5 maneras de impulsar tu crecimiento espiritual

21/08/2023

3 min de lectura

Este es el mejor momento del año para "mover" un poco las cosas.

1. Fortalece tus músculos de libre albedrío

Rosh Hashaná, el año nuevo judío, literalmente significa 'la cabeza del año'. Se le llama la cabeza porque el año nuevo es el momento para obtener claridad y visión sobre el propósito de tu vida y metas para el próximo año.

El mes hebreo de elul, que comenzó hace unos días, es el último mes del año. Si Rosh Hashaná es la cabeza, entonces elul —el último mes del año— es simbolizado por los pies. En hebreo, un 'pie' es reguel, que comparte la misma raíz hebrea que 'hábito' herguel, lo cual implica moverse o realizar una acción automáticamente sin pensar.

La idea es reconectar estos últimos días del año judío con el Rosh Hashaná previo, cuando estabas ardiendo con pasión para lograr metas claramente definidas. Ahora es el momento de sacudir el polvo de la complacencia e infundir este último mes con la vitalidad que tenías al comienzo del año.

Cuando vives por hábito, estás sonámbulo, siguiendo la corriente, y dejando que tus músculos de libre albedrío se atrofien. Lo más importante que puedes hacer para impulsar tu crecimiento espiritual es dejar de ser un zombi y fortalecer tus músculos de libre albedrío tomando decisiones activas.

Por eso, cada mañana durante el mes de elul, se toca el shofar. ¡Es tu recordatorio diario para despertar! Rompe tu rutina, lucha contra tu letargo, combate tu pereza, negatividad, y ciclos repetitivos de rendición. Reconéctate con tu mayor regalo: tu libre albedrío.

¿Cómo?

Elige un acto claramente definido al que puedas comprometerte durante las próximas semanas, algo que requiera un esfuerzo real (pero manejable) y te saque de la monotonía de tu vida habitual. Puede ser comprometerte a hacer ejercicio 15 minutos al día, dar un sincero cumplido a una persona todos los días, en pocas palabras, hacer algo fuera de tu zona de confort.

Cada mini victoria es significativa. Te sentirás empoderado, confiado, liberado. Verás que con esfuerzo, el cambio es posible y eso te dará el impulso inicial que necesitas para avanzar hacia adelante.

2. Enfocate en tus relaciones más importantes

Las relaciones interpersonales son el principal campo de entrenamiento para el crecimiento espiritual. Cómo tratas a los demás es la manera más concreta de sobresalir en la acción de dar y volverte más como Dios, el Dador Supremo.

Es común que la gente trate mejor a sus compañeros de trabajo y a extraños que a su cónyuge e hijos. Es fácil dar por sentadas tus relaciones más importantes, después de todo, siempre están ahí.

Hasta que ya no lo están.

No des por sentado a tu cónyuge e hijos. Este mes, ponlos en la parte más alta de tu lista de prioridades. Dedica más tiempo de calidad, sé extra considerado/a, cariñoso/a y atento/a.

3. Pierde menos tiempo

La abundancia de plataformas de streaming y feeds de redes sociales generan un tsunami de distracción y, enfrentémoslo, nos hacen perder mucho tiempo. Si quieres presentarte en Rosh Hashaná y abogar por otro año de vida, necesitas demostrar que valoras tu tiempo y eres serio al usarlo con propósito. Ve en qué áreas puedes reducir el tiempo muerto.

4. Haz más cosas judías

Comprométete a realizar una práctica espiritual adicional que encuentres significativa. Puede ser leer un libro inspirador, tomar una clase online semanal sobre un tema judío, o tener una cena familiar de Shabat con rica comida, conversación significativa y canciones. Piensa en algo que resuene contigo y asegúrate de que no sea demasiado abrumador.

5. Ten una charla a corazón abierto con Dios

Incluso si no eres del tipo espiritual o un jasíd en formación, considera probar esto. El concepto judío de Dios —un Ser Infinito, Eterno y Omnipresente que no tiene forma— es muy abstracto y, por ende, es fácil relegar a este Ser trascendente a los Cielos mientras tú vives tranquilamente tu vida aquí en la tierra.

Trabaja en hacer a Dios algo tangible, aquí y ahora. Abre tu corazón y habla con Él, comparte tus sentimientos, tus miedos, tu ira, lo que sea que tengas en mente o que pese en tu corazón. No tiene que ser en una sinagoga o con un libro de oraciones. Dios está en todas partes, consciente, escuchando; solo encuentra un momento tranquilo y conversa en Él. Puede que te sorprendas al ver cómo esas charlas te hacen sentir conectado con Él.

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