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Y he aquí que sus ojos y los ojos de mi hermano Biniamín ven que es mi boca la que habla con ustedes (45:12)
Rashi comenta sobre las palabras "es mi boca la que habla con ustedes", que esto significa que habló "en lashón hakodesh (la lengua sagrada)". Se entiende que como prueba de su identidad Iosef les mostró que sabía hebreo.
¿Pero de qué forma esto es una prueba? Hasta ahora, se habían comunicado a través de un intérprete, que ellos asumieron que era un egipcio que obviamente sabía hebreo.
Las palabras de Rashi pueden tener un significado adicional. Toda la materia está dividida en cuatro categorías: domem (lo inanimado, reino mineral), tzomeaj (reino vegetal), jai (seres vivos, animales) y medaber (hablantes). La última categoría es la del hombre, el único ser que puede hablar.
¿Realmente es así? ¿El ser humano es la única criatura que puede comunicarse a través de sonidos? Sabemos que hay muchas formas de vida que se comunican a través de sonidos. ¿Acaso los sonidos no constituyen una forma de habla? Es cierto, el habla humana es mucho más sofisticada, pero eso sólo es una diferencia cuantitativa de las verbalizaciones animales, no una distinción cualitativa. Tener más clases de sonidos y un mayor vocabulario no es suficiente para darle al hombre la distinción de ser "un hablante".
La singularidad del hombre no es sólo tener una forma más sofisticada de habla, sino poder elevar su habla y santificarla. Al usar adecuadamente el habla, al no hablar tonterías, evitar hablar mal de otros y no contar chismes, la persona puede santificar su habla. Esto es algo que los animales no pueden hacer, y esta habilidad de santificar el habla es lo que nos da el mérito de ser llamados "hablantes".
Aunque no podemos justificar las acciones de los hermanos, Iosef no era totalmente inocente. La Torá nos dice que él "solía traer a su padre habladurías malas sobre ellos" (Génesis 37:2). El Midrash dice que todos esos malos informes eran infundados y, por lo tanto, Iosef era responsable de hablar lashón hará. Durante su esclavitud y encarcelamiento, Iosef volvió en teshuvá para purificarse por el lashón hará, el habla despectiva y negativa.
Sin embargo, la ley judía declara que una ofensa contra otra persona no es perdonada hasta que quien la cometió enmienda su acto y pide disculpas a esa persona. Al revelarse ante sus hermanos, Iosef quiso decirles que se había arrepentido por las cosas negativas que había hablado sobre ellos. "He corregido esa mala cualidad. He santificado mi habla. Ahora realmente soy un medaber, un hablante". El comentario de Rashi implica más que el hecho de hablar en hebreo. Ser políglota no justifica el título de medaber. Sólo llegamos a ser un "hablante" si nuestra habla es kódesh, sólo si santificamos nuestra habla.
De hecho, deberíamos enorgullecernos de tener el don de la palabra, pero a menos que santifiquemos su uso, no tenemos nada que nos diferencie. Evitar el abuso de este valioso don es lo que nos hace únicos como seres humanos.
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