Resolución de conflictos

06/07/2023

6 min de lectura

Matot (Números 30:2-32:42 )

Una de las tareas más difíciles de cualquier líder (desde primeros ministros a padres), es la resolución de conflictos. Sin embargo, también es la más vital. Donde hay liderazgo, hay cohesión a largo plazo dentro del grupo, sin importar los problemas que haya a corto plazo. Donda falta liderazgo, donde los líderes carecen de autoridad, gracia, generosidad de espíritu y la capacidad de respetar posiciones diferentes a las propias, entonces hay división, rencor, murmuraciones, resentimiento, políticas internas y falta de confianza. Los verdaderos líderes son personas que ponen los intereses del grupo por encima de cualquier sección del grupo. Se preocupan e inspiran a los demás a cuidar el bien común.

Por eso hay un episodio de la parashat Matot que tiene suma importancia. Los israelitas estaban en la última etapa de su viaje a la Tierra Prometida. Estaban en la orilla del Jordán, frente a su destino. Dos de las tribus, Reubén y Gad, que contaban con grandes manadas y rebaños, sintieron que la tierra en la que habían acampado era ideal para sus propósitos. Esa era una buena tierra para criar sus animales. Así que fueron a hablar con Moshé y le pidieron permiso para quedarse allí en vez de recibir su parte en la Tierra de Israel. Le dijeron: "Si hemos hallado gracia en tus ojos, que esta región sea entregada a tus siervos como posesión. No nos hagas cruzar el Jordán" (Números 32:5).

Instantáneamente, Moshé estuvo alerta a los riesgos de este pedido. Estas dos tribus estaban poniendo sus propios intereses por encima de los de toda la nación. Serían considerados como abandonando a su pueblo en el momento en que más los necesitaban. Si querían recibir la Tierra Prometida debían luchar una guerra, o una serie de guerras. Moshé les dijo a estas dos tribus: "¿Sus hermanos entrarán en guerra y ustedes permanecerán aquí? ¿Por qué detendrán ustedes el corazón de los hijos de Israel de pasar a la tierra que Dios les ha entregado?" (32:6-7). La propuesta era potencialmente desastrosa.

Moshé les recordó a los hombres de Reubén y Gad lo que había ocurrido con el incidente de los espías. Los espías habían desmoralizado al pueblo cuando diez de ellos dijeron que no podrían conquistar la tierra porque sus habitantes eran demasiado fuertes y sus ciudades impenetrables. El resultado de ese momento fue la condena de toda una generación a morir en el desierto, postergando la eventual conquista durante cuarenta años. "Y he aquí que ustedes se han levantado en lugar de sus padres, una escuela de hombres pecadores, para añadir más al ardor de la ira de Hashem contra Israel. Pues si ustedes se vuelven de seguir tras Él, entonces Él volverá a dejarlos en el desierto y ustedes habrán destruido a todo este pueblo" (Números 32:14-15). Moshé fue honesto, directo y agresivo.

Lo que sigue es un modelo ilustrado de negociación positiva y resolución de conflicto. Los miembros de las tribus de Reubén y Gad reconocen la justicia del reclamo de Moshé del pueblo como un todo y proponen un compromiso: Prepararemos aquí lo necesario para nuestro ganado y nuestras familias y los hombres acompañarán a las otras tribus a cruzar el Jordán. Lucharemos con ellos , incluso iremos delante de ellos, y no regresaremos a nuestras familias hasta que hayan sido libradas todas las batallas y la tierra haya sido conquistada y las otras tribus hayan recibido su heredad. En esencia, invocan lo que más tarde se convertiría en un principio de la ley judía: zé nehené vezé lo jazer, es decir que un acto es permisible si "un lado gana y el otro no pierde".(1) Las dos tribus dijeron: ganaremos teniendo tierra buena para nuestro ganado, pero la nación en su conjunto no perderá, porque seguiremos siendo parte del pueblo, presentes en el ejército, incluso estaremos en la línea del frente, y nos quedaremos allí hasta que ganemos la guerra.

Moshé reconoce que respodieron a sus objeciones. Reafirma su posición para asegurarse que han entendido la propuesta y que están dispuestos a respaldarla. Moshé extrae de ellos el acuerdo con un tenai kaful, una doble condición, tanto positiva como negativa: si hacemos esto, estas serán las consecuencias; pero si no lo hacemos, esas serán las consecuencias. Les pide que afirmen su compromiso. Las dos tribus están de acuerdo. Se ha evitado el conflicto. Los reubenitas y gaditas logran lo que quieren, pero los intereses de las otras tribus y de la nación en su conjunto son asegurados. Es una clase magistral en negociación.

El grado en que las preocupaciones de Moshé estaban justificadas quedó en evidencia muchos años después. Los reubenitas y los gaditas por cierto cumplieron su promesa en los días de Iehoshúa. El resto de las tribus conquistaron y se establecieron en Israel, mientras que ellos (y la mitad de la tribu de Menashé) se establecieron en Transjordania. A pesar de esto, en un breve espacio de tiempo casi hubo una guerra civil.

El capítulo 22 del Libro de Iehoshúa describe cómo después de regresar a sus familias y establecerse en su tierra, los reubenitas y los gaditas construyeron un "altar para Hashem" al este del Jordán. Al ver esto como un acto de secesión, el resto de los israelitas se prepararon para luchar contra ellos. Iehoshúa, en un sorprendente acto de diplomacia, envió a Pinjás, un hombre de paz, a negociar. Él les advirtió sobre las terribles consecuencias de lo que habían hecho al crear un centro religioso fuera de la Tierra de Israel. Eso partiría en dos a la nación.

