Creencias conflictivas

17/10/2023

3 min de lectura

Noaj (Génesis 6:9-11:32 )

Nóaj y sus hijos, y su mujer y las mujeres de sus hijos con él, entraron al Arca a causa de las aguas del Diluvio. (Génesis 7:7)

Sobre la frase "a causa de las aguas del Diluvio", Rashi comenta que Nóaj sólo entró al Arca cuando las aguas del Diluvio lo obligaron a hacerlo. ¿Por qué? Porque Nóaj tenía poca fe. Él creía y no creía que vendría un Diluvio y no entró al Arca sino hasta que las aguas lo obligaron.

Los comentaristas de la Torá tienen dificultad con esta declaración de Rashi. La Torá describe a Nóaj como un "tzadik perfecto". ¿Cómo es posible que un tzadik perfecto tenga poca fe? Asimismo, ¿qué significa que "él creía y no creía"? Esto parece una contradicción.

El Steipler nos da una importante explicación psicológica. Saber algo puede adquirir dos formas. Hay un saber intelectual y un saber emocional. Por ejemplo, una persona puede desear algo, pero le dicen que evite buscarlo porque en esa área hay excesiva radiación y exponerse a eso puede ser peligroso. Su deseo por el objeto es intenso, puede llegar a arriesgarse a exponerse. Sin embargo, si el objeto está en un edificio en llamas, incluso un intenso deseo no lo llevará a arriesgar su vida. ¿Por qué la diferencia? Porque la persona no ve la radiación. Uno puede entender que la radiación es peligrosa, incluso letal, pero es una conciencia intelectual, que puede verse superada por un deseo intenso. En cambio, el peligro del fuego se capta emocionalmente, y es suficientemente fuerte como para superar la tentación.

Rashi no está criticando a Nóaj, quien de hecho era un tzadik perfecto y tenía una fe intelectual completa en la palabra de Dios respecto a que habría un Diluvio. Rashi no dice que Nóaj carecía de fe. En verdad su fe era completa, pero de una calidad inferior porque era sólo intelectual. Esto es lo que significa la frase "Creía y no creía". Nóaj creía intelectualmente, pero no emocionalmente. Quizás Nóaj simplemente era incapaz de tener una conciencia emocional, y esta limitación no era su culpa.

La explicación del Steipler tiene gran valor práctico. Esto lo veo regularmente en mi trabajo tratando a alcohólicos, quienes típicamente no aceptan el tratamiento para dejar su adicción destructiva hasta que tocan fondo, es decir, hasta que experimentan una crisis severa que los obliga a reconocer su problema. En mi libro "Substance Abusing High Achievers", cito casos de personas de alto coeficiente intelectual que saben que la forma en que beben es destructiva, pero son incapaces de detenerse. Un médico que era director de un centro de tratamientos para alcohólicos y que constantemente veía la ruina que causaba el alcohol, era un gran bebedor. Su conciencia intelectual de los peligros del alcohol no era suficiente para permitirle dejar esa conducta.

Se han gastado miles de millones de dólares para prevenir que los jóvenes usen drogas. Ninguno de los múltiples programas de prevención resultó efectivo. Esto se debe a que sin importar cuánto recalquemos a nuestros jóvenes sobre los peligros de las drogas, ellos sólo adquieren una conciencia intelectual, lo cual no es suficiente para superar el deseo emocional de "volarse".

Los padres angustiados porque sus hijos desean casarse con alguien de otra religión, tratan desesperadamente de disuadirlos de todas las formas posibles. Le piden al Rabino que hable con su hijo y pueden llevarlos incluso a un psicólogo. Rara vez estos esfuerzos tienen éxito. El hijo puede entender por qué no debe casarse con alguien de otra religión, pero este entendimiento intelectual no lo ayuda a cambiar su decisión.

¿Qué se puede hacer para evitar que los jóvenes caigan en comportamientos autodestructivos? Lamentablemente, a menudo no se puede hacer nada. Los padres agonizan por su impotencia al no poder evitar que sus hijos se hagan daño. Sólo pueden esperar y rezar pidiendo que su hijo entre en razón, y esto sólo puede ocurrir cuando el hijo eventualmente experimenta las consecuencias dañinas de sus actos.

Incluso Nóaj, "un tzadik perfecto", creyó y no creyó.

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