Iosef vio a sus hermanos y los reconoció, pero actuó como un extraño hacia ellos (42:7)

Iaakov no podía superar el duelo por la pérdida de su amado hijo, a quien suponía muerto. "Descenderé a mi tumba de luto por mi hijo" (Génesis 37:35). Iosef sabía la agonía que sufría su padre. Incluso si no pudo comunicarse con él cuando era esclavo de Potifar o mientras estaba en prisión, sin dudas pudo hacerlo una vez que se convirtió en virrey de Egipto. ¿Por qué nunca le informó a su padre que estaba vivo, para aliviar su terrible dolor?

Todavía más, la Torá llama a Iosef "Iosef el tzadik". ¿Cómo se entiende que un tzadik busque vengarse y atormentar a sus hermanos de la forma que lo hizo Iosef? Esperaríamos que siendo un tzadik no tuviera rencor y los perdonara.

La explicación que escuché de mi hermano, Rabí Shlomo, responde a estas preguntas con una respuesta que tiene bases éticas y psicológicas.

Si Iosef hubiera perdonado a sus hermanos por su vergonzosa conducta, habría sido la persona magnánima que por propia bondad perdona a sus ofensores. Los hermanos habrían sido para siempre los penitentes humillados que tendrían que cargar eternamente con la culpa de su comportamiento. No hubieran tenido ninguna oportunidad de reparar su conducta. Nunca más hubieran podido enfrentarse a Iosef ni a su padre. Sus espíritus habrían quedado totalmente destrozados.

Iosef quiso evitar esto. Él quiso darles a sus hermanos una oportunidad para redimirse y mantener su autoestima.

El Talmud dice que la teshuvá verdadera y efectiva sólo se logra si la persona vuelve a verse en las mismas circunstancias en las que pecó y bajo la misma tentación. Por eso Iosef planeó que esto ocurriera. Tras la ausencia de Iosef, Biniamín, el hijo menor de Iaakov y el otro hijo de su amada Rajel, se había convertido en el nuevo favorito de Iaakov. Iosef arregló para que tuvieran que llevar a Biniamín a Egipto y le dedicó un trato especial, dándole cinco veces más que lo que dio a sus hermanos. Luego puso en marcha un plan para que Biniamín fuera sospechoso de robo y dijo que se quedaría con Biniamín como esclavo. Había establecido el escenario para la prueba de fuego. ¿Acaso los hermanos actuarían tal como lo hicieron con él, diciendo: "Dejemos aquí a Biniamín, es una buena forma de liberarnos de que sea el favorito", y una vez más serían indiferentes a los sentimientos de su padre, tal como cuando lo vendieron a él como esclavo? ¿O habían comprendido su error y se habían arrepentido, y estarían dispuestos a sacrificarse para llevar a Biniamín de regreso con su padre?

Cuando Iehudá dijo que debía llevar de regreso a Biniamín con su padre y se ofreció a quedarse como esclavo en su lugar, Iosef vio que sus hermanos habían corregido su conducta y realmente habían hecho teshuvá. Se habían redimido y ya no tendrían que cargar la culpa y la vergüenza por su pecado. Ahora Iosef estaba dispuesto a revelarles su identidad. Lejos de ser un tormento negativo, los actos de Iosef tenían en cuenta sus propios intereses, permitiéndoles redimirse y caminar con sus cabezas en alto.

¿Pero qué ocurre respecto a la agonía de Iaakov? Iosef conocía bien a su padre. Él sabía que por más dolorosa que fuera la prueba, Iaakov aceptaría con agrado sus años de sufrimiento para brindar a sus hijos la oportunidad de ganarse su propio respeto. Esto no podía lograrse de ninguna otra forma, y Iosef estaba seguro de estar haciendo lo que su padre desearía.

Esta interpretación muestra la gran importancia de la autoestima. Un psicólogo escribió: "Si le has dado a tu hijo autoestima, le has dado todo. Si no le diste autoestima, cualquier cosa que le hayas dado tiene poco valor". La autoestima es el mayor componente de una personalidad sana.

Debemos recordar bien esto. A veces decimos o hacemos cosas que pueden disminuir la autoestima de otra persona. Debemos tener consciencia de que esto es una especie de homicidio psicológico. La Torá enfatiza una y otra vez la importancia de respetar la dignidad de cada persona. La saga de Iosef y sus hermanos nos enseña a qué grado debemos esforzarnos por preservar los sentimientos de dignidad y respeto de la otra persona.