La conexión entre el agradecimiento y la confesión

04/12/2023

3 min de lectura

Vaieshev (Génesis 37-40 )

Iehudá [los] reconoció y dijo: "Ella tiene razón, de mí es (38:26)

El Midrash elogia a Iehudá por su coraje al admitir que él era el padre del hijo de Tamar, ya que fácilmente hubiera podido negarlo. El Midrash dice que Iehudá recibió esta cualidad de su madre, Leá, porque cuando él nació ella dijo: "Esta vez agradeceré a Dios" (Génesis 29:35; Bereshit Rabá 71). La palabra hebrea para "agradecer" es hodaá, que también significa "confesar". Leá de hecho estaba agradecida, pero no vemos que haya confesado nada. Aunque la misma palabra tiene dos significados, ¿cómo se entiende que la capacidad de Iehudá de confesar sus actos derivara de la capacidad de su madre de ser agradecida?

Rav Samson Rafael Hirsch frecuentemente señala que las palabras que son similares están relacionadas de alguna forma. Mucho más entonces cuando las palabras para dos conceptos diferentes son idénticas.

Existe una relación profunda entra la habilidad de confesarse y la capacidad de ser agradecido. Ambas cosas son el resultado de una buena autoestima.

Muchas personas tienen dificultad para expresar agradecimiento, porque eso las hace sentirse obligadas y comprometidas con su benefactor. Esta verdad psicológica está claramente establecida en el Talmud (Avodá Zará 5a). La resistencia a expresar gratitud parece ser innata. Una madre puede decirle a su hijo de cinco años: "Di 'gracias' al amable señor que te dio un caramelo", y es posible que el niño se limite a gruñir. Una persona con baja autoestima considera que estar en deuda con alguien implica depender de los demás, y considera que ser dependiente es degradante. Puede que no sólo se resista a expresar gratitud, sino que también niegue cualquier conciencia de gratitud. Una persona madura y con buena autoestima no se siente amenazada por sentir gratitud. Ella puede enfrentar con calma la dependencia que surge de esto.

Lo mismo ocurre respecto a la habilidad de confesar cuando hicimos algo malo o erróneo. La persona con baja autoestima tiende a negar haber hecho algo mal. Puede que ni siquiera admita su error ante sí misma, mucho menos ante los demás. Confesar una equivocación puede resultarle aplastante. Por otro lado, una persona con buena autoestima comprende que incluso las personas más inteligentes y cuidadosas pueden equivocarse, y no le costará tanto confesarlo.

Cuando hablo sobre autoestima, invariablemente la gente me pregunta: "¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos a construir su autoestima?". Mi respuesta es que lo primero es que los padres mismos tengan una buena autoestima. La autoestima es contagiosa. Los padres que tienen sentimientos positivos sobre sí mismos brindan una atmósfera en la cual el niño puede sentirse positivo. Los padres con baja autoestima actúan de una manera que transmite a sus hijos sentimientos negativos.

Leá tenía razones para tener baja autoestima. Iaakov prefería a su hermana antes que a ella, y ella tuvo que tomar parte para engañarlo. Cuando la Torá dice que Dios vio que Leá era despreciada (Génesis 29:31) esto no significa que Iaakov la despreciara. El patriarca no menospreciaba a su esposa. Esto significa que Leá se despreciaba a sí misma por participar en el engaño. Los nombres que Leá dio a sus tres primeros hijos indican lo mal que se sentía consigo misma. Cuando dio a luz a Iehudá, su autoestima había mejorado al punto de ser capaz de expresar gratitud. Ella transmitió esta positividad a Iehudá, quien luego fue capaz de confesar sus actos.

El Midrash que equipara la capacidad de ser agradecido con la capacidad de confesarse nos enseña un importante concepto psicológico: la autoestima le permite a la persona tanto ser agradecida como confesar sus errores.

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