Una joven viuda israelí comparte con el mundo el legado de su esposo

23/01/2024

8 min de lectura

La venganza de Hadas Loewenstern es seguir viviendo una vida significativa y con sentido.

El 13 de octubre, el ejército israelí envió un tanque para rescatar a varios soldados que habían sido heridos en el sur de Gaza. Hamás atacó el tanque con un misil antitanque guiado, asesinando al sargento Rav Elisha Loewenstern, un reservista israelí-estadounidense de 38 años. Él dejó a su esposa Hadas y sus seis hijos, sus padres y hermanos.

A pesar de estar devastada por la muerte de su esposo, Hadas Loewenstern está decidida a darles a sus hijos la mejor vida posible. En un video en homenaje a su esposo, Hadas dijo: "Planeamos vivir una vida tan maravillosa que los tipos malos nunca tendrán el mérito de vivir… Esa es —a mis ojos— la verdadera victoria". La fuerza y la determinación de Hadas conmovió a gente de todo el mundo. Aquellos que llegaron a consolarla se sintieron fortalecidos ante su presencia.

Explorar su identidad judía

Hadas creció en Netania, Israel, en una cálida familia no religiosa. Ella es la novena generación de su familia que vive en Israel. En su juventud, se involucró en política y activismo de derechos humanos. A los 24 años, mientras servía en el ejército, Hadas encontró por primera vez un judío religioso.

"Tuvimos una gran pelea. Yo pensaba que él pertenecía al pasado, que era la clase de judíos que ya no necesitábamos", cuenta Hadas.

El encuentro llevó a Hadas a formularse seriamente algunas preguntas que nunca había considerado. "¿Qué significa ser judío? ¿Cuáles son mis valores como judía? ¿Por qué tenemos tantos enemigos? ¿Por qué nos odian tanto?"

Buscando respuestas, Hadas comenzó a explorar su herencia judía. Eventualmente salió del ejército y pasó tres años estudiando en una institución de estudio de Torá para mujeres. Impresionada por la profunda sabiduría que descubrió en el judaísmo y rodeada de modelos inspiradores, decidió: "No quiero sólo estudiar Torá, quiero vivir la Torá".

Cuando Hadas conoció a su futuro esposo, experimentó un "enorme shock cultural". Él no sólo había crecido en una familia religiosa, sino que era un norteamericano que hablaba inglés en la casa y le gustaban las golosinas de Estados Unidos. Elisha había llegado a Israel desde Nueva Jersey cuando tenía 8 años, junto con sus padres, Tzvi y Sharon Loewenstern, y sus hermanos. Él creció entre los angloparlantes en Beit Shemesh. Hadas fue escéptica respecto a que pudieran tener algo en común, pero de inmediato se impresionó de las cualidades interpersonales de Elisha.

En la primera cita, Elisha apenas habló. A Hadas le llevó un tiempo comprender que no era porque no tuviera nada que decir. Elisha simplemente estaba más interesado en escuchar a los demás que en hablar de sí mismo. Tal como Hadas aprendió a lo largo de sus 13 años de matrimonio, Elisha era maravilloso escuchando a los demás.

A medida que fue conociéndolo mejor, sus diferencias culturales parecieron insignificantes. En unos pocos meses, ya estaban casados. Con el tiempo, Hadas logró valorar especialmente a los extranjeros que llegan a vivir a Israel. "Ahora entiendo cuán difícil es hacer aliá".

Hadas y Elisha tuvieron seis hijos. Su hijo mayor tiene 12 años y se está preparando para su Bar Mitzvá. El más pequeño todavía no tiene un año.

Un buen hombre

Elisha era un maravilloso esposo y padre, bondadoso, preocupado y muy honesto. "Un hombre muy bueno. Eso se veía en las cosas pequeñas. Siempre me dejaba dormir en las tardes de Shabat. Después de una comida de Shabat, siempre elogiaba la comida, pero no decía simplemente: 'la comida estaba rica'. Él decía: 'El pollo estaba muy rico'. Era específico. "Tu tarta de manzanas es la mejor tarta de manzanas que he comido'. No lo decía sólo para ser educado. Él realmente prestaba atención a las personas y se daba cuenta de lo que sucedía en sus vidas. Cuando se encontraba con alguien en la calle, no sólo le preguntaba con cortesía: '¿Cómo estás?'. Le preguntaba cosas específicas: '¿Cómo te fue en el estudio la semana pasada?' o '¿Cómo está tu hermana después de la cirugía?'. Realmente prestaba atención y te hacía sentir que en verdad le importaba".

