Cuando el éxito corrompe

5 min de lectura

Balak (Números 22:2-25:9 )

Ideas de la parashá inspiradas en las enseñanzas de Rav Yaakov Weinberg zt''l.

Los titulares nos sorprenden. Parece que día por medio los periódicos reportan nuevos escándalos por crímenes que involucran a atletas famosos o a celebridades del mundo del espectáculo. Algunos de los héroes que muchos admiramos terminan siendo unos criminales abominables. De hecho, el contacto con las drogas, el alcohol, manejar bajo la influencia de sustancias tóxicas, el robo, el asesinato y demás son proporcionalmente mucho más comunes en los círculos de famosos que en el resto de la sociedad.

¿Por qué a tantos ricos y famosos les resulta difícil tener una vida moral?

La explicación tiene muchos aspectos. El más importante de ellos lo encontramos en Balak, nuestra parashá.

La parashat Balak describe la historia de Bilam, el profeta gentil, y su intento fallido de maldecir al pueblo judío. Rashi (Bamidbar 22:5) pregunta con qué objetivo Dios convirtió al malvado Bilam en profeta:

¿Por qué hizo Hashem posó Su Presencia Divina sobre un gentil malvado? Para que las naciones del mundo no tuvieran una excusa (para no servir a Dios). Ellas hubieran dicho: 'Si hubiésemos tenido profetas, nos habríamos arrepentido". Por esa razón, Dios les dio profetas.

Esta respuesta no termina de satisfacernos. ¿Acaso Rashi respondió la pregunta? ¿Ahora las naciones del mundo no pueden decir que Dios no fue justo? A los judíos Dios les dio a Moshé, un líder santo y recto. ¡A los gentiles Dios les dio al malvado Bilam! Las naciones pueden decir que si Dios les hubiera dado un profeta santo y recto, hubiesen servido a Dios como corresponde. Pero, en cambio, tuvieron un líder y profeta malvado (Bilam). Entonces, ¿no es obvio por qué no sirvieron a Dios? ¿Qué es lo que nos está diciendo Rashi?

Inevitablemente debemos entender lo siguiente. Es imposible que Dios les diera a los gentiles un líder corrupto, inepto y malvado como Bilam. Si lo hubiera hecho, no hubiese respondido al reclamo que presentarían los gentiles, tal como afirma Rashi. Por lo tanto esto significa que Dios buscó en todo el mundo a la persona recta que sería el profeta de los gentiles. La mejor persona para el puesto fue Bilam.

Esto se debe a que el Bilam que conocemos, posterior a la profecía, no es el mismo Bilam que era antes de ser profeta. Antes de convertirse en profeta, Bilam era súper recto, sagrado, amable y santo. Analizaba y criticaba sus acciones y se esforzaba todo el tiempo para crecer espiritualmente. Como dice Maimónides (en sus Leyes de las Bases de la Torá, Iesodei HaTorá Cap. 7):

La profecía sólo puede recaer en una persona extremadamente sabia y erudita, que dominó las cualidades personales apropiadas y que constantemente lucha y derrota a su inclinación al mal.

Esto debería ser cierto también con Bilam. De otra forma, no hubiera ameritado la profecía.

Bilam era el mejor líder potencial para los gentiles, equiparado a Moshé en su absoluta rectitud. Por esa razón Dios lo eligió para ser el profeta y líder de los gentiles. Sin embargo, todo eso era antes de ser profeta. Una vez que Bilam fue profeta, se destruyó espiritualmente. No pudo manejar la poderosa experiencia de la profecía y, en ese punto, se convirtió en el malvado Bilam que conocemos.

