Después de años de tratamientos, una mujer da a luz a cuatrillizos de forma natural

24/07/2023

7 min de lectura

Una pareja que siguió adelante con fe absoluta.

Rav Israel y Sara Gutovitch, una pareja de Los Ángeles, tuvo cuatrillizos el 4 de julio. Ellos se perdieron los tradicionales fuegos artificiales por el día de la independencia de los Estados Unidos, pero en cambio tuvieron su propia celebración en el Centro Médico Cedars-Sinaí. Los bebés, o como los llaman sus padres, "el escuadrón cuádruple", están bien. Uno ya está en su hogar y los otros tres siguen en terapia intensiva neonatal. Su hermano mayor, Jezy, de sólo tres años, espera ansiosamente conocer a sus otros hermanos.

Después de tres años de infertilidad, este embarazo —sorprendentemente— llegó de forma natural. El primer hijo de Sara Karen Gutovitch llegó fácilmente. Ella quedó embarazada poco después de la boda, tuvo un embarazo sin complicaciones y un parto sencillo. Cuando no volvió a ocurrir lo mismo poco tiempo después, comenzaron los comentarios insensibles. Los conocidos les preguntaban: "¿Nu, cuándo viene el próximo?".

Sara desarrolló el síndrome de ovario poliquístico, y después de sufrir el primer aborto comenzó a sentirse aislada y sola en el proceso.

"Nuestro hijo ya tenía tres años, y veía a otras parejas que se habían casado después que nosotros y ya tenían más niños. No podía evitar sentir que caía en la trampa olímpica de los bebés. Pero enseguida comprendí que esos pensamientos no me ayudaban, y decidí cambiar mi enfoque y mi perspectiva".

Ante los comentarios insensibles, ella decidió empezar a responder con vulnerabilidad en vez de sentirse avergonzada.

Ella respondía: "De hecho, me gustaría que rezaras por mí".

Por lo general, la gente se quedaba helada cuando oía esa respuesta, pero a veces le respondían: "Oh, yo también tuve un aborto… ¿probaste con….?", o "Prueba esto, yo lo hice y funcionó…".

Cuando Sara comenzó a compartir su vulnerabilidad, empezó a sentirse menos sola y lentamente surgió una comunidad.

Después de su aborto, probaron fertilización in vitro (FIV), pero no tuvieron éxito. Ella se sintió devastada y decidió tomarse una pausa en sus esfuerzos para tener otro hijo. Intentarlo de nuevo de inmediato era demasiado intenso para su cuerpo y para sus emociones.

Durante ese recreo, comenzó a adoptar una dieta más sana. Una vez que sintió que su cuerpo estaba en un lugar mejor, trabajó sobre su espiritualidad. Ella sentía un vacío espiritual. Rezaba, pero sin ninguna emoción. Decía las palabras, pero por dentro se sentía vacía. También comenzó a repasar las leyes de pureza familiar. Este enfoque holístico fortaleció su cuerpo, su alma y su mente ayudándola a recuperarse.

Como una "póliza de seguridad", Sara también congeló sus óvulos y con su esposo crearon un embrión.

"Implantamos el embrión (que era una niña) unos pocos días después de ir a la mikve (lo que finaliza el período de distanciamiento entre el hombre y su esposa durante la menstruación y permite que la pareja vuelva a compartir la intimidad). Preguntamos a los médicos qué esperar y ellos dijeron que podíamos tener mellizos".

"Cuando fueron a hacer la primera ecografía, todos se quedaron callados. "¿Qué ocurre?", preguntaron preocupados Sara e Israel.

"Estamos contando", respondieron los médicos.

"¿Contando qué", pensó Sara.

Los médicos les informaron que allí había cuatro embriones, y Sara y su esposo comenzaron a reír. "Yo no acostumbro a reír nerviosamente, pero no pude evitarlo. Mi esposo estaba parado contra la pared y vi que lentamente caía al suelo".

Los médicos dijeron: "Dejen de reírse. Esto es serio. Tienen que ver a un especialista de inmediato… hoy mismo".

Sara explicó: "No lo sabíamos, pero cuando implantaron el óvulo, ya estaba embarazada de trillizos, posiblemente de cuatrillizos. Ni siquiera sabemos si el óvulo implantado funcionó. La FIV siempre tiene un 50% de posibilidades. Dicen que cada dos embriones puedes esperar tener un nacimiento. Nosotros pusimos uno, y salimos con cuatro bebés. Ninguno es idéntico.

"El embarazo fue una montaña rusa. Creo que durante las diez primeras semanas después de enterarnos (en la semana 15) caminamos de puntillas".

Los médicos les recomendaban reducir el número de embriones. Todos los que la rodeaban la asustaban diciéndole cosas tales como: "Puedes perder tu útero. ¿Estás segura de que quieres hacerlo?". Medicamente, todos compartían con ella las peores estadísticas.

"Mi médico no opinó nada, pero todos los demás lo hicieron".

Sara no sabía qué hacer, y no se sentía suficientemente fuerte como para tomar una decisión tan difícil.

Ella rezó: "Dios, no tengo suficiente fuerza. Necesito que Tú te hagas cargo. No estoy segura respecto a quién piensas que soy o por qué me estas asignando esta tarea. No quiero ser quien tome la decisión de sacar un bebé. Si Tú deseas hacerlo, Hazte cargo".

Las consultas médicas estaban cargadas de miedo y felicidad. Ella se preguntaba: "¿Tal vez hoy sea el día en que no escucharé un latido?". Una parte de su ser se sentía devastada y otra parte sabía que sentiría alivio. "Mi plegaria era: 'Dios, Tú debes resolver esto'".

