Sociedad
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Eso no te ayuda a ti ni a nadie más.
Cuando escuchamos las espantosas noticias sobre lo que estaba ocurriendo en Israel, estábamos en la sinagoga a punto de decir la plegaria por el bienestar de Israel. Las expresiones en nuestros rostros iban de sorpresa a terror. Pensamos en nuestros hijos que viven en Israel. Pensamos en los cientos de rehenes, en los miles de heridos y los cientos de personas asesinadas. El impulso por correr a casa y revisar nuestros teléfonos fue agobiante. Queríamos saber qué estaba pasando. Yo quería llamar a mi hija y asegurarme que estaba bien. Pero era Shabat y luego Iom Tov, por lo que me obligué a quedarme en la sinagoga mientras las palabras de la plegaria pidiendo paz y seguridad en Israel llenaban la sala.
Incliné la cabeza, cerré los ojos y lloré. Sabía que lo más útil que podía hacer en ese momento no era escuchar los últimos detalles de los violentos ataques. Lo más útil que podía hacer en ese momento era rezar. Porque aunque no podía estar allí físicamente para ayudar, podía llegar con mis lágrimas y mi amor. Sabía que sin llamar a mi hija por teléfono, ella podía sentir ese amor desde la otra punta del mundo.
Mientras seguimos rezando por Israel desde todos los rincones del mundo, muchos también revisamos obsesivamente nuestros teléfonos buscando más noticias, varias veces por día. Algunos observamos los espantosos videos y filmaciones de los ataques. Quizás sientes que necesitas saber lo último que está pasando para demostrar que te importa. Tal vez te sientes culpable por no conocer cada detalle de lo que ocurre y por no estar en Israel para ayudar. Pero perderte revisando incesantemente tu teléfono no te ayuda a ti ni a nadie más.
De hecho, revisar obsesivamente las noticias te quita la energía espiritual y física que precisas para ser útil.
Aquí hay cuatro maneras en las que puedes limitar las veces que revisas tu teléfono a lo largo del día.
Tu alma y las almas de todos tus hermanos y hermanas que están bajo ataque precisan una conexión con Dios ahora más que nunca. No subestimes el poder de tus plegarias. Puedes hablar con tus propias palabras. Puedes llorar si, como me ocurre a mí, las palabras no te surgen en este momento. Pero tus plegarias se sentirán y serán valoradas del otro lado del mundo.
No precisas conocer los detalles de las últimas noticias para hablar en apoyo de Israel dentro de tu propia comunidad. En todo el mundo hay grupos de odio que se reúnen en apoyo a Hamás. Tu voz debe hablar por Israel donde sea que te encuentres.
Cuando quedas atrapado en el ciclo de la sobrecarga de noticias, tu alma sufre al ver a otros sufrir antes de hacer clic en la siguiente historia. Como psicóloga, he visto a mis pacientes hacer clic y caer en la depresión a causa de la avalancha de desesperación que dejan entrar a sus mentes al mirar obsesivamente las noticias. Protege tu propia mente limitándote a ver las noticias dos o tres veces por día.
Si tienes niños, no relates ni repitas las espantosas noticias que estás escuchando. Ellos no necesitan saber los detalles de la situación de los rehenes ni el alcance de la devastación. Muchos niños pueden quedar traumatizados sólo por escuchar esos detalles. En cambio, busca formas de inspirar a quienes te rodean. Quizás puedes enviar paquetes a los soldados israelíes o invitar a tu hijo a escribir una carta a un soldado expresando solidaridad y esperanza.
Una de las formas en que las noticias causan depresión es aumentando nuestra sensación de impotencia ante una tragedia que no puede entenderse. Eso te coloca en una posición pasiva y desesperada que permite que constantemente imágenes negativas y aterradoras inunden tu mente y tu corazón. Hay mucho que todos podemos hacer para ayudarnos mutuamente en este momento. Una de las formas más poderosas en las que puedes ayudar es dejar de revisar las últimas actualizaciones sobre la guerra y concentrarte en cómo estar presente y al servicio de los demás dondequiera que estés en este momento.
Pienso en ese momento en la sinagoga cuando escuché por primera vez la terrible noticia y no tenía mi teléfono para enterarme exactamente de lo que había sucedido. Esas lágrimas y plegarias quedaron conmigo. No es necesario conocer cada detalle del sufrimiento de otra persona para poder llorar con ella.
Que Dios proteja y salve a Israel de esta tragedia insoportable y nos ayude a cada uno a encontrar la forma de apoyarnos e inspirarnos mutuamente.
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