El libre albedrío y la tzedaká

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Ree (Deuteronomio 11:26-16:17 )

"Mira. Yo pongo hoy delante de ustedes la bendición y la maldición".1 Nos otorgaron libre albedrío para elegir entre lo bueno y lo malo, entre una bendición y una maldición. Todo está en nuestras manos. Podemos diagramar nuestro propio camino; podemos cambiar nuestros senderos.

En este pasaje hay algunas discrepancias gramaticales desconcertantes. La palabra "reé - mira" está escrita en singular, mientras que "lifneijem -delante de ustedes" está escrito en plural. Además, la palabra "noten – doy" (en el versículo traducida como "pongo"), está en tiempo presente y no en pasado, a pesar de que Moshé se refiere a los mandamientos que ya fueron entregados. Todo esto nos recuerda que Dios puso las bendiciones de la Torá al alcance de toda la nación. Todos estuvimos al pie del Sinaí; todos escuchamos Su voz, pero de cada uno individualmente depende actuar de acuerdo con lo que escuchamos. Dios puede enviarnos "recordatorios" o "llamados de atención"; Él incluso puede castigarnos, pero no puede obligarnos, porque si Él interfiriera con nuestro libre albedrío, nos convertiríamos en robots y eso negaría todo el concepto de crecimiento espiritual, de recompensa y castigo. Si elegimos seguir las instrucciones de Dios o ignorarlas depende completamente de nosotros y allí está la raíz de nuestra ruina o de nuestra felicidad.

Pero la buena noticia es que la palabra "doy" está en tiempo presente, lo que significa que Dios está dispuesto a darnos una nueva oportunidad cada día… Incluso a cada minuto de cada día. Podemos haber fallado mil veces, pero en Su infinita misericordia él no nos pierde la paciencia y hace que la teshuvá sea posible en todo momento y bajo todas las condiciones. Como dijo el Rey Salomón: "Siete veces cae el justo y se levanta…"2

¿Cómo llega una persona a ser un justo? Al levantarse y volver a comenzar incluso siente veces, que simbolizan los siete días de la semana. ¿Pero cómo hacemos para comenzar de nuevo? Cada mitzvá que cumplimos, cada plegaria que pronunciamos, cada página de Torá que estudiamos, cada acto de jésed, es un paso en la dirección correcta, un paso que nos llevará a una nueva vida de bendición.

En la vida judía no hay nada ambiguo respecto a dar tzedaká. Las leyes de tzedaká no son un tema de preferencias personales, de lo que me gusta o no me gusta. Tenemos obligaciones definidas, y ellas están explícitas en esta parashá. Significativamente, la palabra aser – sacar el diezmo,3 que se utiliza en el mandamiento de separar una porción para los necesitados, también puede leerse como asher, adinerado, lo que nos asegura que cuando damos tzedaká nunca perdemos. Por el contrario, nos enriquecemos.

La Torá enseña que no debemos endurecer nuestro corazón ni cerrar nuestra mano al indigente; y que no sólo es significativo dar caridad sino también la manera en que la ofrecemos.

Esto es algo inusual, porque en la mayoría de los casos la Torá se focaliza en el cumplimiento de la mitzvá y no en la manera en que esta se cumple. Pero cuando se trata de tzedaká, debemos ser sensibles a los sentimientos de la persona necesitada, que se siente humillada por tener que pedir ayuda. Por lo tanto, las palabras: "Patoaj tiftaj et iadeja – abrirás tu mano", literalmente: "abre, debes abrir tu mano",4 repite la palabra abrir, para enseñarnos que debemos dar una y otra vez, y siempre hacerlo con bondad, de todo corazón, como vemos en el versículo previo: "No endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano de tu hermano necesitado".

La parashá nos enseña que además de regalos monetarios, debemos ofrecerle al pobre palabras de aliento. Pedir ayuda es una experiencia humillante, así que debemos hacer todo lo posible para levantar el espíritu de las personas necesitadas. Nuestros Sabios enseñan que por los regalos monetarios que ofrecemos recibimos seis bendiciones; pero por las palabras de aliento y consuelo, Dios nos da 11 bendiciones, lo que nos enseña que la prioridad es revivir los espíritus e imbuirlos con esperanza y confianza. La caridad es una parte tan integral de nuestro pueblo que a lo largo de nuestra historia incluso las comunidades más pobres establecieron fondos de caridad, sociedades de préstamos, hajnasat kalá (ayuda para las novias pobres) y grupos de bikur jolim (visita a los enfermos).

TZEDAKÁ: NO UNA OPCÍON SINO UNA OBLIGACIÓN

La palabra hebrea tzedaká significa algo mucho más profundo que caridad. Tzedaká deriva de la palabra tzedek, que significa "justicia" o "rectitud", lo que enseña que dar es una obligación de hacer justicia. La palabra tzedaká nos recuerda que lo que tenemos no es realmente nuestro, sino que Dios nos lo confió para que lo distribuyamos.

"Porque Mía es la plata y Mío es el oro…"5 Todo pertenece a Dios, y cuando damos sólo estamos devolviendo aquello que Él nos dio. La caridad, por otro lado, es un concepto completamente diferente. Caridad deriva del latín caritas, que significa "amor", lo que sugiere que tenemos una opción: dar a aquellos que amamos y no ayudar a quienes no nos agradan.

En la palabra tzedaká no existen estas opciones. Nos guste o no una persona, tenemos una responsabilidad de dar, porque eso es lo correcto, lo que debemos hacer, y no debemos sentir que merecemos algún crédito especial, tal como no merecemos ninguna recompensa por pagar nuestros impuestos.

¿POR QUÉ DIOS PERMITE QUE LOS POBRES SEAN POBRES?

Un noble romano desafió a Rabí Akiva: "Si su Dios se preocupa tanto por los pobres, ¿por qué los creó?"

"Por la misma razón que no creó árboles que den panes", le respondió Rabí Akiva. Dios quiere que seamos Sus socios y que continuemos la labor que Él comenzó. A través del acto de dar nos volvemos mejores personas, más generosas, y podemos hacer tikún olam; podemos participar en el proceso de perfeccionamiento del mundo.

¿Puedes imaginar cómo sería el mundo si todos fuéramos autosuficientes y nunca necesitáramos de los demás? ¿Puedes imaginar el egoísmo, la codicia y la vileza si nadie sintiera nunca compasión o gratitud? Por eso la Torá enseña que "el necesitado no cesará de existir en la Tierra; por eso Yo te ordeno diciendo: 'Ciertamente abrirás tu mano a tu hermano, a tu pobre y a tu necesitado en tu tierra".6

De hecho, a través del acto de dar la humanidad se eleva y se vuelve visible la chispa Divina que se encuentra dentro de cada alma. La Torá enseña que lo único que realmente tenemos es aquello que damos.


Notas

  1. Deuteronomio 11:26
  2. Proverbios 24:16
  3. Deuteronomio 14:22
  4. Ibid. 15:8
  5. Jagai 2:8
  6. Deuteronomio 15:11
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