Hilel y Aristóteles, Shamai y Platón

16/07/2023

6 min de lectura

Siempre hay dos maneras de enfocar la vida: de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. ¿Cuál es mejor?

¿Qué dirías si te pidiera que resumieras toda la Torá mientras me paro en un solo pie o, en otras palabras, que dijeras una frase concisa o una especie de "Guía para tontos" sobre la totalidad del judaísmo?

Bueno, una vez, alguien que quería convertirse tuvo exactamente esta pregunta. Él fue a Shamai, el sabio del Talmud, quien se sintió insultado por la pregunta y lo rechazó. Pero es famoso que su sabio colega, Hilel, le respondió: "Lo que no te gusta que te hagan, no se lo hagas a tu semejante. Esa es toda la Torá; el resto es comentario, ve y estúdialo".

No puede dejar de llamar la atención que esta simple máxima moral sea, de hecho, toda la Torá en pocas palabras. Pero tal vez no sea tan simple.

Rafael en el Vaticano

Unos 15 siglos después de que Hilel caminara por las calles empedradas de Babilonia, el gran pintor renacentista Rafael produjo "La escuela de Atenas". Este fresco se considera una obra maestra por su hábil uso del color y la perspectiva, y es un tributo perdurable a la historia del pensamiento humanista, presentando la versión renacentista de un meme.

En el centro del cuadro se ven dos figuras. Ambas llevan libros, pero una apunta al cielo y la otra gesticula hacia adelante. En una formación estelar de filósofos, estas serían las estrellas más brillantes: Platón y Aristóteles.

Para Platón, la realidad última está "allá arriba", abstracta y eterna. Aristóteles se basa más en el aquí y ahora; o mejor dicho, si prestas suficiente atención, la verdad está frente a tu nariz.

¿El sentido más profundo se encuentra aquí, en la Tierra, o lo ideal es trascender nuestra existencia mundana?

A través de esta tensión, la tradición judía arroja un poco de luz respecto a lo que significa ser una buena persona.

Dos paradigmas

Hilel y Shamai no son sólo dos de los maestros más importantes de la historia judía. Las dos escuelas de interpretación que les siguieron representan dos enfoques sobre la vida y las paradigmáticas maneras de entenderla.

Las cosas se volvieron más acaloradas entre sus discípulos. Con el tiempo, cada vez surgían más desacuerdos. Por ejemplo, ¿qué fue creado primero? ¿Los cielos o la tierra? De acuerdo con la escuela de Shamai, primero fueron creados los cielos. No, insistieron los seguidores de Hilel, primero fue creada la tierra y luego los cielos.

A primera vista, este puede parecer un debate estéril sobre una pregunta que realmente nunca podríamos llegar a responder, y difícilmente parece justificar un debate tan acalorado. ¿Qué significaría que la dimensión espiritual, presumiblemente un reino más allá del tiempo y del espacio, fuera creado "antes" que el mundo material? ¿Por qué el Talmud necesita registrar esta sutileza para la posteridad?

De hecho, las dos escuelas de pensamiento formulan una pregunta profunda sobre la ética y el sentido de la existencia. La pregunta no es tanto qué fue creado primero cronológicamente, si lo físico o lo espiritual, sino más bien donde debemos enfocar nuestra atención como un asunto prioritario.

Para entenderlo, repasemos algunos conceptos básicos de la tradición mística judía.

Tomar y dar de la existencia

La escuela de Hilel a menudo es asociada con el jésed, los atributos de bondad, beneficencia, apertura, abundancia y expansividad.

La escuela de Shamai suele ser asociada con guevurá, el juicio estricto, la restricción y la disciplina rigurosa.

Podemos ver estos atributos en juego en la forma que cada escuela toma las decisiones. Si bien esta es una simplificación, muchos han enmarcado a los discípulos de Shamai con una tendencia a ver la vida a través de la letra estricta de la ley, mientras que los discípulos de Hilel ven la ley a través de las demandas cotidianas del mundo real.

Estos atributos incluso están embebidos en las personalidades de los Sabios, y quedan claramente expuestos en la conocida historia con la que comenzamos este artículo, en la que les piden reducir la Torá a una sola frase.

El pensamiento se encuentra con la acción

Debemos reconocer que las respuestas y las acciones de cada uno de estos Sabios estaba en completa armonía con las del otro. Hilel practicaba lo que predicaba, y también Shamai lo hacía en una forma diferente.

Entonces, ¿quién tenía razón? Sin duda la declaración de Hilel hace eco de los valores judíos de bondad y respeto mutuo. Puede que no te sorprenda escuchar que, en la práctica, la gran mayoría de las veces seguimos el camino de Hilel y no el de Shamai.

