El judaísmo, la astrología y el destino

02/03/2023

4 min de lectura

Cuando empecé a sumergirme en el judaísmo, quise comprender la relación entre la astrología, el judaísmo y la providencia Divina.

Cuando empecé a sumergirme en el judaísmo, quise comprender la relación entre la astrología, el judaísmo y la providencia Divina.

Nací en una familia tormentosamente caótica, por lo que en un momento comencé a consultar la astrología para iluminar mi camino en medio de la tormenta. Cuando empecé a sumergirme en el judaísmo, quise comprender la relación entre la astrología, el judaísmo y la providencia Divina.

Por un lado, el judaísmo afirma que Dios delegó a las constelaciones que cumplieran con Su voluntad: "Él cuenta el número de las estrellas, a todas las llama por sus nombres" (Salmos 147:4). Rav David Kimji, el comentarista bíblico y filósofo medieval conocido como el Radak, dice que el "nombre" de una estrella se refiere a su función, es decir, la forma en que Dios usa los cuerpos celestiales como mensajeros para gobernar el universo.

El Talmud atestigua que las constelaciones influyen sobre la personalidad humana. Allí se habla de una persona que nació con prominencia de Marte y que es alentado a expresar sus tendencias agresivas naturales de una manera constructiva, convirtiéndose en un shojet (matarife kasher), mohel (quien hace la circuncisión) o un cirujano (Talmud de Babilonia, Shabat 156a).

Sin embargo, hay prohibiciones explicitas respecto a consultar astrólogos sobre el futuro. Nuestros profetas bíblicos hablaron contra los adivinos, videntes y aquellos que adoran a las estrellas como si ellas gobernaran de forma independiente de Dios. Además, se dice que los judíos están "por encima del mazal" (los signos astrológicos), que están liberados de la influencia de los planetas.

Yo quise saber cuál era esa superpotencia de la que estaban dotados los judíos. ¿Qué clase de kriptonita poseemos que nos permite protegernos de la influencia de los cuerpos celestes , cuya rotación Dios invistió con poderes tan profundos? ¿Cómo pueden los judíos escapar de la influencia de las constelaciones cuando ellos también habitan bajo los cielos, junto con el resto de la humanidad?

Perpleja ante este dilema, entendí que los judíos pueden liberarse del mazal, del destino, cuando van en contra de su voluntad, al elegir efectuar actos de bondad, tal como los definen los mandamientos de la Torá. ¿Cómo funciona esto?

#Cada elemento tiene una expresión positiva y una negativa, debilidades y fuerzas.

La astrología sostiene que cada persona está formada por una combinación única de elementos básicos de fuego, aire, tierra y agua. Como todo en la creación de Dios, cada uno de estos elementos tiene una expresión positiva y una negativa, debilidades y fuerzas.

Por ejemplo, el fuego está repleto de calidez, energía y entusiasmo, pero puede quebrar y destruir. El aire es estimulante y flexible, pero puede ser voluble y poco fiable. La tierra es sólida, tradicional y confiable, pero puede propender al letargo, el materialismo y la sensualidad. El agua puede fluir con sentimientos de empatía, sin embargo puede dar lugar a la melancolía y la desesperación.

La forma en que están acomodados los planetas en el momento preciso que emergemos al mundo al nacer, imprime estos secretos en nuestras almas. Este legado, nuestro ADN cósmico (si así quieres llamarlo), refleja nuestra naturaleza.

Sin embargo, las mitzvot, las sabias y compasivas instrucciones de un Creador infinito y pleno de amor, nos permiten escoger ir en contra de nuestros instintos (y de sus inevitables consecuencias). Por ejemplo, al saludar a todos con una sonrisa, tal como se espera que lo hagamos, a pesar de tener al taciturno Capricornio en la cúspide de nuestra primera casa creando una reserva natural, podemos tener el mérito de recibir la calidez de otras personas, lo que no hubiéramos recibido de haber exhibido nuestro típico ceño fruncido.

#De acuerdo con el Talmud, no somos juzgados en comparación con otras personas, sino teniendo en cuenta nuestro propio potencial.

Con una preponderancia de signos de aire, podemos sentir que prácticamente es irresistible poder dejar pasar por alto un chisme jugoso. Pero cuando nos resistimos, nos identificamos de forma más significativa con nuestra humanidad al usar nuestro libre albedrío, y damos forma a nuestro carácter de acuerdo con la pureza del alma.

Cuando nos vemos sobrecargados con el peso de muchos planetas de tierra, es posible que levantarnos todos los días temprano para rezar nos resulte tan difícil como a Sísifo empujar esa roca colina arriba. Sin embargo, cuando nos obligamos a hacerlo a pesar de la dificultad, por el deseo de conectarnos con Dios y crecer, en esencia nos estamos liberando de nuestro mazal, nos volvemos dignos de recibir bendiciones completamente nuevas. La persona que actúa con presteza de una manera ingeniosa, bondadosa y ética, remodela su alma, ganándose su relación con la Gracia Celestial.

De acuerdo con el Talmud, no somos juzgados en comparación con otras personas, sino teniendo en cuenta nuestro propio potencial, algo que sólo Dios puede saber (Talmud de Babilonia, Rosh Hashaná 16a). Por lo tanto, la persona para quien levantarse de la cama temprano para ir a rezar es como mover una montaña, gana más méritos por hacerlo que la persona cuya naturaleza le permite saltar de la cama cada mañana como el tigre amigo de Winnie the Pooh. Y la persona para quien resistirse a contar chismes es como rechazar la lotería, gana más méritos por hacerlo que la persona que por naturaleza es más circunspecta.

El judaísmo nos muestra un camino para enfrentar nuestras batallas singulares y cultivar el sublime carácter del santo que se forma con esfuerzo. Dentro de su disciplina, el judaísmo nos permite encontrar nuestra propia libertad.

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