Elisha cultivó una atmósfera positiva en el hogar. Él estudiaba Torá con sus hijos, transmitiéndoles su amor por el judaísmo. Cada vez que un niño llegaba a un momento clave, como terminar un tratado del Talmud, Elisha le preparaba un certificado especial como premio, llenando al niño de elogios y palabras de valoración. Colgaban el certificado en la pared para que lo viera toda la familia y hacían una fiesta especial para el niño.

"Esa era su especialidad, elogiarlos y motivarlos a estudiar", dijo Hadas en una entrevista exclusiva con Aishlatino.com. "Eso es algo que realmente extrañaré".

Vivir a pleno

Para Hadas, la pérdida de su esposo es enorme, pero se las arregla no sólo para mantenerse positiva sino para inspirar a otros.

“Nadie se queda en este mundo por más de 120 años. La pregunta es: ¿cómo viviste en el tiempo que te fue asignado? Respecto a Elisha, sé que pasó la prueba con gran éxito. Vivió una vida ejemplar. Y esto también me da consuelo, porque sé que Dios estaba muy feliz con la forma en que él vivió".

Hadas tiene sus momentos difíciles, pero no les permite que disminuyan su sentido de propósito. “Si sólo me concentro en mi dolor y en el hecho de que se ha ido mi esposo y el padre de mis seis hijos, el más pequeño ni siquiera tiene un año… ¡esto es una locura! No es algo normal que una mujer de 40 años se quede viuda con seis hijos. Si sólo pienso en que tengo que pasar por todos los bar y bat mitzvás sola, y cómo voy a hacer para casar a seis niños, y cómo me las arreglaré… Si pensara en eso probablemente me convertiría en un mujer muy triste. Pero cuando me concentro en lo que puedo dar, en cuál es mi misión, en lo que Dios quiere que haga en este momento, eso me da fuerza. Así es como enfrento la realidad. Si puedo ver el propósito, eso me dará una razón para levantarme mañana por la mañana y hacer sándwiches para mis seis hijos".

En una misión

¿Cómo Hadas es capaz de ver más allá de su dolor y sus dificultades inmediatas? Ella dice que cuando comenzó a estudiar judaísmo en profundidad, entendió que la "Torá no se trata de pensar en ti mismo, no ponerte en el centro, sino poner a Dios en el centro. Escucharlo. Hacer lo que Él desea que hagas". Esta es la perspectiva con la cual Hadas vivió durante muchos años.

Hadas compara la vida con un videojuego, donde pasas de un desafío a otro, recogiendo premios a lo largo del camino, en tu infancia, tu adolescencia, tu adultez. "Encuentras a la persona con quien te vas a casar, y piensas que sabes por qué te casas con él, y piensas que sabes qué clase de familia tendrán, y piensas que sabes muchas cosas. Pero Dios tiene este gran plan". Un día, tu rol en ese plan te es revelado, y "en el instante en que esto ocurre, tienes una opción".

Hadas cita las palabras de Mordejai a la reina Esther: "Si guardas silencio en ese momento, el alivio y la liberación llegarán al pueblo judío desde un lugar diferente". Hadas agrega: "Si no lo haces tú, será otra persona. Dios quiere dar este mensaje al mundo, y realmente no se trata de mí. Quiero decir, se trata de mí en cuanto que realmente trabajé duro toda mi vida para ser una buena persona, para ser alguien que mira el lado positivo de la vida, no como un cliché, sino como algo muy duro, algo sobre lo que se debe trabajar y practicar: ver el lado positivo y ver la bondad de Dios y entender que todo lo que Él te da es un regalo. Tanto Elisha como yo trabajamos muy duro para convertirnos en las personas en quienes nos convertimos ".

