Cómo rezar en un mundo que se volvió loco

20/11/2023

5 min de lectura

El espectro del antisemitismo está dando forma a mi diálogo continuo con Dios.

Meses antes de los espantosos eventos del 7 de octubre, yo había planificado para noviembre un viaje a Colorado para ir a esquiar con mi hijo. Con la locura que nos rodea en este momento, no estaba segura si hacer el viaje era una buena idea.

"Este no es un buen momento para viajar. Cancélalo", me dijo mi madre una semana antes de la fecha en que debíamos partir. "Tiene razón", pensé, mientras las palabras de los recientes consejos para viajeros israelíes hacían eco en mis oídos. "Les aconsejamos cancelar los viajes a cualquier lugar del mundo. A cualquier parte. Y si viajan, y no puedo creer que estoy diciendo esto, oculten toda señal de su identidad judía".

Pero también pensé en todo lo que mi hijo había vivido desde el 7 de octubre. La angustia de sus padres, el refuerzo de la seguridad en su escuela, las preocupaciones por su hermana y su cuñado que viven en Israel y por sus primos que sirven en el ejército. Le vendría bien ese viaje para despejarse y se sentiría muy abatido si lo canceláramos.

Mientras empacaba nuestro equipo, hablé con él sobre la alerta de viaje y le pedí que usara su gorra de béisbol en vez de su kipá.

"¿Qué? ¿Quieres que oculte que soy judío? ¿Te avergüenzas de ser judía?".

"No", quise decirle. "No me avergüenzo de ser judía. Tengo miedo".

Pero no le dije que tenía miedo. Así que seguí el camino más cobarde y le dije: "No es gran cosa, miles de veces usaste tu gorra de béisbol cuando viajamos. Sólo úsala también esta vez". Agregué su gorra encima de nuestra bolsa con las botas de esquí y salí de la habitación.

Mi hijo bajó las escaleras y me dijo: "Voy a usar mi kipá. Y si alguien tiene un problema con que sea judío, ese es su problema".

Al día siguiente, mi hijo bajó las escaleras y me dijo: "Voy a usar mi kipá. Y si alguien tiene un problema con que sea judío, ese es su problema".

Me quedé helada mientras mi mente se llenaba de todas las imágenes de antisemitismo. Y luego me sentí avergonzada. Mi hijo de trece años tenía que decirme que no debía ocultar mi identidad judía.

Estaba muy orgullosa de él, pero no podía decírselo, porque en lo más profundo seguía estando muy asustada. Tenía miedo del taxista. Miedo de las personas que podríamos encontrar en el aeropuerto y en el avión. De repente tenía miedo de todo el mundo.

Cuando llegamos al aeropuerto, me di cuenta que constantemente escaneaba nuestro entorno y a las personas que nos rodeaban. ¿Ese hombre con traje en la sala del aeropuerto nos estaba mirando? ¿Alguien iba a empezar a gritarnos en cualquier momento contra Israel? Todo el tiempo rezaba en silencio: "Ayúdanos. Protégenos. Por favor, mantennos a salvo".

Entonces una mujer se sentó a nuestro lado y me preguntó si podía decirme algo. Me preparé para la tormenta. Comencé a pensar cómo defendería a Israel y al pueblo judío. Empecé a arrepentirme de haber hecho ese viaje en un momento en el cual el mundo se está desmoronando. ¿En qué estaba pensando?

La mujer me dijo: "Quiero que sepas que soy de Irlanda y la primera vez que llegué a este país hace muchas décadas, una familia judía me recibió y salvó mi vida. Era la familia más maravillosa y compasiva, y tu hijo me recordó a sus hijos. Él es tan educado y digno a pesar de ser sólo un niño. Quiero que sepas cuánto amo al pueblo judío. Rezo por Israel cada día. Esos monstruos… lo que hicieron…"

Ella comenzó a llorar. Se secó los ojos y se disculpó.

Miré a mi hijo, sentado tranquilamente en su asiento con sus auriculares y su kipá, y le susurré: "Estoy muy orgullosa de ti".

Se quitó los auriculares y me preguntó: "¿Por qué?"