Ser profeta lo corrompió. En el Monte Sinaí, Dios eligió al pueblo judío como Su nación sagrada, un pueblo de sacerdotes, que debe guiar a la humanidad en ética, moral y creencias correctas. El mundo entero debe cumplir la voluntad de Dios y los judíos tienen la responsabilidad de llevar al mundo por ese camino. Esta es la idea del pueblo elegido. Por eso los judíos recibieron profetas para que los guiaran en su recorrido y responsabilidad. ¿Cómo fue que recibieron el regalo de los profetas y la profecía?

Los profetas no se crean en un vacío. La profecía no es un truco de magia artificial y superficial. Sólo debido a la grandeza de Abraham que le transmitió su grandeza espiritual a Itzjak, quien a su vez se la transmitió a Iaakov y así sucesivamente, el pueblo judío tuvo el mérito de que sus líderes fueran profetas grandiosos. Moshé llegó al nivel más alto posible y recibió las profecías más claras (ver Bamidbar 12:6-8), pero se lo debe a Abraham, Itzjak y Iaakov, quienes establecieron las raíces de la nación que podría producir un profeta tan grandioso como Moshé. La profecía es el reflejo de toda la nación. No le llega a un individuo aislado sin el respaldo del nivel espiritual de su nación.

Puede ser que haya personas que individualmente cuenten con el mérito espiritual para llegar a ser profetas, pero no lo serán si su nación y su generación no es lo suficientemente sagrada. Si no tenemos profetas en nuestro tiempo, no es porque no haya individuos que lo merezcan, sino porque la nación y la generación no lo merecen. La profecía no se puede lograr en un vacío.

Bilam no pudo manejar la profecía porque no contó con una nación que respaldara su mérito para recibirla. Sólo la nación judía tenía una historia tan rica y sagrada, arraigada firmemente en los Patriarcas y las Matriarcas, y sólo ellos podían recibir profecía.

La respuesta de Dios a las naciones, de acuerdo con Rashi, fue: "Está bien. Les daré un profeta, elegido entre lo mejor y más sagrado de ustedes, y esa persona es Bilam. Pero verán lo que le ocurrirá a Bilam y el gran vuelco que dará una vez que se convierta en profeta de ser sagrado a ser malvado. No será capaz de controlar y dirigir su poder especial de profecía, y eso lo corromperá porque Bilam no está diseñado para ella. Sólo el pueblo judío puede producir profetas que continúen siendo responsables y cuerdos, gracias a la fuerza de su legado. Esta es exactamente la enseñanza que Yo quiero brindar. Nunca envié un profeta viable a las otras naciones, no porque no haya querido o porque sea injusto, sino porque es imposible enviarles un profeta. Si reciben algo que no está diseñado para ustedes, los corrompe, porque les resulta demasiado difícil manejarlo de la forma debida".

Cuando la persona recibe una fuerza o un regalo que no puede manejar o conservar, eso la corrompe y la convierte en una persona malvada como Bilam.

Ahora volvamos a nuestra pregunta original. Muchas celebridades tienen demasiado dinero, poder y fama, mucho más de lo que pueden manejar. Además, esos regalos y bendiciones les llegan con tanta rapidez que algunas estrellas tienden a abusar y desperdiciar su fama y su dinero. En lugar de invertir sus millones con sabiduría, los gastan en caprichos como si no hubiera un mañana, hasta que se sienten vacíos y aburridos. A partir de entonces, todo placer se justifica, incluso si implica violar la ley, lastimar a otras personas e incluso dañarse a sí mismos. Reciben bendiciones para las que no están preparados e inevitablemente, al igual que Bilam y su profecía, se corrompen.

Hay muchas cosas que desearíamos tener. Pero si las tuviéramos, ¿seríamos mejores personas o nos corromperíamos? ¿Cuántas personas conocemos que eran muy buenas y amables pero que apenas se hicieron ricas pasaron a ser seres desagradables y egoístas?

Dios sabe lo que podemos manejar y nos da lo que necesitamos para nuestro servicio personal a Dios. Valoremos lo que recibimos y no ansiemos cosas que, quizás, sean demasiado para nosotros.

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