¿Tu pareja te hace enojar?

5 min de lectura

A veces, el otro tiene poco que ver con lo herido que te sientes.

Después de un desacuerdo o una pelea con tu esposo/a…

  • ¿Te resulta difícil dejar la pelea de lado y concentrarte en otra cosa?
  • ¿Eliges mantenerte desconectado y no manifestar afecto?
  • ¿Sientes la necesidad de mantenerte distante por un tiempo?
  • ¿Sientes que tu pareja necesita esforzarse para ser digna de recuperar tu amor?

Responder que sí a cualquiera de estas preguntas es una señal de que el dolor momentáneo que te acaba de causar tu esposo/a despertó un dolor no resuelto de tu pasado. En cierto grado, culpas a tu pareja por un dolor que él o ella no causó.

Tu esposo/a pisó una mina explosiva, volvió a abrir heridas profundas. Pero esas heridas estaban allí antes de que ustedes se conocieran.

Durante la pelea, tu esposo/a pisó una mina explosiva; y tal vez debería haber tenido más cuidado. Pero… ¿Quién puso esa mina explosiva? ¿De dónde llegó? No naciste con ella. Incluso si tu pareja hizo algo malo, ¿por qué eso despertó en ti una respuesta tan extrema de dolor y enojo?

Una noticia de último momento: tu compañero tiene poco que ver con lo herido que te sientes.

Tu esposo/a desencadenó heridas profundas. Pero esas heridas estaban allí antes de que ustedes se conocieran.

Piensa esto:

Si realmente te sintieras completo y positivo con respecto a ti mismo y a tu vida, ¿las palabras, actos o falta de actos por parte de tu pareja, despertarían semejantes sentimientos de furia, dolor y tristeza?

Puede ser que sientas que tu pareja es la raíz de tu dolor porque lo que él o ella hizo desencadenó esos poderosos sentimientos de traición, dolor y falta de valor. Pero lo más probable es que estés culpando a tu pareja por un dolor que fue sembrado en ti mucho antes de que él o ella entrara en tu vida.

Cuando te enfocas en la culpa que tiene tu pareja por tu dolor, pierdes la posibilidad de descubrir el rol subyacente que tiene tu pasado sobre los sentimientos que experimentas en el presente. Eso no te permite trabajar sobre esos problemas y traumas persistentes, resolverlos y seguir avanzando para construir una vida sana y una relación de tranquilidad y alegría.

¿Cómo puedes saber si tu dolor actual tiene sus raíces en tu pasado?

Aquí hay tres señales:

Señal #1 – Estás completamente cerrado al punto de vista de tu esposo/a.

¿Estás absolutamente seguro de que la forma en que ves la situación es la única forma correcta de entenderla?

Esta es una señal de que la presente discordancia con tu pareja está despertando un dolor agudo de tu pasado. Este dolor por lo general se mantiene dormido, pero siempre está en el trasfondo. Por eso estás tan seguro de que tu perspectiva es el único punto de vista correcto. Porque lo que tu pareja dijo o hizo golpeó un lugar doloroso que forma parte del marco a través del cual experimentas todo lo que te ocurre en la vida. Entonces, cuando tu pareja desencadena ese dolor, es como si hubiera provocado toda tu realidad, y no puedes ver nada fuera de eso.

Señal #2 – Sientes un dolor abarcador y absoluto

¿Una pequeña infracción de tu esposo/a provoca que sientas un dolor enorme? ¿Un pequeño tropiezo de tu pareja te lleva a sentir que toda su relación está mal y que merece ser destruida por completo?

Si el dolor que sientes es desproporcionado a la ofensa cometida por tu esposo/a, esta es una señal de que el dolor está arraigado en traumas pasados que preceden a tu pareja. El dolor que sientes no es simplemente un efecto de lo que tu esposo/a hizo ahora. Está saliendo a la superficie algo mayor y más profundo.

