Tú no eres quien crees ser

8 min de lectura

Si pusieran en tu cerebro la personalidad de otra persona, ¿pasarías a ser esa persona?

Si no soy yo, ¿quién demonios soy?

Douglas Quaid (Arnold Schwarzenegger) en El vengador del futuro.

Si conoces la obra de Philip K. Dick, entonces sabes que uno de sus temas centrales es la relación entre la memoria de la persona y su identidad. Este punto es evidente en muchas de las historias de Dick que llegaron al cine, como ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (que fue adaptada para la película Blade Runner, sin dudas la mejor de las películas basadas en las obras de Dick); Paycheck y Una mirada a la oscuridad.

Luego están las historias cortas Podemos recordarlo todo por usted (la primera parte formó la base de El vengador del futuro original y su inútil remake) e Impostor (la base de una película mediocre de Gary Sinise). Esas dos historias logran ilustrar el problema con las teorías filosóficas de "continuidad de consciencia" de la identidad que se originan en John Locke (quienes no conocen aún estas historias o películas son debidamente advertidos de que brindaré detalles que les arruinarán las películas).

La famosa opinión del filósofo inglés John Locke es que ni la continuidad de tu cuerpo ni de una sustancia inmaterial serían suficientes.

¿Por qué es cierto que eres la misma persona que eras cuando tenías 8 años, a pesar de los cambios físicos y sicológicos que tuviste desde esa edad? ¿Por qué es cierto que un ser que exista, después de tu muerte, en el cielo o en el infierno, sería la misma persona que tú? La famosa opinión del filósofo inglés John Locke es que ni la continuidad de tu cuerpo ni de una sustancia inmaterial serían suficientes. En cambio, de acuerdo a su opinión, lo que hace que seas la misma persona es la continuidad de la conciencia, particularmente de la memoria. Recuerdas, o eres consciente de, haber hecho lo que hiciste a los 8 años, y esa es la razón por la que eres la misma persona. Si alguien, después de tu muerte, recordara o fuera consciente de los actos que estás haciendo ahora, esa persona sería la misma que tú, por lo que podrías decir que sobreviviste a tu muerte.

Otros pensadores tienen varias objeciones a esta opinión, y los filósofos que concuerdan con la idea básica de Locke la modifican de varias formas para responder a esas objeciones. Sin embargo, las dos historias de Dick en cuestión ofrecen escenarios que señalan lo que considero el problema clave de las teorías basadas en Locke sobre la identidad personal.

El vengador del futuro, 1990.v

Comienza con Podemos recordarlo todo por usted. Douglas Quail (renombrado Quaid en las versiones fílmicas) está aburrido de su vida monótona y decide visitar la corporación REKAL, que se dedica a implantar recuerdos falsos de lo que sea que uno quiera, borrar el recuerdo que uno quiera que sea borrado y dejar evidencias en tu casa y otros lugares para reforzar la ilusión de que lo que crees recordar realmente ocurrió.

El pedido de Quail es que REKAL implante en él recuerdos de haber sido un agente secreto en un viaje a Marte. Sin embargo, durante el curso de la implantación, los empleados de REKAL descubren que, en el pasado, Quail había reprimido recuerdos reales de haber sido un agente secreto en Marte, que realmente había sido tal agente y que su memoria había sido borrada de forma imperfecta. Al advertir el riesgo de inmiscuirse en temas gubernamentales, REKAL trata de disociarse por completo de Quail y sus recuerdos vuelven lentamente. Quail termina llamando la atención de agentes del gobierno, quienes tratan de matarlo para mantener en secreto el trabajo que había realizado como espía.

Lo que es particularmente interesante para nuestro tema es una escena en la historia original de Dick, donde Quail les implora desesperadamente a los agentes del gobierno que contemplen, como alternativa a matarlo, borrar sus recuerdos de forma más profunda que en el primer y fallido intento. Su respuesta es la siguiente:

"Entrégate a nosotros. Investigaremos esa posibilidad. Sin embargo, si no lo logramos, si tus recuerdos reales comienzan a aparecer de nuevo como ocurrió esta vez, entonces…". Hubo silencio, y luego la voz concluyó: "Tendremos que destruirte, como seguramente entiendes. Bueno, Quail, ¿aún quieres intentarlo?"

