Una carta abierta a mis hermanos judíos en la Diáspora

22/10/2023

5 min de lectura

No podemos simplemente volver a nuestras vidas normales. Estas son algunas de nuestras órdenes de batalla.

Queridos hermanos judíos:

Estamos viviendo una época extraordinaria, días en los cuales ocurrieron las atrocidades a las que habíamos prometido "Nunca más", con decenas de pogromos, más de 1.400 personas asesinadas brutal y barbáricamente y, lo impensable, 200 judíos tomados como rehenes, entre ellos bebés, niños, mujeres y ancianos, incluso sobrevivientes del Holocausto. Cientos de miles de almas bellas y jóvenes (nuestros hijos, hermanos, hermanas, primos, sobrinos y amigos), fueron convocadas a arriesgar sus vidas para proteger a nuestro pueblo, en Israel y en todo el mundo.

No podemos y no debemos seguir adelante con nuestras vidas habituales. No sólo los medios de comunicación y los líderes electos deben ser cuidadosos respecto a su lenguaje, sus actitudes y su enfoque. Todos debemos ser más sensibles, tomar conciencia y reflexionar no sólo en lo que hacemos, sino también en qué y cómo enviamos mensajes. No creo que la gente en general tenga malas intenciones, pero nuestras palabras en línea o fuera de ella importan, pueden inspirar, apoyar y elevar la moral o pueden desinflarla, causar dolor y hacer que nuestros hermanos y hermanas en Israel se sientan muy solos.

No sigas adelante como si nada

Nadie en Israel pudo volver a la "normalidad" ni seguir adelante. Cientos de miles fueron convocados para luchar. Sus esposas, hijos, padres y familias tuvieron que relevarlos, sin dejar de preocuparse ni un instante por el destino de sus seres queridos. Las ciudades de Israel no tienen hombres dirigiendo sus negocios, recogiendo la basura ni cumpliendo las funciones que damos por obvias. Los restaurantes sólo tienen comida para llevar. Esta guerra apenas ha comenzado, con una inminente operación terrestre y 200 rehenes que todavía no regresaron a casa.

Es posible que en el pasado ocurrieran eventos o tragedias en Israel que llamaron nuestra atención. Rezamos, recitamos Salmos, asistimos a una manifestación, tal vez llamamos a un miembro del Congreso, pero luego más o menos regresamos a la normalidad con relativa rapidez. Esta no puede ser nuestra actitud en este momento. Nuestros hermanos y hermanas en Israel no han recobrado ninguna apariencia de normalidad y nosotros tampoco podemos hacerlo. De cada individuo y de cada familia depende decidir cómo seguir viviendo, hacer lo que hay que hacer y sin embargo mantenernos muy sensibles a lo que está sucediendo en Israel. Debemos tener cuidado de no juzgarnos los unos a los otros y no juzgar cómo logramos ese equilibrio. Pero una cosa que podemos hacer es no seguir como si nada hubiese ocurrido.

Piensa en los cautivos

Hay demasiado dolor y horror para asimilar, demasiado miedo y preocupación en nuestras mentes. Guardamos duelo y tratamos de comprender el significado de 1.400 funerales y shivás, nos preocupamos por medio millón de soldados en uniforme, pero debemos mantener presente el hecho aterrador de que hay 200 personas inocentes, incluyendo niños pequeños, que en este momento permanecen cautivos de Hamás. Cuando hace nueve años capturaron a tres jóvenes, todo el pueblo judío contuvo la respiración y no dejó de rezar.

Ahora hay 200 rehenes mantenidos en condiciones que no queremos ni imaginar. Debemos sentirnos inconsolables hasta que se asegure el destino de estas 200 personas.

Todos somos parte de esta guerra

Israel lucha en el frente, pero esta no es sólo su guerra. La espantosa masacre y las atrocidades en Israel han revelado la horrible realidad de los simpatizantes de Hamás que viven en las principales ciudades del mundo. Hemos visto a personas supuestamente educadas y respetables no sólo no condenar los brutales asesinatos, violaciones y secuestros, sino defenderlos, identificarse con ellos, y revelar que el mundo estaría perfectamente de acuerdo con que eso mismo fuera perpetrado contra nosotros, sus vecinos, no en Israel sino en todo el mundo.

Hamás tiene en su carta fundacional no sólo el objetivo de sacar a los judíos de Israel sino de matar a todos los judíos del mundo. Tú no eres un espectador en esta guerra, no estás al margen. Todos estamos incluidos y debemos actuar de esa manera.

