El pueblo judío ha sido movilizado

11/10/2023

4 min de lectura

Miedo, incertidumbre y perseverancia.

Hace unos días, mientras estaba sentada en mi sillón, fui a un brit.

No fui la única. Un hombre que también participó digitalmente observaba fascinado el proceso, miraba e incluso participaba en el sagrado ritual desde su teléfono celular. Él estaba vestido con uniforme militar y camuflaje cuando pronunció las bendiciones desde su puesto de lucha defendiendo a las comunidades fronterizas de Gaza, sus compañeros de armas respondieron amén y celebraron con él.

Él era el padre del pequeño bebé.

El video de este momento agridulce de amor, renovación, peligro y sacrificio circuló por WhasApp en Israel. Los israelíes han estado compartiendo incesantemente videos espantosos pero también algunos bellísimos desde el estremecimiento y el espanto que tuvo lugar en Simjat Torá/Shminí Atzeret.

 

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El pequeño Shmuel Lev (¡Mazal tov!) nació en una situación complicada.

Por un lado, tenemos la cruda realidad del rabioso antisemitismo que sigue afligiendo al pueblo judío, incluso en su propio suelo, la clase de odio que obligó a su padre a estar lejos de casa para la celebración y tomar las armas para proteger a la nación de lo que de otra manera sería una aniquilación segura. La captura y tortura de más de cien rehenes judíos, muchos de ellos mujeres jóvenes, niños pequeños y ancianos, es una pesadilla que ha sacudido a todo el país, arrojándonos hacia los rincones más oscuros de nuestro pasado.

Por otro lado, tenemos a la nación de Israel, este pueblo que demuestra una y otra vez que es increíble e imparable.

A pesar del miedo y la incertidumbre, también había algo más. Camaradería. Incluso humor.

Cuando sonaron las sirenas de ataque aéreo este último Shabat, los refugios de los edificios y de las sinagogas se llenaron, hombro a hombro. A pesar del miedo y la incertidumbre, también había algo más. Camaradería. Incluso humor. En los refugios, la gente se ayudaba mutuamente, se preocupaba por el bienestar de los demás, compartían chistes e información, o simplemente un oído atento. Algunos aprovecharon la oportunidad para conocer a otros que sólo conocían de vista, sonriéndose y deseándose mutuamente un buen año.

En medio de todo lo que ocurría, había un fuerte deseo de perseverar en nuestra vida judía, incluso cuando esa vida estaba amenazada. En algunas sinagogas bailaron por Simjat Torá en sus refugios, con grandes y emotivas plegarias por el bienestar de los heridos, los cautivos y los soldados, y entonaron canciones sobre la firme fe del pueblo judío y su valor. Otras comunidades decidieron reunirse con la puesta del sol, decididas a bailar con su Torá y sus hermanos una vez que amainara el fuego de los cohetes.

Cuando terminó el Shabat y cada familia leyó las noticias, la gravedad de la situación cayó con fuerza. Había luto. Pero el pueblo judío no se quebró, sino que se movilizó. Con fuerza.

Pocas horas después de que el pueblo judío comenzara a leer nuevamente la Torá, en Israel también se dio vuelta una página. Había cantidades de listas con nombres para rezar, centros de recolección de donaciones para los soldados, para las familias del sur, para quienes se quedaron sin poder volver a sus hogares, para los heridos. Hay listas para recibir a las familias que huyen de los misiles, listas para llevar a los soldados a los centros en los que deben presentarse, listas para ayudar a las familias cuyos padres y hermanos se han enrolado, y listas para apoyar a quienes perdieron a sus seres queridos. Hay una lista donde pueden inscribirse los turistas que se quedaron varados y los jubilados con experiencia en medicina para brindar asistencia médica de emergencia en los hospitales. Hay listas para preparar comidas y hornear pasteles para cientos de soldados que llegan a diferentes áreas. En los puntos donde donan sangre hay largas colas. Una campaña de donación de leche materna recauda leche para bebés cuyas madres fueron heridas, secuestradas o peor. Se recauda dinero para comprar equipo actualizado y artículos de primera necesidad para los soldados. Se formó un grupo jaredí para todos aquellos que no sirvieron como soldados en el ejército de Israel pero que están dispuestos a ofrecerse voluntariamente como conductores o reemplazar a los guardias nacionales si fuese necesario que se recluten para la guerra. Todo el mundo está desesperado, pero no por la calma. Están desesperados por una oportunidad de DAR, de ser parte salvando a nuestro país y a nuestra nación.

Niñas en Rosh Tzurim reparten pasteles a los soldados israelíes.

Y hay muchísimas plegarias. Plegarias interminables. Algunos se sientan a leer Tehilim y lloran. Otros se encuentran con un amigo en la verdulería y terminan el encuentro diciendo: "Que Dios nos de la victoria y nos mantenga a todos a salvo". Los maestros de todo Israel, quienes no volverán a las aulas hasta que el gobierno lo autorice, han alentado a sus alumnos a mantener o incrementar su estudio de Torá, algunos realizando encuentros en línea para mantener el contacto y estudiar juntos.

El pueblo judío ha pasado demasiadas cosas juntos. Mucho conflicto, muchas disputas y muchas peleas internas. Pero también mucha preocupación. Mucha entrega. Mucho amor.

El pueblo judío ha pasado demasiadas cosas juntos. Mucho conflicto, muchas disputas y muchas peleas internas. Pero también mucha preocupación. Mucha entrega. Mucho amor.

Hoy nos ponemos de pie con el pueblo que amamos, luchando por la tierra que amamos. Esta hermosa, complicada y poderosa nación. Que los padres y hermanos regresen a sus hogares en paz, y que el pacto de Abraham sea un mérito para ellos y para todos.

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