Hadas explica que su esposo hacía introspección todos los días. "Tengo muchísimas notas que se escribió a sí mismo: 'Quiero ser una mejor persona', 'quiero ser un vecino más amigable', 'quiero hablar con un tono de voz tranquilo'. Más de 20 años de trabajo sobre sí mismo. ¡Es mucho trabajo! No es algo que simplemente ocurrió. Es algo en lo que hemos trabajado toda nuestra vida ".

Ahora Hadas tiene la misión de compartir con el mundo el legado de su esposo. “Dios decidió que Elisha debía vivir en este mundo 38 años. Podría haber muerto de cualquier otra manera, como en un accidente automovilístico, y nadie habría oído hablar de él. Realmente siento que debido a sus cualidades especiales y su hermosa personalidad, Dios quiso que el mundo supiera sobre él. Esta es mi misión. Nada puede traer de vuelta a Elisha, pero si hablo de él todo el día, entonces está aquí. Y si millones de personas saben quién era, entonces tengo un poco más de Elisha aquí en el mundo ".

Gracias, Dios

Hadas hace un esfuerzo consciente para concentrarse en aquello por lo que está agradecida en lugar de lo que le falta. “Elisha tenía un corazón de oro. Era el mejor hombre que conocí. Y soy muy privilegiada de haber sido su esposa durante casi 13 años. ¡Tengo mucho que agradecer! Sé que la historia no "terminó" de la forma que habría imaginado, pero eso no me impedirá decir gracias por lo que teníamos. Cada vez que quiero dejarme caer y sentirme amargada, me digo a mí misma: 'Oye, tienes seis hijos… ¡Di gracias!'. En el cementerio militar, al lado de mi esposo están enterrados muchos hombres jóvenes, de 19 o 20 años, que no estaban casados ni tuvieron hijos. Mucha gente daría cualquier cosa para tener sólo un hijo, y yo tengo seis. ¡Di gracias! Elisha me dejó tanto. ¡Di gracias! Y cuando empiezo a decir gracias se vuelve más fácil, porque no me estoy enfocando sólo en lo que ya no tengo. ¡Me enfoco en lo que tengo, y tengo mucho! "

La misión de Hadas no es fácil, pero ella elige emprenderla con la cabeza en alto. Si bien Hadas está dispuesta a trabajar duro, también está dispuesta a aceptar la ayuda de familiares, amigos y miembros de la comunidad.

Aceptar ayuda

"Estoy recibiendo muchísima ayuda. La gente viene todo el tiempo y ayuda con los lavados de ropa, los platos, las compras. Necesitas mucha humildad para recibir ayuda. Mi esposo y yo ayudamos a muchas personas en nuestras vidas, y ahora es mi turno de recibirla. Con ayuda de Dios, llegará un momento en que yo seré nuevamente quien ayude. También ayuda ser humilde, comprender que realmente necesitas ayuda y permitir que las personas te ayuden sin sentirte avergonzado. No hay forma de que pueda hacer todo por mi cuenta. Esto es parte de la vida: recibes algo, das algo. Los actos de bondad requieren dos partes: el que da y el que recibe. Si nadie necesitara nunca nada, no existiría la bondad. Así que me digo a mí misma que sigo participando en actos de bondad, sólo que del lado del receptor, no del lado del que da.

"Y eso es algo que las mujeres necesitan saber: no tienen que hacer frente a todo por tu cuenta. ¡Pide ayuda! Incluso si sientes que esta guerra es demasiado para ti y necesitas ayuda para tu salud mental, necesitas a alguien que te escuche porque te estás volviendo loca… ¡busca toda la ayuda que necesites! No seas orgullosa".

Además de ser madre, Hadas es maestra y oradora público. Aunque no eligió sus circunstancias, elige aprovecharlas para marcar una diferencia en el mundo. "Entiendo que no entiendo. Entiendo que Dios tiene Su propio plan. Y este es mi trato con Él: Dame fuerza e intentaré que todo el mundo judío te ame más, que crean más en ti. Esto es lo que me mantiene viva".

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