Liderazgo y lealtad

03/07/2023

5 min de lectura

Balak (Números 22:2-25:9 )

¿El liderazgo es un grupo de habilidades, la capacidad de convocar y dar órdenes? ¿O acaso tiene también una dimensión esencialmente moral? ¿Una mala persona puede ser un buen líder, o su maldad comprometerá su liderazgo? Estas son las pregunta que plantea la figura clave de la parashá de esta semana, el profeta pagano Bilaam.

Antes que nada, a modo de introducción, tenemos evidencia independiente respecto a que Bilaam realmente existió. En 1967 realizaron un hallazgo arqueológico en Deir 'Alla, en la unión de los ríos Jordán y Jabbok: una inscripción en la pared de un templo pagano que data del siglo VIII AEC, que hace referencia a un vidente llamado Bilaam ben Beor, en términos notablemente similares a los de nuestra parashá. Bilaam era una figura muy conocida en la región.

Sus habilidades eran muy impresionantes. Era un virtuoso religioso, un buscado chaman, mago, encantador y hacía milagros. Sobre la base de su experiencia o reputación, Balak dice: "Sé que a quien tú bendices bendito es, y a quien tú maldices, maldito es" (Números 22:6). La literatura rabínica no cuestiona esto. En la frase: "No hubo en Israel otro profeta como Moshé, quien conoció al Eterno cara a cara" (Deuteronomio 34:10), los Sabios llegan a decir: "En Israel no hubo otro profeta tan grande como Moshé, pero sí lo hubo entre las naciones. ¿Quién fue? Bilaam".(1)

Otra fuente midráshica dice que "No había nada en el mundo que el Santo, Bendito Sea, no le hubiera revelado a Bilaam, quien superó incluso a Moshé en la sabiduría de la hechicería".(2) A nivel técnico, Bilaam contaba con todas las habilidades.

Sin embargo, el veredicto final de Bilaam es negativo. En el capítulo 25 leemos la irónica secuela del episodio de las maldiciones/bendiciones. Los israelitas, tras haber sido salvados por Dios de las maldiciones planeadas por Moav y Midián, sufren una tragedia autoimpuesta al permitirse ser tentados por las mujeres de la tierra. Entonces arde la ira de Dios contra ellos. Varios capítulos más adelante (Números 31:16), emerge que fue Bilaam quien planeó esa estrategia: "He aquí que estas fueron las que hicieron que los hijos de Israel, por la palabra de Bilaam, cometieran traición contra el Eterno en el asunto de Peor, y hubo la plaga en la asamblea del Eterno". A pesar de fallar al tratar de maldecir a los israelitas, eventualmente Bilam logró provocarles gran daño.

Por lo tanto, la imagen que emerge de las fuentes judías es la de un hombre muy dotado, un verdadero profeta, un hombre a quien los Sabios compararon a Moshé mismo. Pero al mismo tiempo, una figura de carácter defectuoso, lo que eventualmente llevó a su caída y a su reputación como un malvado, una de las personas que la Mishná menciona como aquellos que no tienen parte en el Mundo Venidero.(3)

¿Cuál fue su defecto? Hay muchas especulaciones, pero una sugerencia del Talmud infiere la respuesta a partir de su nombre. ¿Qué significa Bilaam? El Talmud dice que significa "un hombre sin un pueblo" (belo am).(4)

Esto implica que Bilaam era un hombre sin lealtades. Balak lo mandó a llamar diciéndole: "Ahora ven y maldice a este pueblo, porque son demasiado poderosos para mí… Porque yo sé que los que bendices son benditos, y los que maldices son malditos". Bilaam era un profeta a sueldo. Él tenía poderes sobrenaturales. Podía bendecir a alguien y esa persona triunfaba. Podía maldecir a alguien, y esa persona terminaba arruinada por la desgracia. Pero en ninguno de los reportes, bíblicos o de otra clase, hay algún indicio de que Bilaam fuera un profeta en el sentido moral, que le preocupara la justicia, los méritos, los aciertos o los errores de aquellos cuyas vidas afectaba. Como un asesino a sueldo en épocas posteriores, Bilaam era un solitario. Sus servicios podían comprarse. Tenía habilidades y las usó con efectos devastadores. Pero no tenía compromisos, lealtades ni arraigo con la humanidad. Era un hombre belo am, sin un pueblo.