"Cada vez que iba, veía que estaban creciendo, que había latidos y veía diez dedos en las manos y en los pies. Cuando recibí el informe de la amniocentesis y decía que todo estaba bien, eso reafirmó el milagro y me dio más confianza para seguir adelante".

Afortunadamente, no hubo grandes dificultades en el embarazo de Sara. No diabetes gestacional, ni hipertensión o presión arterial alta.

"Lo más transformador fue ver a los médicos y a las enfermeras —que al principio dudaban de todo esto— comenzar a estar de nuestro lado. En un primer momento les decíamos: 'sólo energías positivas'. Hacia el final del embarazo, cuando yo comencé a ponerme nerviosa, ellos nos recordaban: 'sólo energías positivas'".

"Yo estaba decidida a estar presente en la fiesta de cumpleaños de mi hijo. Muy obstinada les dije: 'no puedo garantizarles que los bebés permanezcan dentro de mí, porque no estoy dispuesta a perderme el jalake (la fiesta al cumplir 3 años) de mi hijo. En esto estamos todo juntos".

Sara estuvo en la fiesta de cumpleaños de su hijo, pero no fue fácil llegar al final del embarazo. "Tuve que aprender a confiar en mi cuerpo y dejarlo guiarme. Mi movilidad estaba muy limitada, pero no permití que eso impidiera nada. Fuimos a Disneylandia para el día del padre. Fuimos a un museo. Tenía que usar una silla de ruedas, pero acepté eso".

Finalmente, los bebés estaban listos para nacer y bajo la dirección de su obstetra de alto riesgo, el Dr. Steven Rad, el equipo del Centro Médico Cedars-Sinai enfrentó el desafío.

"En el Centro Médico, todo el equipo se entregó por completo. Fue muy dulce verlos unirse para algo bueno. Todos estaban sorprendidos por este milagro".

La enfermera Meredith Bevin, dijo que estos son los primeros cuatrillizos que vio en sus 25 años en la unidad neonatal de cuidados intensivos del Centro Médico.

Los cuatrillizos son muy raros, y ocurren sólo una vez cada 700.000 embarazos. De los 3.6 millones de bebés que nacieron en los Estados Unidos en el 2021, sólo 133 partos involucraron cuatrillizos o más bebés. El 90% de los cuatrillizos son concebidos por FIV. Los médicos no están seguros respecto a qué ocurrió en el caso de Sara, pero saben que por lo menos tres de los bebés son resultado de un embarazo natural, y posiblemente también el cuarto. Estos bebés son un milagro absoluto.

Sara está de acuerdo. "Lo que ocurrió es un milagro por encima del reino natural. Esto no pudo pasar de otra manera".

Su esposo, Israel, agregó: "Nada de esto es normal".

Los cuatro bebés nacieron el 4 de julio, en el cuarto piso y cada uno pesó un poco más de 4 libras (1,800kg). Sasha, la hermana de Sara, corrió al almacén a comprar algunas cosas y la suma total que pagó fue $44.44.

Una cantidad de cuatros.

Sara siente que todos los "cuatro" que aparecieron indicaban que ella estaba exactamente donde debía estar, y que todo esto debía suceder.

La nueva madre de los cuatrillizos tiene una maestría y una próspera carrera en negocios y estrategias. Ahora se vio colocada en este nuevo rol para el cual no se siente completamente preparada, a pesar de ser una mujer muy exitosa.

Respecto a los bebés, la pequeña Jaia ya está en su hogar y Sara divide su tiempo entre ella y los otros tres bebés que todavía están en la sala de cuidados intensivos.

Sara agregó: "No sé cómo será cuando todos los bebés estén en casa, pero sé que Dios me va a ayudar. Nada es demasiado grande para Dios, y ahora mi enfoque de la vida es diferente".

"A veces nuestras plegarias pueden ser limitantes. Me sorprendí rezando para que los bebés permanezcan más tiempo en la unidad de cuidados intensivos porque no tengo sillas para el auto, no tengo pañales, en verdad no tengo nada. Comprendí que estaba rezando desde un enfoque basado en el miedo y no en el amor. Dios es infinito y todopoderoso, y en vez de rezar desde un lugar de carencia, entendí que tenía que rezar reconociendo la abundancia y el amor Divino. Pensé: ¿Qué estoy haciendo? ¡Yo quiero a todos los bebés en casa! Respecto a cómo conseguir sillas para el auto y pañales… Dios nos va a ayudar".

"De repente nos llamó mi tío. En un negocio que está cerrando él encontró sillas de bebés con un 50% de descuento y sobre eso otro 20%. Él me preguntó: '¿Quieres que compre cuatro?".

Además de Jaia, cuyo nombre en hebreo significa "vida", la otra niña fue llamada Shira, "canción", porque ella "canta" toda la noche en la sala de cuidados intensivos. Los dos varones recibirán su nombre cuando puedan hacerles el brit milá.

Sara alienta a la gente a ser sensible con los demás. "Uno nunca sabe qué es lo que enfrentan las otras personas, y los comentarios pueden ser muy dolorosos". Las mujeres que experimentan infertilidad no tienen que sufrir en silencio. "Es importante abrirse y compartir tus luchas con los demás. Y energía positiva. Piensa bien y todo estará bien".

Sara también desea inspirar a la gente a ver los milagros que nos rodean. "Incluso respirar profundo, y todo lo que eso implica, es un milagro".

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