Y acamparon en el desierto, allí acampó Israel frente a la montaña [del Sinaí] (19:2)

Como hemos visto, la narración que precede a la entrega de la Torá es más que sólo algo histórico. Ella indica los requisitos previos para adquirir la Torá.

Rashi señala que la palabra hebrea para "acampó" es vaiejan, y no vaiajanu, "acamparon". También los Diez Mandamientos fueron pronunciados en singular: Anojí Hashem Elokeja, "tu Dios" en forma singular, y no en el plural elokeijem. Se utiliza la forma singular del verbo porque había una unidad tan absoluta entre los israelitas que eran como una sola persona; por eso se podía hablar de toda la nación en singular.

La Torá fue entregada a cada individuo, y cada persona debe cumplir las 613 mitzvot. Es obvio que, técnicamente, esto no es posible. Hay algunas mitzvot cuyo cumplimiento está restringido a los cohanim (los sacerdotes) y un israelita no puede cumplirlas. Una persona cuyo hijo primogénito es una niña, no puede cumplir la mitzvá de pidión haben (la redención del primogénito). Las mitzvot que se aplican a los jueces no se aplican al resto de las personas. ¿Cómo es posible que una sola persona cumpla las 613 mitzvot?

Los eruditos de Torá han dado una respuesta. Cuando una persona se pone tefilín (filacterias) en su brazo y su cabeza, no sólo el brazo y la cabeza tienen una mitzvá, sino que toda la persona tiene el mérito de haberla cumplido. Así también cuando la gente está unida, son como una sola persona, y la mitzvá que hace uno es compartida por todos aquellos con quienes está unido.

Es muy trágico que nos permitamos estar divididos. La fragmentación no sólo debilita a nuestra nación, sino que priva a las personas de adquirir el mérito por aquellas mitzvot que ellas mismas no pueden realizar.

Cada cualidad humana tiene aplicaciones positivas, incluso algo tan repulsivo como el egoísmo. Debemos comprender que eliminar las divisiones que existen entre nosotros no es sólo algo altruista. También tiene un inestimable beneficio personal.