Un matrimonio de amor verdadero

06/11/2023

3 min de lectura

Jaiei Sara (Génesis 23:1-25:18 )

Él (Itzjak) se casó con Rivká y ella se convirtió en su esposa, y él la amó (Génesis 24:67)

A menudo leemos un versículo en la Torá y no nos detenemos a analizar su significado completo. Prestemos atención que la Torá señala la siguiente secuencia: ella se convirtió en su esposa y luego él la amó.

La civilización occidental está inundada de amor. Los medios nos bombardean con amor por todas las modalidades posibles: verbal, gráfica y lírica. ¿No es extraño que con todo el énfasis que se da al amor, la tasa de divorcios llegue a un alarmante 50 por ciento?

Lo que se considera "amor" en la civilización occidental es pasión ciega o, en el mejor de los casos, amor a uno mismo. Ninguna de estas cosas constituye una base para una relación duradera. La pasión se disipa muy pronto y el amor a uno mismo fácilmente se ve frustrado. La dinámica por la que una pareja "se enamora" es algo así: el joven ve en esa mujer una persona que él siente que puede satisfacer sus necesidades emocionales, y ella ve en ese joven alguien que puede satisfacer sus necesidades emocionales. Esto puede parecer la base ideal para una relación duradera. Pero prestemos atención a un detalle: el joven está motivado principalmente por su interés personal, y la mujer también está motivada primordialmente por su interés personal. Aunque ellos se profesan amor mutuo, la realidad es que cada uno se ama a sí mismo y el otro sólo es alguien que ellos esperan que los satisfaga. Si llega a ocurrir algo (si la pareja no es tan placentera como habían esperado, o si conocen a otra persona que piensan que puede satisfacerlos mejor), la relación corre riesgo de desmoronarse.

Puede resultarnos difícil entender cómo se hacían los matrimonios en otra época, cuando los padres de la pareja arreglaban el compromiso. Cuando no había pasión ni amor a uno mismo, ¿cuál era la base de esos matrimonios? Había un sentido de responsabilidad por establecer una familia a quien pudieran transmitirle el legado del Sinaí. Por cierto, la relación debía proveer satisfacción a ambos miembros. Sin embargo, si el nivel de satisfacción no era lo que cada uno había esperado, la base de la relación no se debilitaba y se podía llegar más fácilmente a encontrar una forma de acomodar las cosas. El matrimonio tenía una meta y un propósito compartido y no se trataba simplemente de buscar satisfacer los propios intereses. Esto permitía el desarrollo de un amor más profundo.

La Torá nos dice: "Él (Itzjak) se casó con Rivká, y ella se convirtió en su esposa, y él la amó". El amor se desarrolló después de que ella se convirtiera en su esposa. Yo puedo entenderlo. Lo vi funcionar.

El casamiento de mis padres en esencia fue similar al de Itzjak y Rivká. El matrimonio fue arreglado por sus padres, y mi padre vio a mi madre por primera vez bajo la jupá (el palio nupcial). En su relación no había amor a uno mismo ni en el comienzo ni en el final.

Mi padre era muy versado en medicina, y cuando descubrió que tenía cáncer de páncreas sintió que no tenía ningún propósito someterse a un tratamiento de quimioterapia. "Dado que no va a prolongar mi vida, no hay razón para que tenga que sufrir los efectos secundarios", dijo mi padre. Yo tuve que estar de acuerdo.

Sin embargo, el médico le dijo a mi madre que si bien la quimioterapia en esa condición no era de mucho valor, sí podía prolongar su vida por dos o tres meses. Mi madre insistió en que hiciera quimioterapia, incluso si eso sólo le agregaba un día de vida.

Mi padre me dijo: "Lamento que el médico le haya dado a tu madre esta información errónea. Sin embargo, si rechazo la quimioterapia, cuando muera ella puede tener remordimientos. Puede llegar a sentirse culpable por no haber insistido en que hiciera quimioterapia: 'Si tan sólo hubiera hecho quimioterapia, podría haber sobrevivido'. No quiero que mamá se sienta culpable, así que me someteré a la angustia de la quimioterapia. He hecho muchas cosas por ella, y esto me da la oportunidad de hacer una última cosa por ella".

Ese matrimonio no fue por amor a uno mismo.

Incluso cuando la pareja se conoce antes de la boda, un esfuerzo sincero por subordinar las necesidades personales a las del otro puede hacer que tengan un matrimonio de amor verdadero.

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