Diferentes bendiciones para Iaakov y Esav

14/11/2023

2 min de lectura

Toldot (Génesis 25:19-28:9 )

Cuando Itzjak bendijo a Iaakov, el versículo dice: "Que Dios te otorgue del rocío de los cielos y de las grosuras de la tierra" (Génesis 27:28)

Cuando bendijo a Esav, el versículo dice: "He aquí que de las grosuras de la tierra será tu residencia y del rocío de los cielos" (Génesis 27:39).

Aunque las bendiciones de Iaakov y de Esav parecen ser similares, hay dos marcadas diferencias entre ellas. A Iaakov, Itzjak le dijo: "Que Dios te otorgue", mientras que la bendición a Esav no invoca el Nombre de Dios. En segundo lugar, en la bendición de Iaakov, la bendición de "el rocío de los cielos" precede a la bendición de "las grosuras de la tierra", mientras que en la bendición de Esav el orden es inverso.

Aunque Itzjak pensó que estaba bendiciendo a Esav, el Espíritu Divino lo motivó a darle a Iaakov la bendición que era apropiada para él. Iaakov debía saber que todo lo que poseía, incluso si parecía ser el resultado de sus propios esfuerzos, era un regalo de Dios. Moshé advirtió a los israelitas que cuando heredaran la Tierra Prometida y tuvieran abundancia, no debían pensar que sus habilidades, sus proezas y su trabajo eran lo que había producido esa abundancia, sino que la fuente era Dios, Quien les había dado la capacidad de adquirir riqueza (Deuteronomio 8:17-18). Los descendientes de Iaakov pueden tener esta fe, pero para los descendientes de Esav es un concepto extraño. Al vivir por su espada, los descendientes de Esav obtuvieron su riqueza robando y asaltando.

El Espíritu Divino también le dio a Iaakov la consciencia de que el objetivo y el propósito de la vida es espiritual, "el rocío de los cielos". Esto se logra a través del cumplimiento de la voluntad Divina. En cuanto que no es posible cumplir las mitzvot sin tener los medios físicos para hacerlo, los bienes terrenales, "las grosuras de la tierra", son una necesidad, pero deben ser vistos sólo como un medio, no como el objetivo final.

Esav, por otro lado, vive para los placeres terrenales. Lo principal es "las grosuras de la tierra" y cualquier atisbo de espiritualidad está en segundo plano.

Los dos matices están relacionados. Podemos vivir vidas espirituales sólo si tenemos consciencia de que todos los bienes mundanos son regalos Divinos. Si perdemos de vista nuestra completa dependencia en Dios, podemos degenerar y convertirnos en criaturas que sólo buscan los placeres físicos, y en consecuencia perder la dignidad de la espiritualidad que nos eleva por encima de otros seres vivos.

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