"Sí", dijo. Porque la otra opción era morir ahora. Al menos, de esta forma, tendría una oportunidad, por más pequeña que fuera.

Final de la cita. No es claro cómo se efectuaría la eliminación de recuerdos, pero sí que Quail, ante la necesidad, estaba dispuesto a que sea completa. Nota el brusco contraste con la dirección que tendría la historia si siguiera la lógica de la teoría de personalidad de Locke. De acuerdo a Locke, al borrar los recuerdos de una persona e implantar nuevos, esta dejaría de existir y una nueva persona ocuparía su lugar. Para Quail, sin embargo, esa acción es precisamente la única alternativa para que la persona original continúe con vida. Quail cree que seguirá siendo Quail, que seguirá existiendo, incluso si recibe un grupo falso de recuerdos y, además de eso, la continuidad de esa existencia (en lugar de la continuidad de la consciencia o los recuerdos) es lo que más le importa.

Ahora piensa en Impostor. En esta historia, el protagonista (protagonizado por Sinise en la versión de cine) es acusado de ser un androide, copia exacta del científico gubernamental Spence Olham, y enviado como espía por el enemigo marciano. Mientras huye busca probar que es el verdadero Olham, que está convencido de ser. Sin embargo, resulta que tanto él como sus perseguidores terminan descubriendo, demasiado tarde y para su horror (por lo que el descubrimiento representa en el contexto de la historia), que el verdadero Olham está muerto y nuestro protagonista era realmente un impostor. El complot marciano era tan perfecto que ni siquiera el infiltrador era consciente de él.

Impostor, 2001

Aquí, el impostor recuerda perfectamente (o al menos cree) ser Olham, y hace lo que Olham hacía. Eventualmente, tanto él como los demás se convencen de que realmente es Olham. No tiene recuerdos de ser otra persona, y tampoco hay otra persona que tenga los recuerdos de Olham. La teoría de Locke (al menos si no se clasifica rígidamente de formas que exploraron los seguidores de Locke) parecería implicar que es Olham. Pero, sin embargo, no lo es.

Evito intencionalmente preguntar si podría decirse que un duplicado robótico tendría los mismos pensamientos o recuerdos que tendríamos nosotros. Yo creo que un robot no podría tenerlos, pero para nuestro tema es irrelevante.

Podría decirse que las dos historias ilustran que, contrario a las implicancias de la teoría de Locke, no eres quien crees ser. Si los recuerdos de Quail se eliminaran por completo, Quail ya no creería que es Quail, pero seguiría siéndolo. La réplica de Olham cree que es Olham, cuando en realidad no lo es. Si la opinión implícita en las historias de Dick es correcta, entonces quién eres en realidad puede no ser quien crees ser.

Podría decirse que las dos historias ilustran que, contrario a las implicancias de la teoría de Locke, no eres quien crees ser.

Creo que, en un aspecto, esto es correcto. Podría sonar a escepticismo, pero en realidad es lo opuesto.

Para entender por qué no es escepticismo, piensa en un ejemplo paralelo: el dolor y su relación con el comportamiento como las muecas de dolor y el llanto. El dolor y el comportamiento por el dolor no son lo mismo, como se puede apreciar en la posibilidad de que exista dolor sin un comportamiento afín, así como ese comportamiento sin que exista dolor (como cuando alguien finge). Entonces, el experto en conducta se equivoca al identificar el dolor con disposiciones hacia el comportamiento.

Sin embargo, la relación entre el dolor y el comportamiento no es contingente, como supondría el filósofo francés René Descartes. Como señaló el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein, el comportamiento ante el dolor se asocia normativamente con el dolor. En un caso normal, el dolor y el comportamiento en cuestión se asocian a pesar de que haya casos inusuales en los que existen por separado.

Un filósofo académico como Thomas Aquinas explicaría esta idea diciendo que el comportamiento en cuestión (las muecas de dolor y el llanto) es una consecuencia apropiada del dolor. Una consecuencia no es parte de la esencia de algo, pero de todos modos fluye de ella. El mejor ejemplo es la risa, que no es parte del ser humano como animal racional, pero surge de la animalidad racional.