Moshé era todo lo contrario. Dios mismo dice de Moshé: "Él es confiable en toda Mi casa" (Números 12:7). A pesar de lo desilusionado que estaba de los israelitas, Moshé nunca dejó de defenderlos ante Dios. Cuando su intervención inicial en favor de los israelitas ante el faraón empeoró su condición, Moshé le dijo a Dios: "Eterno, ¿por qué maltratas a Tu pueblo? ¿Por qué me enviaste?" (Éxodo 5:22)

Cuando los israelitas hicieron el Becerro de Oro y Dios amenazó con destruir al pueblo y comenzar de nuevo con Moshé, él dijo: "Y ahora, si puedes perdona su pecado. Y si no, entonces bórrame de Tu libro que has escrito" (Éxodo 32:32). Cuando el pueblo, desmoralizado por el informe de los espías quiso volver a Egipto y se encendió contra ellos la ira de Dios, Moshé dijo: "Con Tu gran amor, perdona el pecado de esta nación, así como los has perdonado desde que salieron de Egipto hasta ahora" (Números 14:19).

Cuando Dios amenazó con castigarlos durante la rebelión de Koraj, Moshé rezó: "¿Un solo hombre peca y Tú te encolerizarás contra toda la asamblea?" (Números 16:22). Incluso cuando su propia hermana, Miriam, habló mal de él y fue castigada con lepra, Moshé rezó por ella: "Por favor, Dios, sánala ahora" (Números 12:13). Moshé nunca dejó de rezar por su pueblo, sin importar cuánto ellos pecaron, cuán audaz podía parecer su plegaria, o cuánto ponía en riesgo su propia relación con Dios. A pesar de conocer las faltas del pueblo, él se mantuvo completamente leal.

La palabra hebrea emuná, a menudo se traduce como "fe", y ese fue el significado que aceptaron en la Edad Media. Pero en hebreo bíblico, una traducción mejor es fidelidad, confiabilidad, lealtad. Implica no alejarse de la otra parte cuando las cosas se ponen difíciles. Es una virtud clave del pacto.

Hay personas con grandes dotes, intelectuales y a veces incluso espirituales, que sin embargo no logran lo que podrían haber hecho. Carecen de las cualidades morales básicas de integridad, honestidad, humildad y, sobre todo, lealtad. Lo que hacen, lo hacen brillantemente. Pero a menudo hacen cosas mal. Conscientes de sus dotes inusuales, tienden a menospreciar a los demás. Dan lugar al orgullo, la arrogancia y la creencia de que de alguna manera pueden salirse con la suya con grandes crímenes. Bilaam es el ejemplo clásico, y el hecho de que planeara tentar a los israelitas para que pecaran incluso después de saber que Dios estaba a su lado, muestra cómo la persona más grande puede caer hasta llegar a lo más bajo.

Quienes son leales a otras personas, descubren que otras personas también les son leales a ellos. Pero aquellos que no son leales, eventualmente pierden su poder porque la gente comienza a desconfiar de ellos. El liderazgo sin lealtad no es liderazgo. Las habilidades solas no pueden sustituir a las cualidades morales que hacen que las personas sigan a aquellos que las manifiestan. Seguimos a aquellos en quienes confiamos, porque actuaron para ganarse nuestra confianza. Eso fue lo que hizo de Moshé el gran líder que Bilaam hubiera podido llegar a ser, pero que nunca fue. Siempre debes ser leal a quienes lideras.

Shabat Shalom


NOTAS

  1. Sifri, Devarim 257
  2. Tana devei Eliahu Rabá 28; ver también Bamidbar Rabá 14:20, Brajot 7a, Avodá Zará 4a
  3. Mishná, Sanedrín 10:2
  4. Sanedrín 105a
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