapsó. En algún momento, entre mediados del siglo VIII y del IX, la mayoría del pueblo maya simplemente desapareció. Hay muchas teorías respecto a qué ocurrió. Puede haber sido una sequía prolongada, la superpoblación, las guerras internas, una epidemia devastadora, escasez de alimentos o una combinación de estos y otros factores. De una u otra forma, tras haber sobrevivido durante 35 siglos, la civilización maya fracasó y se extinguió.

El argumento de Rebecca Costa es que cualquier cosa que haya causado el colapso maya, como la caída del imperio romano o del imperio jemer del siglo XIII en Camboya, ocurrió porque los problemas se volvieron demasiados y demasiado complicados para que la gente de la época pudiera resolverlos. Había una sobrecarga cognitiva, y los sistemas colapsaron.

Esto puede ocurrirle a cualquier civilización. Ella dice que también puede estar ocurriéndole a la nuestra. La primera señal de colapso es la paralización. En vez de abordar lo que todos pueden ver que son problemas importantes, la gente sigue como siempre y simplemente transmite sus problemas a la siguiente generación. La segunda señal es el retroceso a la irracionalidad. Como la gente no puede hacer frente a los hechos, se refugia en consuelos religiosos. Los mayas comenzaron a ofrecer sacrificios.

Los arqueólogos descubrieron espantosas pruebas de sacrificios humanos a gran escala. Aparentemente, al ser incapaces de resolver sus problemas racionalmente, los mayas se enfocaron en aplacar a los dioses haciéndoles ofrendas. Y aparentemente lo mismo ocurrió con el imperio jemer.

Lo que hace fascinante el caso de los judíos y el judaísmo. Ellos enfrentaron dos siglos de crisis bajo el dominio romano desde la conquista de Pompeyo en el año 63 AEC y el colapso de la rebelión de Bar Kojba en el 135 EC. Estaban irremediablemente divididos en facciones. Mucho antes de la Gran Rebelión contra Roma y la destrucción del Segundo Templo, los judíos esperaban un gran cataclismo.

Lo notable es que ellos no se enfocaron obsesivamente en los sacrificios, como los mayas y los jemeres. En cambio, se enfocaron en encontrar sustitutos para los sacrificios. Uno de ellos fue guemilut jasadim, actos de bondad. Rabán Iojanán ben Zakai consoló con las siguientes palabras a Rabí Iehoshúa, quien se preguntaba cómo expiaría Israel sus pecados sin sacrificios: "Hijo mío, tenemos otra expiación tan eficaz como esta: los actos de bondad; como está escrito (Oseas 6:6): "Deseo bondad y no sacrificios" (Avot de Rabí Natan 8).

Otro sustituto fue el estudio de la Torá. Los sabios interpretaron las palabras de Malaquías (1:11): "En todo lugar se presentan ofrendas a Mi Nombre", como una referencia a los eruditos que estudian las leyes de los sacrificios (Menajot 100a). "Quien recita el orden de los sacrificios es como si los hubiera ofrendado" (Taanit 27b).

Otro era la plegaria. Oseas dijo: "Lleva contigo palabras y retorna a Dios… Ofreceremos la ofrenda de nuestros labios" (Oseas 14:2-3), implicando que las palabras podían ocupar el lugar del sacrificio. "Quien reza en la casa de plegarias es como su llevara una ofrenda pura" (Talmud Ierushalmi, Brajot, perek 5, halajá 1).

Otro sustituto era la teshuvá. El Salmo (51:19) dice: "Los sacrificios de Dios son un espíritu contrito". A partir de esto los Sabios infirieron que "si una persona se arrepiente, se le considera como si hubiera ido a Jerusalem, construyera el Templo y el altar y ofreciera sobre él todos los sacrificios ordenados en la Torá" (Vaikrá Rabá 7:2).

El quinto era el ayuno. Dado que no comer disminuye la grasa y la sangre de la persona, eso se contaba como un sustituto de la grasa y la sangre de un sacrificio (Brajot 17a). El sexto sustituto era la hospitalidad: "Mientras el Templo estaba de pie, el altar expiaba por Israel, pero ahora la mesa de la persona expía por ella" (Brajot 55a).

En retrospectiva, resulta sorprendente que en vez de aferrarse obsesivamente al pasado, los sabios como Rabán Iojanán ben Zakai pensaran en el futuro ante el escenario de "en el peor de los casos". La gran pregunta que plantea la parashá Tzav que trata sobre las diferentes clases de sacri¡ficios, no es: "¿Por qué se nos ordenó hacer sacrificios?", sino más bien: Dado lo fundamental que eran los sacrificios para la vida religiosa de Israel en los tiempos del Templo, ¿cómo sobrevivió el judaísmos in ellos? La respuesta breve es que la inmensa mayoría de los profetas, sabios y pensadores judíos de la Edad Media comprendieron que los sacrificios eran representaciones simbólicas de procesos de la mente, el corazón y la acción, que también podían expresarse de otras maneras. Podemos encontrar la voluntad de Dios mediante el estudio de la Torá, comprometernos al servicio a Dios mediante la plegaria, hacer sacrificios económicos a través de la caridad, crear una comunidad sagrada a través de la hospitalidad, etc.

Los judíos no abandonaron el pasado. En nuestras plegarias, seguimos refiriéndonos constantemente a los sacrificios. Pero ellos no se apegaron al pasado. Ni buscaron refugio en lo irracional. Pensaron en el futuro y crearon instituciones como la sinagoga, la casa de estudios y la escuela, que podían construirse en cualquier lugar y mantener la identidad judía incluso bajo las condiciones más adversas. Eso no es poca cosa. Todas las grandes civilizaciones del mundo con el tiempo se extinguieron, mientras que el judaísmo siempre ha sobrevivido. En cierto sentido, sin duda se debe a la Providencia Divina. Pero por otra parte, fue también la previsión de personas como Rabán Iojanán ben Zakai, que resistieron el colapso cognitivo, crearon soluciones hoy para los problemas de mañana, no buscaron refugio en lo irracional y construyeron en silencio el futuro judío.

Sin duda hay aquí una lección para los judíos de hoy en día: planificar para las generaciones futuras. Pensar por lo menos 25 años hacia el futuro. Contemplar los peores escenarios posibles. Preguntarnos qué haríamos si… Lo que salvó al pueblo judío fue su capacidad, a pesar de su fe profunda y verdadera, de no abandonar nunca el pensamiento racional, y a pesar de su lealtad hacia el pasado, seguir planificando el futuro.

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Ernesto Rivera
Ernesto Rivera
8 meses hace

Me encantó

Cecilia Niron
Cecilia Niron
8 meses hace

Muy sorprendente análisis de nuestras fortalezas y todo eso pero con amor a nuestros orígenes Shabat Shalom!!!

Mario Ventura
Mario Ventura
8 meses hace

Si, los sacrificios nunca dejan de ser, ya no mas sacrificios de sangre, sin embargo la clase religiosa prepara la vaca roja, si nuestra mirada está en el pasado, la capacidad de amar se pierde y no podriamos hacer el bien, como la caridad y el ayuno, el verdadero ayuno del cual habló el profeta que es: comparte tu pan con el hambriento y al desnudo cubras, y al errante albergues en tu casa. Esos son los sacrificios que estan en nuestro futuro.

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