Esperanza activa

29/01/2023

3 min de lectura

Beshalaj (Éxodo 13:17-17:16 )

Si deseas tener mejor salud física y mental, debes incrementar la esperanza. Las investigaciones demuestran que altos niveles de esperanza tienen correlación con una serie de resultados positivos, tales como hábitos alimentarios más sanos (dormir mejor, comer más sano, hacer más ejercicio), más éxito en los estudios y en el trabajo, relaciones más satisfactorias y, en general, más satisfacción en la vida. Pero hay una advertencia. Los beneficios de la esperanza sólo aplican cuando la esperanza está directamente ligada con el hecho de actuar en pos de un objetivo. La esperanza que lleva a la pasividad, no es esperanza. Esperanza no es sólo creer que el futuro será mejor que el presente, sino que fundamentalmente es creer que puedes hacer algo para que el futuro sea mejor.

A primera vista, la esperanza, definida de esta manera, tiene poco que ver con la porción de la Torá de esta semana. Los temas allí parecen tener más relación con la fe y la confianza en que Dios puede hacer que el futuro sea mejor, no las personas. Hay poca interferencia humana en la narrativa, dado que Dios domina la historia: Él destruye a los egipcios en el Iam Suf. Lo mismo podemos decir respecto a las dos porciones previas de la Torá. Dios efectuó las diez plagas y es totalmente responsable del éxodo de los israelitas de Egipto.

Sin embargo, esta supuesta pasividad no es toda la historia. Después de que Dios destruyera al ejército egipcio, los hijos de Israel fueron atacados por Amalek. Sin embargo, en vez de que interviniera la Divinidad, la guerra fue luchada a través de medios naturales. Iehoshúa, con la espada en la mano, dirigió al ejército contra Amalek. Si bien la Torá relata que cuando levantaban las manos de Moshé los hijos de Israel ganaban y cuando sus manos bajaban, comenzaban a perder, esto fue menos una intervención Divina y más una inspiración Divina. La Mishná (Rosh Hashaná 3:8) explica que las manos en alto de Moshé motivaban a los hijos de Israel a pensar en Dios, lo cual les daba coraje para prevalecer.

El episodio de Dios venciendo a Egipto seguido por el de los hijos de Israel derrotando a Amalek, es el primero de tres casos de lo que Rav Jonathan Sacks llama una doble narrativa, que consiste en un antes y un después. En cada ocasión, primero Dios efectúa un acto en su totalidad, y los hijos de Israel son pasivos. Pero a continuación los hijos de Israel se asocian con Dios y finalmente asumen un papel completamente activo en el proceso.

El segundo episodio en el cual tiene lugar esta doble narrativa de antes y después, es en la revelación en el Sinaí, donde Dios es dominante. Esto es seguido por la construcción del Tabernáculo, principalmente construido por los hijos de Israel.

La tercera doble narrativa es la formación de las dos tablas: las primeras fueron escritas completamente por Dios, y las segundas involucraron más participación activa de Moshé. Dios modeló para los Bnei Israel cómo debían tomar un rol activo en su propio desarrollo. En las palabras de Rav Sacks: "Dios se transformó de hacedor a maestro. En el proceso, los seres humanos se transformaron de dependientes a independientes".

Si bien Rav Sacks usa la destrucción de los egipcios como un ejemplo de la pasividad total de los Bnei Israel, si inspeccionamos el tema veremos que no fue así del todo. Si bien Dios obviamente es el principal responsable de la redención de los hijos de Israel de Egipto, Él se aseguró de requerir su participación activa incluso en ese proceso. Lo más prominente: cuando estaban estancados entre el Iam Suf y el ejército egipcio que se acercaba, Dios le dijo a Moshé que dejaran de gritar y rezar y comenzaran a caminar (Shemot 14:15). El Talmud agrega a la narrativa el gran coraje de Najshón ben Aminadav, que fue el primero en saltar al agua (Sotá 37a). La acción humana fue necesaria para precipitar los milagros en el Iam Suf. Rav Iehudá Brandes sugiere que el mismo tema es evidente cuando Dios les ordenó a los hijos de Israel que participaran en el proceso del sacrificio de Pésaj. Era esencial que se convirtieran en socios activos de la redención y que no fueran meros receptores pasivos.

Si deseamos un futuro mejor, no podemos limitarnos a sentarnos, esperar y rezar para ser salvados. Una esperanza ligada a la pasividad no es verdadera esperanza. Debemos estar dispuestos a tratar de forma activa provocar el cambio que deseamos ver. Al unir nuestra esperanza con la acción, nos asociamos a Dios para mejorar nuestro futuro.

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.