Dios está siempre con nosotros, incluso después de transgredir

30/04/2024

2 min de lectura

Ajarei Mot (Levítico 16-18 )

La Tienda del Encuentro que reside con ellos en medio de sus impurezas (Vaikrá 16:16).

"Incluso cuando están en un estado de contaminación, la Presencia Divina está con ellos" (Ioma 57a).

Aunque desobedecer la voluntad Divina coloca una barrera entre el hombre y Dios, en cierto sentido es un espejo de un solo lado. Podemos provocar distanciamiento de Dios, pero Él nunca se aleja de nosotros. Esto es fácil de entender. A veces vemos hijos que rechazan a sus padres, pero a pesar de lo desafiante que sea el niño el amor de los padres hacia él es tan intenso como siempre, y nunca dejan de anhelar que retorne a ellos.

Cuando Rav Mendel de Kotzk se unió por primera vez a la corte de Rav Simja Bunim de Peshisja, Rav Bunim le preguntó: "Jovencito, ¿dónde está Dios?". Rav Mendel le respondió: "Todo el mundo está lleno de Su gloria". Rav Simja Bunim le repitió: "Jovencito, ¿le pregunté dónde está Dios?". Rav Mendel le respondió: "No hay ningún lugar donde no esté". Rav Simja Bunim insistió: "Jovencito, ¿le estoy preguntando dónde está Dios?". Rav Mendel le dijo: "Si mis respuestas no le satisfacen, entonces dígamelo usted". Rav Simja Bunim le dijo: "Dios está donde lo dejan entrar".

"No toleraré al de ojos altaneros y de corazón arrogante" (Salmos 101:5). El Talmud cita a Dios diciendo respecto al altanero y arrogante: "Él y Yo no podemos compartir la misma casa" (Arajín 15b). De hecho, Dios está en todas partes, pero Él retrae Su presencia de la persona vana y arrogante.

Cometer un pecado no es necesariamente negar o rechazar a Dios. Una persona puede simplemente haberse visto sobrepasada por un impulso que no logró reprimir, o puede no haber entendido que un pecado la aleja de Dios. Sin embargo, la persona vana y egoísta es su propio dios. Dado que no puede haber dos dioses, si una persona piensa que ella misma es dios, no puede creer en el Dios verdadero. No hay una forma de idolatría tan absoluta como la de la persona que se idolatra a sí misma.

En mis escritos sobre autoestima, sugerí que la vanidad y el engreimiento son defensas desesperadas con las que la persona trata de hacer frente a su sensación de ser indigna. Me emocionó mucho descubrir que nada menos que una autoridad como Rabenu Iona valida este concepto. "La persona vanidosa busca compensar su sentimiento de inferioridad mediante la grandiosidad" (Rabenu Iona al HaTorá, pág. 156). Una persona con una autoestima sana no busca elogios y el reconocimiento de los demás para que le recuerden que tiene valor.

Si una persona realmente cree que tiene una neshamá (alma) Divina, entenderá que tiene mucho valor, e incluso si se ha descarriado con su comportamiento, sigue siendo digna en virtud de su neshamá Divina. Cualquier persona que se siente profundamente indigna niega que en su interior se encuentra el aliento de Dios.

La cercanía del hombre a Dios es en virtud de su alma, que anhela unirse a su Fuente. La negación de tener una neshamá Divina impide mantener una relación cercana con Dios.

Dios está con nosotros aunque hayamos pecado. Mientras sintamos el deseo de estar cerca de Dios, sabremos que somos Su esencia y que somos capaces de volvernos más espirituales. Esto abre la puerta a la teshuvá, el arrepentimiento, y por eso el versículo citado figura en la narrativa del servicio de Iom Kipur.

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