Los logros espirituales sólo son posibles si el hombre utiliza su intelecto y adquiere un grado de profundidad filosófica, discreción emocional y sensibilidad moral.
El rezo nos eleva por encima de un mundo fragmentado, y nos permite llevar nuestra atención hacia la unidad de Dios, cuyos muchos atributos forman una unión cohesiva.
Dios encauza su voluntad a través de las Sefirot primarias del intelecto, creando un mundo en donde cada evento e interacción es parte de un patrón más amplio y comprensible.
De las diez sefirot, tiferet, que literalmente significa “belleza” o “gloria”, es la central, dado que media entre jésed (“bondad”) y gevurá (“fortaleza”).
La interacción dinámica entre las tres sefirot de “acción” puede ser comparada a una sala de tribunal en donde jésed (bondad) es el defensor; y gevurá (juicio) es el fiscal.
Un misterioso diálogo entre Moisés y Dios nos da pistas de “los caminos de Dios”. Revelaciones de un conocimiento místico y profundo que enriquece nuestro entendimiento de la Torá.
Las sefirot de jesed, gevurá, tiferet – bondad, fuerza y belleza – tienen una correlación que sirve como modelo para entender las relaciones entre las otras sefirot.
Los simbolismos de la cábala, que examinan las acciones de Dios a través de metáforas, nunca pueden llevar a la creación de imágenes, o a la sugerencia de que el Dios Único existe en fragmentos.
Así como un padre amoroso puede parecer cruel cuando disciplina duramente a un hijo para inculcarle buenos valores, las sefirot “tácticas” de netzaj y hod a menudo no son lo que parecen.