Usa tu influencia

Cada uno de nosotros puede y debe tener un impacto sobre otras personas. Somos responsables de influir sobre nuestros vecinos, compañeros de trabajo, amigos y parientes educándolos sobre esta guerra y abogando por Israel, o sumando a otros para rezar, aprender y juntar méritos para nuestros soldados y para todo Israel.

Cuando los soldados arriesgan sus vidas, tú no estás derrotando al enemigo si insistes en hacer lo mismo que siempre hiciste en tu país, saliendo de compras o yendo a restaurantes elegantes, sirviendo una mesa hermosa, concentrándote en la moda o planificando tus próximas vacaciones. En las redes sociales, este no es el momento para celebrar cumpleaños o aniversarios, exhibir postres o decoración, recibir consejos sobre vacaciones o publicar cualquier cosa que ignore o sea insensible a la crisis que enfrenta el pueblo judío en todas partes. (Por supuesto, debemos seguir celebrando los hitos, en particular de nuestros hijos. Pero debemos tener mucho cuidado con lo que mostramos públicamente en este momento).

Esta es nuestra familia

Si no tienes un pariente cercano en Israel, llegó el momento de actuar como si lo tuvieras. Que Dios no lo permita, pero si un miembro de tu familia inmediata (un padre, hermano, cónyuge o hijo) estuviera cautivo, en terapia intensiva, desaparecido o luchando por su vida, ¿podrías distraerte? ¿Buscarías una manera de distraerte? ¿No te verías atraído hacia cualquier noticia, cualquier nueva información sobre su bienestar?

Como alguien publicó por Internet, cuando un compañero de trabajo le preguntó: "¿Tienes parientes en Israel?", él le respondió: "Sólo unos cuantos millones".

Oficina de prensa del ejército de Israel

Nuestra genuina angustia, sufrimiento, dolor y preocupación no deben ser sólo expresiones de simpatía y empatía por lo que otros están viviendo. Se trata de nuestro dolor, nuestra angustia, nuestro temor y nuestras vidas, nuestras prioridades, nuestro foco y nuestro tiempo deben reflejarlo.

Enfócate en cosas prácticas que puedes hacer

Hay mucho que podemos hacer. Conéctate con la gente que vive en Israel o con quienes tienen allí seres queridos: mensajes de texto, e-mail, llamadas… Demuestra que te importa. Lleva un momento y significa mucho. Además, ¡reza! Cada una de nuestras plegarias sinceras cuentan, significan algo para Dios y también para aquellos que saben que estamos derramando nuestros corazones.

Estudia Torá, cumple mitzvot, haz actos de bondad en mérito de aquellos que no pueden hacer esas cosas en este momento. Defiende a Israel, escribe cartas, contáctate con tus representantes, protesta ante quienes cuentan la historia de forma inadecuada y agradece a quienes apoyan a Israel de la forma en que se lo merece. Cede a un lujo que ibas a permitirte y envía apoyo para adquirir equipos, suministros y para ayudar a una economía gravemente afectada. (Asimismo, presta atención a dónde y a quién estás donando. Da generosamente, pero asegúrate de hacerlo a alguien en quien confíes y asegúrate de que esos fondos sean utilizados de la manera adecuada, o dona a una organización conocida).

Muévete a tu ritmo

Es comprensible que no puedas asistir a todos los mítines y que no puedas ni debas estar conectado a las noticias las 24 horas del día, 6 días a la semana (ni es sano hacerlo). Todo indica que esta crisis no terminará rápidamente. Necesitamos controlar nuestro ritmo. Toma conciencia de lo que está sucediendo, pero tómate un respiro de tu teléfono y no permitas que interfiera con tus otras responsabilidades. Tómate un momento para recuperar el aliento si la alternativa es terminar agotado. El desafío de mantenerse al día con la intensidad de los esfuerzos y las oportunidades de ayudar ahora mismo no deben ser una excusa para abandonar todo y retornar a la "normalidad".

Mis queridos amigos que viven en la Diáspora, este es un momento de prueba. Siempre seremos definidos y recordados por cuán conectados nos sentimos y actuamos con el pueblo judío y con quienes están en Israel en este momento.

Nuestros corazones, nuestras almas, y cada fibra de nuestro ser deben estar en y con Israel sin importar en dónde nos encontremos físicamente en este momento. Necesitamos negarnos a sentirnos demasiado cómodos, negarnos a distraernos, negarnos a seguir adelante o volver a la normalidad hasta que, con la ayuda de Dios, se gane esta guerra.

Con mucho amor, respeto y preocupación.

Rav Efrem Goldberg

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.