Señal #3 – Sientes como si te estuvieran borrando

¿Sientes que cualquier pequeño desacuerdo debe ser resuelto de inmediato? ¿Sientes que nada más importa si ustedes no pueden “resolver eso” en ese mismo instante? ¿Te resulta imposible cumplir con otras responsabilidades y actividades si hay un desacuerdo en tu relación?

La incapacidad de permitir desacuerdos y contener discordancia señala una falta de autoestima independiente, de valoración personal y de amor propio. Buscas una validación personal a través de la relación; en consecuencia, cuando la relación no opera de acuerdo con lo que tú piensas que debería ser, sientes que estás siendo excluido o borrado.

Cuando experimentas cualquiera de estas señales y enfocas tu atención y la culpa en tu pareja por desencadenarlas, pierdes dos importantes componentes de cualquier relación sana:

  1. Estás tan enfocado en la transgresión de tu esposo/a que pierdes de vista tu parte en lo que ocurre. No das un paso atrás para determinar dónde podrías hacer algún cambio proactivo para mejorar la situación.
  2. Estás tan envuelto por las emociones que experimentas que no te tomas un momento para empatizar con tu esposo/a y con lo que él o ella siente. No te das a ti mismo ni un segundo para entrar en la realidad de tu pareja y considerar de dónde viene ni lo que puede estar sintiendo.

Cómo salir de este enredo

La solución es despegarse mental y emocionalmente. Hasta ahora, estabas tan abrumado y enredado en tus emociones y tu perspectiva que perdías de vista todo lo demás.

La próxima vez que sientas que te inundan estos sentimientos y pensamientos negativos y dolorosos, prueba esto:

  • Retírate de la situación y encuentra un lugar apartado.
  • Tómate un segundo para salir de tu dolor y de tus emociones y lograr centrarte.
  • Describe para ti mismo el sentimiento que experimentas y que se encuentra debajo de esa herida.
  • ¿Ya sentiste eso mismo antes? ¿Cuál fue la primera vez que recuerdas haberlo sentido?
  • Imagínate de nuevo en ese momento, con esa persona, en esa situación, sólo que esta vez estás decidido no sentirte herido por ella, sin importar lo que haga. Imagina que esa persona utiliza todos sus métodos para herirte y deprimirte, pero tú la miras con desprecio. Dejas que cualquier cosa que esa persona o situación te haga resbale como agua por la espalda de un pato. Simplemente relaciónate con su pequeñez con cierta lástima.

Al hacer este ejercicio, te harás más grande que la persona o la situación que te dejó con una herida que nunca se resolvió. Al revivir estas experiencias de una forma en que el catalizador de tu trauma no tiene poder y tú resultas victorioso, te expandes para contener esas experiencias del pasado, las superas y las dejas en el espejo retrovisor. (Lo ideal para experimentar sanación y transformación real y duradera, es hacer este ejercicio dos veces al día durante 10 minutos, por dos semanas).

Ahora que el dolor de tu pasado se ha reducido, puedes enfrentar el problema actual que surgió con tu pareja; un problema singular y no una mina explosiva que desencadena un apocalipsis emocional. Al liberar algunos de esos lazos con tu dolor latente, te resultará mucho más fácil salir de ti mismo por un momento y considerar que tu pareja tiene su propio pasado, a través del cual él o ella experimenta la relación. Quizás tu pareja actuó de la mejor forma que pudo, con intenciones y motivaciones diferentes que las que tú le atribuiste.

Pregúntate en dónde puedes mejorar las cosas dentro de la relación. Entonces, sin críticas ni culpas, comparte lo que sientes con tu esposo/a de una manera abierta y sincera.

Al acercarte a tu esposo/a de esta forma equilibrada y con introspección, es mucho más probable que tengas éxito para resolver problemas y construir la relación. Al conectarte desde un lugar de respeto hacia ti mismo y hacia tu pareja, infundes amor, cuidado y armonía en la relación.

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