Los reubenitas y los gaditas dejaron en claro que esa no era en absoluto su intención. Al contrario, a ellos mismos les preocupaba que en el futuro, el resto de los israelitas los vieran viviendo del otro lado del Jordán y concluyeran que ya no querían ser parte de la nación. Por eso habían construido el altar, no para ofrecer sacrificios, no como un rival al Santuario de la nación, sino simplemente como un símbolo y una señal para las generaciones futuras respecto a que ellos también eran israelitas. Pinjás y la delegación quedaron satisfechos con la respuesta y una vez más se evitó la guerra civil.

La negociación entre Moshé y las dos tribus en nuestra parashá sigue de cerca los principios a los que llegó el "Proyecto de negociación de Harvard", establecido por Roger Fisher y William Ury en su texto clásico, "Sí, de acuerdo".(2) En esencia, ellos llegaron a la conclusión de que una negociación exitosa debe involucrar cuatro procesos:

  1. Separar a las personas del problema. En cualquier negociación, hay toda clase de tensiones. Es esencial que estas se eliminen primero para poder abordar objetivamente el problema.
  2. Concentrarse en los intereses, no en las posiciones. Es fácil que cualquier conflicto se convierta en un juego de "todo o nada": si yo gano, tú pierdes. Esto es lo que sucede cuando te enfocas en las posiciones y la pregunta es: "¿quién gana?". Al enfocarse no en las posiciones sino en los intereses, la pregunta se convierte en: "¿Hay alguna manera de lograr lo que cada uno desea?".
  3. Inventar opciones para beneficio mutuo. Esta es la idea expresada halájicamente como ze nehené vezé lo jazer, "ambos lados se benefician". Esto ocurre porque las dos partes suelen tener objetivos diferentes, pero estos no son excluyentes.
  4. Insistir en ciertos criterios objetivos. Asegurarse que ambas partes lleguen de antemano a un acuerdo sobre el uso de criterios objetivos e imparciales para juzgar si se ha logrado lo acordado. De lo contrario, a pesar de todos los aparentes acuerdos, la disputa continuará, y ambas partes insistirán que la otra parte no ha cumplido con lo que prometió.

Moshé hizo las cuatro cosas. Primero separó a las personas del problema, dejando claro a los reubenitas y a los gaditas que el tema no tenía nada que ver con quiénes eran, sino con la experiencia de los israelitas en el pasado, específicamente en el episodio de los espías. Sin importar quiénes fueron los diez espías negativos y a qué tribus pertenecían, todos sufrieron. Nadie ganó. El problema no es sobre esta o esa tribu, sino sobre la nación como un todo.

En segundo lugar, Moshé se enfocó en intereses, no en posiciones. Las dos tribus estaban interesadas en el destino de la nación en su conjunto. Si anteponían sus intereses personales, Dios se enojaría y todo el pueblo sería castigado, incluyendo a los reubenitas y a los gaditas. Es llamativo cómo esta negociación contrasta con la disputa de Kóraj y sus seguidores. Allí, todo el argumento era sobre posiciones, no sobre intereses, respecto a quién tenía derecho a ser el líder. El resultado fue una tragedia colectiva.

En tercer lugar, los reubenitas y los gaditas inventaron una opción de beneficio mutuo. Si nos permiten preparar lo necesario para nuestro ganado y nuestros hijos, no sólo lucharemos en el ejército, sino que seremos su vanguardia. Nos beneficiaremos, sabiendo que nuestro pedido fue concedido. La nación se beneficiará de nuestra disposición a asumir la tarea militar más exigente.

En cuarto lugar, hubo un acuerdo sobre criterios objetivos. Los reubenitas y los gaditas no regresarían a la orilla oriental del Jordán hasta que todas las tribus estuvieran seguras en sus territorios. Y así sucedió, tal como se narra en el Libro de Iehoshúa:

"Entonces Iehoshúa llamó a los reubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Menashé y les dijo: "Ustedes han hecho todo lo que les ordenó Moshé, el siervo de Hashem, y me han obedecido en todo lo que les he ordenado. No han abandonado a sus hermanos hasta hoy, sino que han cumplido estrictamente el mandato de Hashem, su Dios. Ahora que Hashem ha dado descanso a sus hermanos, pueden regresar a sus hogares en la tierra que Moshé,el siervo de Hashem, les dio del otro lado del Jordán" (Iehoshúa 22:1-4)

En síntesis, este fue un modelo de negociación, una señal de esperanza después de muchos conflictos destructivos en el Libro de Bamidbar, así como una alternativa válida para muchos conflictos posteriores en la historia judía que tuvieron terribles resultados.

Debemos prestar atención al hecho de que Moshé tuvo éxito no porque fue débil, no porque estuvo dispuesto a comprometer la integridad de toda la nación, no porque usó palabras dulces y evasiones diplomáticas, sino porque fue honesto, fiel a sus principios y se mantuvo enfocado en el bien común. Todos enfrentamos conflictos en nuestras vidas. Así es como debemos resolverlos.

Shabat shalom


NOTAS

  1. Bava Kama 20b
  2. Roger Fisher and William Ury, Getting to Yes: Negotiating Agreement Without Giving In, Random House Business, 2011.
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