¿Pero qué ocurre si seguimos el camino del jésed no porque sea más verdadero sino porque es más necesario (quién entre nosotros puede llegar a cuestionar a Shamai o a Hilel)?

A fin de cuentas, somos seres imperfectos, hechos de carne y hueso y movidos por deseos e instintos. Por supuesto que eso no es todo lo que somos. Pero somos tan diferentes a los ángeles que si nos juzgaran con los estrictos estándares de Shamai, nunca podríamos justificar nuestra existencia. En el nivel místico, simplemente no cumplimos con los estándares del juicio puro.

Por necesidad, el jésed, la 'bondad', debe ser la medida de nuestras relaciones con los demás.

¿Todo lo que necesitamos es amor?

El mandato de amar al prójimo como a uno mismo tiene origen bíblico. Obviamente que Hilel no fue el único sabio que promovió el jésed como el principio fundamental de la Torá. También Rabí Akiva, un sabio del siglo I, dijo que era un gran principio, y su esencia se invoca en muchos otros textos y tradiciones.

Quizás John Lennon tuvo un destello de perspicacia Divina cuando escribió: "Todo lo que necesitas es amor".

Sin embargo… Rabí Akiva fue uno de los más grandes sabios de todos los tiempos. Él fue quien interpretó las coronas que están arriba de las letras de la Torá, dedicando su energía y su genio a los más finos detalles de la ley. Eso puede parecer un comportamiento inusual si tomamos su mensaje de una forma simple y superficial.

Porque si bien es cierto que el jésed hace que el mundo sea posible, tal vez la guevurá hace posible el jésed. A fin de cuentas, la bondad sin un criterio de verdad puede volverse indulgencia, y una entrega indiscriminada hace que la bondad significativa prácticamente sea imposible de lograr de forma práctica. Es mejor si uno juzga dónde y cómo dirigir su bondad en el nivel práctico más básico.

La verdad sin compasión no es un estado posible. Pero la compasión sin restricciones tampoco es algo que se puede lograr.

¿Cómo queremos ser tratados?

Hablando de forma práctica, la mayoría podemos enfocarnos espiritualmente en uno u otro paradigma. Podemos ser los mejores seres imperfectos que somos capaces en nuestras circunstancias imperfectas, valorar lo que nuestro trabajo y nuestras vidas son en el aquí y ahora, como por lo general decidimos de acuerdo con Hilel: "La tierra tiene prioridad". O podemos mantener nuestra mirada fija en el objetivo de nuestra redención final, cuando la tradición nos dice que decidiremos de acuerdo con Shamai: "Los cielos fueron creados primero".

Quiero que tengas en mente estos conceptos al leer este pensamiento final respecto a lo que implica juzgar a los demás (y a uno mismo).

¿Qué significa realmente tratar a los demás como te gustaría que te traten?

Aquí hay una pregunta crucial. ¿Cómo quieres que te traten? Piensa en esto seriamente. Si cometes un delito, ¿quieres quedar impune? ¿Qué ocurre si causas un daño real a personas inocentes? Es claro que en cierto nivel no queremos enfrentar las consecuencias de nuestros actos. Pero, ¿en verdad es este el estándar ético al que sabemos que debemos atenernos nosotros y, por extensión, quienes nos rodean?

En cierto sentido, la demanda de tratar a los demás como nos gustaría ser tratados nos obliga a confrontar nuestro propio código ético. ¿Cómo queremos ser tratados realmente? ¿Cuál es el estándar ético por el cual en verdad nos juzgamos a nosotros mismos? Sólo cuando sabemos la respuesta a esta pregunta podemos aplicar auténticamente el mismo estándar a los demás.

Y esto, a la vez, plantea una pregunta más profunda. ¿Cuál debería ser el estándar al cual nos aferramos? ¿Qué significa ser una buena persona? Esta es una de las preguntas más fundamentales. Y me temo que no hay una frase ingeniosa que resuelva instantáneamente el misterio. Toda la Torá puede estar contenida en el principio de Hilel. Pero determinar los contornos de ese principio es, tal vez, un trabajo de toda la vida, estudiando el resto de la Torá y enfrentando el mundo real. Cuando Hilel afirmó que el resto de la Torá es una explicación o un comentario del principio central, no estaba minimizando el resto de la Torá, sino alentándonos a vivir y estudiar más para entenderla verdaderamente.

Una última pregunta. Rabí Akiva resaltó el mandato de la Torá de "amar al prójimo como a ti mismo". Bueno, ¿cómo nos relacionamos con nosotros mismos? ¿Nos amamos a nosotros mismos?

Si el mundo depende del jésed, de la bondad, tal vez deberíamos comenzar practicándolo con nosotros mismos.

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