No te definas como una víctima

11/08/2022

6 min de lectura

Ree (Deuteronomio 11:26-16:17 )

Al hacer una serie de programas para la BBC sobre la moralidad en el siglo XX, sentí que debía viajar a Toronto a conversar con alguien a quien todavía no había conocido personalmente, el psicólogo canadiense Jordan Peterson. Él se había convertido en un ícono intelectual para millones de jóvenes, así como una figura de caricaturas y abuso por parte de otras personas que deberían haber entendido mejor las cosas.(1) La enorme popularidad de sus podcasts (largos y formidablemente intelectuales), sugerían que él estaba diciendo lo que muchos necesitaban escuchar y no oían adecuadamente de otras voces contemporáneas.

Durante nuestra conversación, hubo un momento de intensidad abrasadora. Peterson habló de su hija Micaela. A los seis años descubrieron que sufría de artritis idiopática juvenil poliarticular severa. Treinta y siete de sus articulaciones se vieron afectadas. Durante su infancia y adolescencia se vio sometida a un reemplazo de cadera y luego un reemplazo de tobillo. Su dolor era incesante y agudo. Al describir su terrible experiencia, la voz de Peterson se quebró y estuvo al borde de las lágrimas. Entonces me dijo:

Una de las cosas con las que tuvimos mucho cuidado y que hablamos mucho con ella fue que no se permitiera considerarse una víctima. Y vaya que tenía razones para considerarse una víctima… [pero] apenas comienzas a verte a ti mismo como una víctima… eso genera pensamientos de ira y venganza, y te lleva a un lugar que es terrible tanto psicológica como fisiológicamente. En su crédito, puedo decir que esto es parte de lo que le permitió salir adelante, porque eventualmente entendió qué era lo que le pasaba y aparentemente logró solucionarlo en un 90%. Es inestable, pero es mucho mejor porque ella no se permitió enfurecerse existencialmente por su condición… Las personas tienen todas las razones para considerarse a sí mismas como víctimas. Sus vidas están marcadas por el sufrimiento y la traición. Esas son experiencias imborrables. [La pregunta es] cuál es la actitud correcta a tomar ante la realidad: ¿ira o rechazo, resentimiento, hostilidad, asesinato? Esa es la historia de Caín y Abel, no es algo bueno. Eso lleva al infierno.

Apenas oí esas palabras, entendí qué era lo que me había atraído hacia ese hombre, porque gran parte de mi vida estuvo impulsada por la misma búsqueda, aunque llegué a ella de una forma diferente. Se debió a lso sobrevivientes del Holocausto que llegué a conocer. Ellos realmente fueron víctimas de uno de los peores crímenes contra la humanidad en toda la historia. Sin embargo, no se veían a sí mismos como víctimas. Los sobrevivientes que conocí, miraron hacia adelante con un coraje sobrehumano, construyeron para sí mismos nuevas vidas, se apoyaron mutuamente emocionalmente y muchos años más tarde, contaron su historia, no para revivir el pasado, sino para educar a los jóvenes sobre la importancia de asumir la responsabilidad de un futuro más humano.

¿Pero cómo fue eso posible? ¿Cómo puedes ser una víctima y sin embargo no verte a ti mismo como una víctima sin ser culpable de negar la realidad, olvidarla deliberadamente o de vivir en una fantasía?

La respuesta es lo que nos convierte en Homo sapiens: en cualquier situación podemos mirar hacia atrás o podemos mirar hacia adelante. Podemos preguntarnos: "¿Por qué sucedió esto?". Esto implica mirar hacia atrás buscando una causa en el pasado. O podemos preguntarnos: "¿Qué voy a hacer?" Esto implica mirar hacia adelante, tratar de elaborar un destino futuro comenzando desde ese punto de partida.

Hay una enorme diferencia entre estas dos cosas. No puedo cambiar el pasado, pero puedo cambiar el futuro. Al mirar hacia atrás, me veo a mí mismo como un objeto sobre el cual actuaron fuerzas que en gran medida estaban fuera de mi control. Al mirar hacia adelante me veo como un sujeto, un agente con elección moral, que decide qué camino seguir desde aquí para llegar a donde eventualmente quiero estar.

Ambas son formas legítimas de pensar, pero una lleva al resentimiento, la amargura, la ira y un deseo de venganza. La otra lleva al desafío, el cambio, la fuerza de voluntad y el autocontrol. Para mí, eso es lo que representan Micaela Peterson y los sobrevivientes del Holocausto: el triunfo de la elección sobre el destino.

Jordan Peterson llegó a su filosofía a través de sus propias batallas y las de su padre contra la depresión, y la batalla de su hija con su condición física. Los judíos llegaron a esto a través de las lecciones claves de Moshé, en especial en el Libro de Deuteronomio. Estas quedan resumidas en los primeros versículos de nuestra parashá:

Mira, Yo pongo hoy delante de ustedes la bendición y la maldición. La bendición: si escuchan los mandamientos de Hashem su Dios que Yo les ordeno hoy. Y la maldición: si no escuchan los mandamientos de Hashem su Dios y se desvían del camino que Yo les ordeno hoy… (Deuteronomio 11:26-28).