En el camino a Colorado me encontré rezando en silencio, diciendo un flujo constante de "gracias". Gracias por el ángel irlandés que me enviaste para calmar mis nervios. Gracias por un hijo tan maravilloso que encarna lo que significa ser una pequeña luz para las naciones.

Cuando finalmente llegamos a donde nos albergaríamos en las Montañas Rocosas, salí al balcón, miré el cielo claro, frío y estrellado y me quedé sin aliento. Había olvidado lo increíblemente hermoso que es el mundo y cómo los miles de millones de estrellas que hay sobre nuestras cabezas pueden dejarnos sin palabras. Mi plegaria se transformó en un susurro: "Estoy asombrada por la belleza trascendente de las montañas que me rodean. Estoy asombrada por la infinita extensión de estrellas. Estoy asombrada por este mundo que Tú has creado".

Al día siguiente, cuando llegué con mi hijo a la cima de la montaña, ambos nos quedamos mudos observando el paisaje, el lago helado en medio de los árboles. Estaba agradecida de no haber cancelado nuestro viaje. Yo lo necesitaba tanto como lo necesitaba mi hijo. Comprendí que las plegarias que había estado diciendo espontáneamente mientras viajábamos son plegarias que todos podemos utilizar ahora que el mundo está dado vuelta, mientras tratamos de vislumbrar un futuro mejor.

"Ayúdanos. Ayúdanos a mantenernos de pie con orgullo y sin miedo. Ayuda para que nuestros soldados vuelvan a casa a salvo. Ayuda para que los rehenes regresen a sus casas a salvo. Protégelos donde sea que se encuentren. Ayuda a curar a los heridos y da consuelo a los afligidos. Ayúdanos a mantener la cordura en medio de la locura que nos rodea. Ayúdanos a ayudarnos mutuamente. Ayúdanos a elegir las palabras adecuadas cuando no sabemos qué decir. Ayúdanos a hacer lo correcto cuando no sepamos qué hacer. Ayuda a Tus hijos. Ayuda a Tu nación. Protégenos mientras seguimos nuestro camino. Ayúdanos".

"Gracias. Gracias por sostenernos en la oscuridad y mostrarnos cómo seguir adelante cuando tenemos miedo de dar otro paso. Gracias por el amor, la luz y la unidad que has inculcado dentro de nuestra nación. Gracias por todas las personas en todo el mundo que rezan por nosotros, que nos aman y lloran por nuestros hijos. Gracias por Israel. Gracias por un hogar al que todos sabemos que podemos regresar desde cualquier rincón del mundo en cualquier momento".

"Gracias por un ejército judío que valora la vida humana por encima de todo y cuya compasión y calidez brillan en la oscuridad. Gracias por los milagros que hiciste desde que comenzó esto, los grandes y los pequeños. Gracias por sostenernos en la oscuridad".

Usa tus propias palabras y simplemente reza, porque el mundo necesita tus plegarias. El pueblo judío necesita tus plegarias.

"Estoy impresionada. Estoy impresionada por los cientos de actos de heroísmo que ocurren cada día. Estoy impresionada por las madres y esposas que despiden a sus hijos y maridos con un beso, sin saber si volverán a verlos ni cuándo. Estoy impresionada por los soldados que arriesgan sus vidas en todo momento para luchar por el pueblo judío en todo el mundo".

"Estoy asombrada de que un niño de trece años arroje su gorra de beisbol al suelo y camine con orgullo como judío por el mundo, a pesar de todo".

"Estoy asombrada por la infinita belleza de este mundo que Tú has creado. No necesito viajar a ninguna parte para reconocer la luz trascendente del sol naciente ni la maravilla de las estrellas. Sólo necesito recordar mirar a mi alrededor y mirar hacia arriba".

En este momento no necesitas un libro de plegarias ni saber hebreo para poder rezar. No necesitas estar en una sinagoga. Puedes rezar en cualquier lugar y en cualquier momento. Usa tus propias palabras y simplemente reza, porque el mundo necesita tus plegarias. El pueblo judío necesita tus plegarias.

"Ayúdanos", "Gracias", "Estoy impresionado/asombrado". Que todas nuestras plegarias sean aceptadas y que Dios nos proteja en un mundo que se ha vuelto loco.

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