Dado que una consecuencia apropiada fluye de la esencia, lo que tiene esa esencia tiende a exhibir la consecuencia apropiada (la mayoría de las personas ríe de vez en cuando, los perros tienen cuatro patas, etc.). Sin embargo, como las consecuencias apropiadas son ajenas a la esencia de la que emanan, podrían no manifestarse si el flujo está bloqueado (hay personas que casi nunca ríen, perros con tres patas, etc.). Entonces, en casos normales, el comportamiento del dolor es consecuencia del dolor, por lo que la conexión entre ellos no es contingente, aunque puedan existir casos en que el comportamiento no se manifieste.

Ahora, de la misma forma, podrías decir que el recuerdo es una especie de consecuencia apropiada de la identidad personal (si bien esto tendría que ser expuesto en una presentación más técnica, porque las consecuencias son, técnicamente hablando, consecuencias de sustancias).

Es decir, en una situación normal, que B sea la misma persona que una persona anterior A se asocia con que B recuerde haber hecho lo que hizo A. De acuerdo a Locke, la conexión entre la memoria y la identidad no es meramente contingente. Sin embargo, como pueden existir casos en los que los recuerdos "correctos" no se manifiesten a pesar de que se conserve la identidad personal, se presenta una dificultad en el relato de Locke. Así como el conductismo identifica equivocadamente el dolor con lo que, en realidad, es sólo una consecuencia del mismo (el comportamiento del dolor), Locke identifica a la identidad personal con algo que, en realidad, es sólo una consecuencia apropiada de la misma (la memoria).

Respecto al escepticismo: supón que el conductista argumentara que, al identificar el dolor con el comportamiento del dolor y otras condiciones mentales con otros tipos de comportamiento, se hubiera resuelto el problema del escepticismo frente a la existencia de otras opiniones. Nunca dudarías si una persona sufre dolor o no: mientras exista el comportamiento del dolor, el dolor también estará presente, porque dolor y comportamiento son exactamente lo mismo. Ahora, por supuesto, esto sólo "solucionaría" el problema del escepticismo frente a otras opiniones que separan el dolor y otras situaciones mentales de lo que les es esencial.

O, para usar otro ejemplo, piensa en la afirmación del filósofo irlandés George Berkeley, quien opina que su idealismo (la opinión de que no existe nada más allá de las mentes y sus ideas) socaba el escepticismo sobre la existencia de los objetos físicos. El escéptico dice que, quizás, no haya una mesa allí a pesar de que todos la percibamos y sintamos. Berkeley responde que, dado que (en su opinión) la mesa es sólo la colección de nuestra percepción de ella, no puede dudarse de que la mesa esté allí mientras existan esas percepciones. Esto "resuelve" el problema del escepticismo sobre la existencia de objetos físicos sólo mediante la separación de ellos del estado ontológico independiente de la mente que generalmente se les considera esencial.

De la misma forma, al asimilar la identidad personal a la memoria, Locke hace algo paralelo a la asimilación conductista del dolor al comportamiento del dolor o a la de Berkeley sobre los objetos físicos a nuestra percepción de ellos.

Y la supuesta respuesta al escepticismo que brinda la asimilación es tan ilegítima en este caso como lo es en los demás. A primera vista pareciera que, si fueras quien crees ser, quien recuerdas que eres, el escepticismo sobre la identidad personal quedaría descartado. Si B recuerda haber hecho lo que hizo A, entonces B es la misma persona que A y, de ser así, no habría una diferencia entre la memoria y la identidad para que el escéptico aproveche. Sin embargo, eso haría que el impostor marciano fuera idéntico al Olham verdadero, y que el Quail resultante de una eliminación completa de la memoria y el reemplazo de la misma no fuera idéntico a Quail. Tales consecuencias son tan extremas e inverosímiles como la identificación que hacen el conductista del dolor con el comportamiento del dolor y Berkeley con los objetos físicos y nuestra percepción de los mismos.

La distinción académica entre la esencia y las propiedades permite un relato más matizado y verosímil de la relación entre la identidad personal y la memoria, una consideración que podría ser tomada como otro argumento para esa distinción.


Este artículo apareció originalmente en https://edwardfeser.blogspot.com/2014/08/youre-not-who-you-think-you-are.html

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