A lo largo de Deuteronomio, Moshé sigue diciendo: no piensen que su futuro será determinado por fuerzas externas a su control. De hecho, están rodeados de fuerzas sobre las que no tienen control, pero lo que importa es lo que ustedes eligen. Todo lo demás dependerá de ello. Elijan el bien y les ocurrirán cosas buenas. Elijan el mal y eventualmente van a sufrir. Las malas elecciones crean personas malas que crean malas sociedades, y en esas sociedades, con el tiempo se pierde la libertad. Yo no puedo tomar esa elección por ustedes.

La elección, repite una y otra vez, sólo está en sus manos. tú, como individuo, en segunda persona del singular, y ustedes como pueblo, en segunda persona del plural. El resultado fue que sorprendentemente los judíos no se vieron a sí mismos como víctimas. Una figura clave aquí, siglos después de Moshé, fue Jeremías. Jeremías le advirtió al pueblo que la fuerza de un país no depende de la fuerza de su ejército, sino de la fuerza de su sociedad. ¿Hay allí justicia? ¿Hay compasión? ¿Las personas se preocupan por el bienestar de los demás o sólo por sus propios intereses? ¿Hay corrupción en las altas esferas?

¿Los líderes religiosos pasan por alto las fallas morales de su pueblo, creyendo que todo lo que tienen que hacer es cumplir con los rituales del Templo y entonces todo estará bien, y Dios los salvará de sus enemigos? Jeremías les estaba diciendo que Dios no nos salvaría de nuestros enemigos hasta que no nos salváramos a nosotros mismos de nuestro ser inferior.

Cuando ocurrió el desastre, la destrucción del Templo, Jeremías emitió una de las declaraciones más importantes en toda la historia. Él no vio la conquista de Babilonia como la derrota de Israel y de su Dios. Él lo vio como la derrota de Israel a través de su Dios. Y esto resultó ser la salvación de la esperanza. Él dijo que Dios seguía estando. Debíamos retornar a Él y Él retornaría a nosotros. No teníamos que definirnos como víctimas de los babilonios, sino como un agente moral libre, capaces de elegir un futuro mejor.

Los judíos pagaron un enorme precio psicológico por ver la historia de la forma en que lo hicieron. "Por nuestros pecados fuimos desterrados de nuestra tierra", decimos una y otra vez en nuestras plegarias. Nos negamos a definirnos como víctimas de cualquier otro, de los egipcios, los asirios, los babilonios, el destino, la inexorabilidad de la historia, el pecado original, los impulsos inconscientes, la evolución ciega, el determinismo genético o las consecuencias inevitables de la lucha por el poder. Nos culpamos a nosotros mismos: "Por nuestros pecados".

Esta es una carga pesada de culpa, insoportable si no fuera por nuestra fe en el perdón Divino. Pero la alternativa es todavía más pesada: definirnos a nosotros mismos como víctimas, sin preguntarnos "¿Qué hicimos mal?" sino "¿Quién nos hizo esto?".

"Mira, Yo pongo hoy delante de ustedes la bendición y la maldición". Ese fue el mensaje insistente de Moshé durante su último mes de vida. Siempre hay una opción. Como dijo Viktor Frankl, incluso en Auschwitz había una libertad que no podían quitarnos; la libertad de elegir cómo responder. El victimismo nos enfoca en un pasado que no podemos cambiar. La elección nos enfoca en un futuro que podemos cambiar, liberándonos de permanecer cautivos de nuestros resentimientos, y convocándonos a lo que Emmanuel Levinas llamó Difficile Liberte, "la difícil libertad".

En este mundo hay verdaderas víctimas y nadie debe minimizar sus experiencias. Pero en la mayoría de los casos (admito que no en todos), lo más importante que podemos hacer es ayudarlos a recuperar su sensación de control. Esto nunca es sencillo, pero es esencial para que no se ahoguen en su propia indefensión aprendida. Nadie debe culpar a una víctima. Pero tampoco nadie debe alentar a una víctima a permanecer siendo una víctima. Micaela Peterson y los sobrevivientes del Holocausto precisaron inmenso coraje para elevarse por encima de la victimización, pero ganaron una enorme victoria para la libertad, la dignidad y la responsabilidad humana.

Aquí hay una idea que puede cambiar nuestras vidas: Nunca te definas como una víctima. No puedes cambiar el pasado, pero puedes cambiar tu futuro. Siempre hay una opción, y al ejercer la fuerza para elegir, podemos elevarnos por encima del destino.


NOTA:

  1. El hecho de que lo hayan acusado de ser antisemita me hace sentir profundamente avergonzado de quienes dijeron eso. En el mundo actual hay suficientes antisemitas verdaderos para que nos enfoquemos en lo real y no presentemos como un enemigo a una persona que en verdad es un amigo.
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