No abandones a tu hermano

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Toldot (Génesis 25:19-28:9 )

En la parashá de esta semana encontramos la enigmática historia de la batalla entre Yaakov y Esav para recibir las bendiciones de su anciano padre, Itzjak. Itzjak comienza el drama convocando a Esav y le dice que se prepare para recibir su bendición.

“Ves, ahora, he envejecido; no sé cuándo moriré. Ahora afila, por favor, tus herramientas, tu espada y tu arco, y sal al campo y caza una presa para mí. Luego haz para mí delicias como me gusta y tráemelas y yo comeré, para que mi alma te bendiga antes de que yo muera” (Bereshit 27:2-4)

¿En qué estaba pensando Itzjak? ¿Cómo es posible que Itzjak no reconociera el alcance de la depravación de Esav y quisiera bendecirlo?

El destino de Esav

Creer que Itzjak Avinu era un anciano ciego, un poco desconectado de la realidad, que fue fácilmente engañado por Esav, es un error. Itzjak entendía muy bien lo depravado que era Esav, pero también vio claramente su inmenso potencial y el rol crucial que podía desempeñar permitiéndole al pueblo judío lograr su misión.

La Torá describe cómo se veía Esav cuando nació: “El primero salió rojizo (admoní), completamente como un manto velludo; y llamaron su nombre Esav” (Bereshit 25:25). Rashi explica que el hecho de que Esav haya sido admoní era una señal de que tendría la propensión a derramar sangre (Bereshit Rabá 63:8). ¿Significa esto que Esav estaba destinado a convertirse en un asesino?

La palabra admoní sólo es utilizada en un lugar más del Tanaj: en la descripción del joven David, a quien el profeta Shmuel encuentra por primera vez: “Él [David], era rojizo (admoní), con ojos claros y buen aspecto. Luego, Hashem dijo: “¡Levántate y úngelo, porque es él!” (Shmuel 1, 16:12). ¿Cómo puede la misma palabra ser utilizada para describir la esencia del malvado Esav y del recto Rey David?

De hecho, David tenía propensión al derramamiento de sangre, al igual que Esav. Sin embargo, a diferencia de él, tomó esa inclinación innata y la canalizó hacia el bien, luchando contra los enemigos del pueblo judío y defendiendo el honor de Hashem.

Todos los rasgos pueden ser utilizados para bien o para mal. Esav no estaba obligado a convertirse en asesino; él podría haber utilizado su rasgo innato para lograr cosas grandiosas.

Sociedad

Itzjak tenía una estrategia. Él quería que Esav y Yaakov formaran una sociedad que combinaría sus fortalezas inherentes para perfeccionar el mundo. Yaakov lideraría en el ámbito espiritual, mientras que Esav mandaría en el mundo material, liberando a Yaakov para que se enfocara en la elevada misión de esparcir la palabra de Hashem a la humanidad.

Itzjak jamás quiso darle ‘birkat Abraham’ a Esav, la bendición espiritual que representa la transferencia del pacto realizado originalmente entre Abraham y Hashem y la herencia de la tierra de Israel. Yaakov estaba destinado a recibir esta brajá, la más importante, e Itzjak se le dio al final de la parashá, sabiendo que estaba bendiciendo a Yaakov. “Que Él te de la bendición de Abraham a ti y a tu descendencia contigo, que poseas la tierra de tus peregrinaciones, que Dios le dio a Abraham” (Bereshit 28:4).

La bendición que Itzjak quiso darle a Esav —y que finalmente recibió Yaakov después de hacerse pasar por él— era la de abundancia material y dominio político. “Que Hashem te dé del rocío de los cielos y de la gordura de la tierra, y abundante grano y vino. Pueblos te servirán y naciones se reverenciarán ante ti; sé señor de tus hermanos y los hijos de tu madre se postrarán ante ti…” (Bereshit 27:28-29).

Sforno (ibíd. 27:29) explica por qué Itzjak consideró que esta brajá era apropiada para Esav y la intención que tenía al decirle a Esav que “dominara sobre su hermano”. Pensó que lo mejor para Yaakov sería permanecer en Éretz Israel y no tener la carga de las responsabilidades del mundo físico. Yaakov podría, entonces, enfocar todos sus esfuerzos en la Torá, mientras que Esav, trabajando hacia el mismo objetivo, legislaría sobre la gashmiut, el ‘mundo material’.

Itzjak tenía razón en su juicio sobre el potencial de Esav y el impacto que sus capacidades combinadas con las de Yaakov podrían tener en el mundo. Su error estuvo en la estrategia. Itzjak se dio cuenta de que Esav era inmoral, pero pensó que si Yaakov se acercaba a él, lograría ponerlo en el camino correcto. Itzjak creyó que forjando una sociedad entre sus dos hijos forzaría a Yaakov a influenciar a Esav.

Pero Rivká advirtió que esta estrategia era terriblemente equivocada, porque darle poder a Esav antes de que este hiciera teshuvá removería su mayor ímpetu para cambiar.

Las lágrimas de Esav

El potencial de Yaakov para acercarse a Esav y hacerlo cambiar nos permite entender otra curiosa declaración de nuestros sabios. El Zóhar (Shemot 12b) dice que el prolongado exilio del pueblo judío se debe a las lágrimas que derramó Esav al descubrir que Itzjak bendijo a Yaakov. “Y Esav le dijo a su padre: ‘Padre, ¿Tienes aunque sea una bendición? ¡Padre, bendíceme a mí también!’ y Esav elevó su voz y lloró” (Bereshit 27:38). La redención llegará, dice el Zóhar, cuando nuestras lágrimas (de arrepentimiento) cancelen las lágrimas de Esav.

¿Por qué el pueblo judío tuvo que perder el Beit Hamikdash y salir a un largo y brutal exilio a causa de las lágrimas de Esav? Esav era malvado, no merecía la bendición que Itzjak quería darle. Entonces, ¿por qué fueron Yaakov y sus descendientes castigados por las malas decisiones de Esav, que lo hicieron finalmente no merecedor de las bendiciones?

La respuesta de la Torá es que no fue culpa exclusivamente de Esav. A fin de cuentas, el pueblo judío comparte la culpa por la conducta de Esav, porque Yaakov debería haberse acercado a su hermano. Si lo hubiera hecho, habría logrado traerlo de regreso a Hashem.

Encontramos la misma idea en la parashá Vaishlaj, respecto a los preparativos de Yaakov para encontrarse con su temible hermano Esav: “Se levantó esa noche y tomó a sus dos esposas, a sus dos esclavas y a sus once hijos y cruzó el vado de Yabok” (Bereshit 32:23).

Rashi comenta: “¿Y dónde estaba Dina? [Yaakov] la puso en un arca y la encerró, para que Esav no pusiera sus ojos sobre ella. Yaakov fue castigado por ocultarle su hija Dina a su hermano, ya que [si Dina se hubiera casado con él] ella podría haberlo devuelto a la conducta virtuosa. Por eso cayó en manos de Shejem”.

La visión de Itzjak de sus dos hijos trabajando a la par, con Yaakov liderando el mundo espiritual y Esav el material, era correcta. Yaakov falló al no ayudar a su hermano Esav a hacer teshuvá. Imagina el castigo que podemos llegar a recibir por no hacer todo lo que esté en nuestras manos para acercarnos a nuestros hermanos judíos que son víctimas inocentes de la asimilación y la ignorancia.

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