Felicidad sin ego

05/08/2023

2 min de lectura

Ree (Deuteronomio 11:26-16:17 )

Si quieres ser más feliz, ¿debes enfocarte en ti mismo o en los demás? En un estudio titulado: "¿Hacer para los demás o mimarte a ti mismo? Los efectos del comportamiento prosocial y egocéntrico en el florecimiento psicológico", Katherine Nelson y sus colegas informaron que en sus estudios encontraron que hacer actos de bondad por los demás, y por el mundo en general, mejora el estado anímico e incrementa el bienestar más que hacer actos de bondad para con uno mismo.

Estos resultados se alinean con investigaciones previas que indicaron que dedicar dinero a otros incrementa los niveles de felicidad más que gastar dinero en uno mismo. Esto contrasta con la concepción más popular respecto a que para ser feliz uno debe ocuparse de sí mismo.

En una de mis historias favoritas, Rav Jonathan Sacks cuenta lo que escuchó sobre el Rebe de Lubavitch cuando fue a visitarlo en 1968. Alguien le había escrito al Rebe: "Estoy deprimido. Estoy solo. Cumplo mitzvot pero no tengo paz mental. Necesito la ayuda del Rebe". Toda la respuesta del Rebe a esa carta fue encerrar en un círculo la primera palabra de cada frase, todo en primera persona: "yo".

La palabra simjá, que puede traducirse a grandes rasgos como felicidad o alegría, aparece siete veces en la porción de la Torá de esta semana. Fascinantemente, en cada una de estas siete veces, la simjá se expresa en el contexto de otros. Esto es lo que Rav Sacks llama felicidad compartida, o alegría colectiva. Cuando nos alegramos, es con otras personas presentes y otras personas en mente. Compartimos la felicidad con nuestras familias y con extraños, huérfanos, viudas y levitas.

Sin embargo hay también otro patrón entre los siete contextos de la palabra simjá. La simjá no sólo es presentada en relación con otras personas, sino que como señaló Rav Joseph B. Soloveitchik, también tiene que ser lifnei Hashem, delante de Dios. Estar en la presencia de Dios nos obliga y genera sentimientos de alegría. La experiencia de trascender el yo y experimentar lo Divino provee un maro para la verdadera simjá.

Es por eso que hay un mandamiento de alegrarse en las Tres Festividades, cuando todos visitaban el Beit HaMikdash, el Templo Sagrado en Jerusalem, el lugar donde se encontraba la Presencia Divina. También es por esto que el Cohen Gadol, quien estaba cada día ante la presencia de Dios, tenía una obligación constante de estar feliz. Rav Soloveitchik desarrolló todavía más la idea, explicando que también hay un mandamiento de estar feliz en Rosh Hashaná y Iom Kipur, dado que ambos son días en los que logramos una cercanía espiritual con Dios.

Es llamativo que la felicidad se explique exclusivamente en el contexto del otro. Es sólo ante Dios y se la debe compartir con otras personas. Quien para llegar a la felicidad se centra exclusivamente en el "yo", no llegará muy lejos. Si queremos mejorar nuestra experiencia de simjá, debemos buscar oportunidades para hacer algo por los demás y para acercarnos a Dios.

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