Los judíos y la industria del chocolate

10/08/2023

5 min de lectura

El chocolate tuvo un rol fundamental para la supervivencia judía en medio de la agonía de la Inquisición.

Tenemos a nuestra disposición una amplia variedad de chocolates. Desde el rico y suave chocolate negro, hasta el suave y sedoso ganache de chocolate, pasando por el cremoso y dulce chocolate de leche e incluso el fresco y afrutado chocolate rosado.

Es difícil creer que en la antigüedad el chocolate estaba reservado sólo para la élite, fuera del alcance de las personas comunes y corrientes.

En el siglo XVI en España, el chocolate era un manjar secreto y bebible para la realeza y la élite. Esto se refleja en una declaración de los benedictinos de la época: "No beba cacao, nadie que no sea fraile, señor o valiente soldado".

A pesar de estar disponible sólo para las élites de la sociedad, el grano de cacao generó rápidamente una increíble riqueza para la economía de España. Esto se debió a la creciente demanda de aquellos que tenían acceso al cacao, lo que llevó a un aumento del comercio en América Latina, donde se cultivaba el grano de cacao, y al asentamiento en el Caribe, donde se plantaba el azúcar para el chocolate.

La industria judía del chocolate

El desarrollo y el comercio del chocolate se convirtieron en una importante industria que estaba en gran medida dirigida por judíos. Originalmente, la clase alta consideraba que ser comerciante era una profesión de baja categoría, por lo que los judíos fueron los que asumieron ese trabajo. Y fueron los judíos quienes introdujeron el chocolate al resto de Europa, después de ser expulsados de España y llevarse sus amplias conexiones comerciales y sus  conocimientos sobre la elaboración del chocolate.

Ser judío en la España del siglo XVI no era sencillo. La Inquisición estaba en su apogeo; miles de judíos habían sido quemados en la hoguera, obligados a convertirse (aunque secretamente muchos seguían apegados a su identidad y práctica judías) o a huir del país. Dado que gran parte de la población judía de España se había dedicado al "humilde trabajo" del comercio, uno de los únicos campos abiertos a los judíos, muchos conversos, judíos secretos, permanecieron en esa industria.

Con el floreciente comercio del chocolate, muchos de estos conversos o "nuevos cristianos" empezaron a tener mucho éxito. Como "cristianos", su acceso a las clases sociales más altas que deseaban el chocolate elevó su propio estatus y los catapultó a una posición más alta en la escala económica.

Con su conocimiento de la industria del chocolate, los judíos influyeron positivamente en las economías de los nuevos países en los que se establecieron.

Sin embargo, el hecho de ser considerados "cristianos" de nombre no los protegía del resentimiento y la envidia de los "viejos cristianos", quienes acusaban a los "nuevos cristianos" de ser poco fiables, infieles y una "mancha en la sociedad". Después de todo, seguían teniendo sangre judía.

Así que tras haber forzado a miles de judíos a convertirse al cristianismo para ser aceptados en la sociedad, 350 años después del comienzo de la Inquisición en el siglo XV, estos judíos secretos seguían siendo perseguidos o forzados al exilio.

El exilio

Muchos de estos judíos españoles huyeron a Francia, Inglaterra, Bélgica y los Países Bajos. Con su conocimiento de la industria del chocolate, la llegada de los judíos resultó sumamente beneficiosa para las economías de los nuevos países en los que se establecieron. Estos países europeos buscaban incursionar en el comercio con el Nuevo Mundo, y los judíos que llegaban tenían las conexiones comerciales necesarias para competir con los españoles.

Con todo su conocimiento, los judíos españoles desarrollaron un chocolate más dulce y comestible que satisfacía a las poblaciones de los alrededores.

Bayona, una pequeña ciudad del suroeste de Francia, sirve como ejemplo de lo que ocurrió en toda Europa. Por encontrarse cerca de la frontera con España, Bayona se convirtió en el hogar de muchos judíos que huían de España. A estos "nuevos cristianos" se les concedió residencia, pero no ciudadanía (los judíos solo obtuvieron la ciudadanía después de la Revolución Francesa).

Los judíos en Bayona ayudaron a establecer conexiones comerciales con las Indias Occidentales francesas y establecieron casas de chocolate donde vendían chocolate para la comunidad local, desde deliciosos pasteles de chocolate, deliciosos rellenos de chocolate, hasta un cremoso y espeso chocolate caliente. El chocolate ya no era sólo para los reyes y las élites. Ahora era accesible para las masas (aunque seguía siendo caro), y con muchas más opciones de consumo. No es sorprendente que Bayona sea conocida como la capital del chocolate de Francia.

Pero la vida era difícil para los judíos de Bayona. Su éxito representaba un problema para otros chocolateros franceses que eran nuevos en el negocio y resentían el triunfo de los exitosos comerciantes judíos. En la década de 1720, se promulgaron una serie de leyes que prohibían a los judíos fabricar y vender chocolate en tiendas y almacenes, y para 1820, sólo quedaban dos chocolateros judíos.

El chocolate belga

En Bélgica e Inglaterra, las primeras personas a las que se les otorgó licencia para fabricar y vender chocolate fueron judíos españoles. En Bélgica, Emmanuel Soares de Rinero se estableció en Brabante a fines del siglo XVI. En ese momento, el chocolate valía aproximadamente el equivalente a 15 hogazas de pan. Solo las clases altas podían disfrutar de esta exótica delicia.

Pero tuvo tanto éxito que muy pronto comenzaron a surgir chocolateros belgas por todo el país. Hoy en día, Bélgica tiene una de las mejores reputaciones de chocolate en el mundo.

Según el autor Michael Leventhal, un hombre llamado "Jacobo el judío" introdujo el chocolate en Inglaterra en 1650, unos años antes de que de Rinero llegara a Bélgica. Él abrió el primer café de Inglaterra donde vendía café y chocolate caliente. Inglaterra se convirtió entonces en el hogar de varios chocolateros y se estableció en el comercio global del azúcar y el grano de cacao.

Una bendición oculta

Irónicamente, el comercio del chocolate que inicialmente fue considerado un trabajo de baja categoría delegado para los judíos, se convirtió en el vehículo de su éxito económico. Alejados de la participación en el gobierno y en otras profesiones, este fenómeno se repitió en las comunidades judías de toda Europa. La presencia continua de comerciantes judíos se convirtió en la base de muchos estereotipos judíos y tropos antisemitas que siguen predominando en la actualidad.

Los judíos eran considerados "globalistas", un término utilizado para representar la avaricia y el poder utilizado para controlar la economía mundial. La calumnia respecto a que los judíos tramaban controlar el mundo llevó a los gobiernos y partidos políticos a convertir a los judíos en chivos expiatorios de sus caídas económicas y de sus problemas sociales, y los consideraban ciudadanos desleales.

El chocolate en la dieta judía

El chocolate puede no ser producto de la cocina judía, pero está embebido en la dieta judía, desde los rogalaj hasta el babka de chocolate, blintzes y pasteles de chocolate para Pésaj.  Los judíos de Curazao incluso acostumbran a beber chocolate caliente cuando realizan una circuncisión.

Sin duda, el chocolate desempeñó un papel fundamental en la supervivencia y el éxito judío en medio de la agonía de la Inquisición.

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